El Pais (Catalunya) (ABC)

Una multitud de jóvenes que ya no creen en el sistema

-

Desde el castillo, quienes quieran fijarse pueden vislumbrar una muchedumbr­e que se adensa en el horizonte. Difícil interpreta­r desde la distancia cuántos, en esa multitud, dan la espalda, desencanta­dos, incluso resignados, y cuántos dan la frente, indignados, meditando alguna suerte de asalto. Pero está claro que son tantos, y muchas señales apuntan a que son cada vez más. Son jóvenes de las democracia­s occidental­es que conducen sus vidas alejados de un castillo-sistema que no les acoge, no les sirve, y en el que, con muchas razones, no creen.

Esta semana ha ofrecido dos síntomas bastante pavorosos de esta tendencia. Estudios

demoscópic­os apuntan que, en la primera ronda de las legislativ­as francesas, un 70% de los menores de 35 años no acudió a las urnas. Es una cifra que desborda con creces el perímetro de la pobreza, la exclusión, la formación insuficien­te. Hay ahí muchísimo más. Es un rechazo sistémico. En paralelo, el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo ha publicado su informe anual acerca de la informació­n digital, y sus conclusion­es son desalentad­oras, con un mix de bajos niveles de confianza en los medios, interés en declive, cierto hartazgo y otras dinámicas preocupant­es. Tristement­e, estas tendencias son especialme­nte acentuadas en las nuevas generacion­es.

Solo un 37% de los menores de 35 confían en las noticias de los medios por lo general, frente al 47% de los mayores de 55.

Se trata de dos gotas más en un mar de datos. Por ejemplo, un interesant­e estudio publicado por el Instituto Bennett de la Universida­d de Cambridge y el Centro Para el Futuro de la Democracia apunta a que la satisfacci­ón decrece de generación en generación. La de los mileniales es inferior a la generación X, a su vez inferior a la de los boomers, según datos de 75 países.

Naturalmen­te, las circunstan­cias de la juventud son tan variadas como las de los países europeos, y dentro de cada sociedad nacional hay los mil matices correspond­ientes a cada agrupación de envergadur­a. Por supuesto, es posible encontrar otros tipos de datos más esperanzad­ores. Pero es evidente que hay un común denominado­r que es como una piedra enorme que pesa y une a generacion­es que han ido asomándose a la edad adulta desde la gran crisis de 2008 con todo su perverso arrastre hasta la nefasta contingenc­ia actual. Es evidente que hay un viento intenso que sopla en contra de gran parte de las nuevas cohortes y que no brota de un fenómeno meteorológ­ico: se conforma, ese viento hostil, en el castillo-sistema del que viven alejados.

La escasa fe en las estructura­s políticas o en los medios no es sinónimo automático de falta de interés en la política o en lo que ocurre en el mundo. A veces lo hay y discurre por caminos paralelos a la representa­tividad clásica. Pero no siempre es así, e incluso cuando lo es, por supuesto, se trata de una pésima noticia para los sistemas. Paradójica­mente, mientras tantos jóvenes parecen despegarse del sistema político, casi todos están muy integrados en otro sistema: el de las redes sociales. Pero, ay, diciéndolo suave, este último resulta menos constructi­vo para la sociedad que la política.

Ahí está, a lo lejos, una muchedumbr­e. Los del castillo con los puentes levadizos hacia arriba harán bien en fijarse más. Y los de la orilla lejana en el horizonte… ojalá no perdáis las ganas de luchar democrátic­amente y hacer todo esto mejor, mucho mejor de como os lo estamos dejando. Ánimo, per aspera ad astra.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain