El Pais (Catalunya) (ABC)

El Tribunal de Cuentas vigila la vida de las nucleares.

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A Amancio Ortega nunca le han gustado los focos y nunca ha dado una entrevista. Se ha movido en la discreción, salvo en algunos eventos como la boda de su hija Marta (con la que aparece en la foto), fruto de su segundo matrimonio, con Flora Pérez, con la que se casó tras divorciars­e de Rosalía Mera, con quien tuvo a su hija Sandra. Cuando puede acude a la planta de Arteixo, donde es frecuente verle compartir confidenci­as con los empleados.

dad de las empresas, como ya lo hicieran las cajas de ahorros con su obra social, que ahora normalment­e hacen las fundacione­s que crearon. Es la tendencia mundial que también está haciéndose hueco en España a través de los códigos de buen gobierno corporativ­o.

La expansión de Ortega ha sido objeto de admiración y de envidias. Causas estas de que surgieran acusacione­s de explotació­n en el tercer mundo, algo que resultó ser malintenci­onado pero que cundió en algunos círculos contra este visionario del negocio textil, que descubrió que el secreto estaba en fabricar y vender lo que producía.

Había comenzado a trabajar a los 14 años (nació en 1936) en una tienda de ropa de A Coruña. A los 27 años creó Confeccion­es GOA (sus iniciales en sentido contrario) y comenzó con batas y albornoces que vendía por todas las latitudes que podía, incluido Francia. Le salió bien y, con esa política, fundó Zara, en 1975. Abrió la primera tienda en el centro de A Coruña y montó una planta en el vecino pueblo de Arteixo, donde ahora está el cuartel general del grupo.

Después todo ha sido crecer y crecer. Zara se extendió por toda España. Engordó. Se salía de las costuras. Acumuló riqueza. Así que en 1985 se lanzó con Inditex (Industria del Diseño Textil), que sirvió de catapulta para salir al exterior y aglutinar nuevas marcas (unas adquiridas y otras de nuevo cuño: Massimo Dutti, Bershka, Stradivari­us, Pull and Bear, Uterqüe…). La primera tienda fuera se instaló en Oporto en 1988 para posteriorm­ente extenderse por Europa y, a lo largo de los años, por todo el mundo:

América, Asia y norte de África. En la actualidad está en 96 países (106, si se tiene en cuenta la venta online) y cuenta con 7.447 tiendas, según datos publicados esta semana, en la que también ha presentado resultados de su primer trimestre fiscal (febrero-abril). Por cierto, los beneficios subieron un 10%. Como un tiro después del ligero frenazo de 2018.

En ese trayecto, contó con colaborado­res eficaces. Primero fue José María Castellano, del que se desligó en 2005 tras 21 años en el grupo. Para entonces ya había salido a Bolsa, manteniend­o el 60% del capital en sus manos. Poco tiempo después, Ortega fichó a Pablo Isla, un ejecutivo provenient­e del Banco Popular con experienci­a en la gestión de las empresas del Patrimonio del Estado, que ha consolidad­o el crecimient­o iniciado por Castellano.

En Pontegadea aglutina su patrimonio inmobiliar­io, concentrad­o en las zonas más pujantes de Madrid y Barcelona, en las cinco grandes capitales europeas (París, Berlín, Roma, Lisboa y Londres) y, más recienteme­nte, en EE UU.

Si fuera americano, algún productor habría intentado hacer una película de su vida

La mayoría de políticos piensa que ojalá hubiera muchas ‘limosnas’ como la del empresario

 ??  ?? El Tribunal de Cuentas, que preside María José de la Fuente, se ha fijado en las centrales nucleares y ha concluido en un informe que alargar la vida de las instalacio­nes no basta. Advierte que faltarán fondos para financiar el desmantela­miento, aunque el aumento de su vida útil permita reducir el déficit, que la empresa pública Enresa (encargada de gestionar los residuos) cuantifica en 2.350 millones de euros. Hace cuatro años sugería revisar anualmente su financiaci­ón. Ahora plantea revisar las tasas que gravan la tarifa eléctrica.
El Tribunal de Cuentas, que preside María José de la Fuente, se ha fijado en las centrales nucleares y ha concluido en un informe que alargar la vida de las instalacio­nes no basta. Advierte que faltarán fondos para financiar el desmantela­miento, aunque el aumento de su vida útil permita reducir el déficit, que la empresa pública Enresa (encargada de gestionar los residuos) cuantifica en 2.350 millones de euros. Hace cuatro años sugería revisar anualmente su financiaci­ón. Ahora plantea revisar las tasas que gravan la tarifa eléctrica.

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