Un final de horror para Dom Phillips y Bruno Pereira Domingo, 12 de junio.
Entre la desaparición del periodista y del indigenista en Brasil y la localización de sus cadáveres pasaron 11 días
São Paulo El hallazgo de dos cuerpos enterrados en una zona de muy difícil acceso selva adentro en la Amazonia brasileña puso fin este miércoles a la agonía de los familiares y los colegas del indigenista Bruno Pereira, de 41 años y padre de tres hijos, y del periodista británico Dom Phillips, de 57 años. La policía pudo localizar el lugar donde los cadáveres fueron escondidos solo después de que un pescador furtivo, el primer detenido tras la desaparición, confesara que los habían asesinado, los habían enterrado y hundido su lancha en el río Itaquaí. Era el desenlace temido tras una agonía de 11 días con intensas búsquedas en el río donde desaparecieron el 5 de junio. La muerte violenta de ambos en el valle de Yavarí —un territorio del tamaño de Panamá donde viven al menos diez pueblos de indígenas no contactados— es mucho más que un suceso. “La tragedia expone a la Amazonia como una tierra sin ley patrocinada por Bolsonaro”, afirmó el jueves el editorial del diario Folha de S. Paulo.
Los rastreadores indígenas que se movilizaron horas después de que se perdiera la pista del indigenista y el periodista completan el día 11 de búsquedas en una zona de selva surcada por un río que serpentea. Las fuerzas de seguridad se unieron al día siguiente de que se denunciara la desaparición. El rastreo se centra en un área de 10 kilómetros cuadrados, en el que el río hace varios giros. Después de que uno de los arrestados, el pescador Amarildo da Costa, de 41 años, alias Pelado, confesara el crimen, uno de los dos arrestados lleva a la policía hasta la zanja donde los enterraron. Horas después, la policía informa en rueda de prensa de que dos cadáveres han sido localizados y ofrece unos primeros detalles.
Según el relato policial, en la travesía de regreso, Pelado, armado con una escopeta, persigue a toda velocidad la lancha del británico y el brasileño. El pescador, conocido furtivo, abre fuego. Va con otras cuatro personas a bordo, se produce un enfrentamiento y neutralizan al dúo. El indigenista había sido reiteradamente amenazado y solía ir armado; tanto él, como Phillips y el equipo de Univaja fueron amenazados la víspera de desaparecer por Pelado y otros furtivos. Los atacantes hunden el motor del dúo en el río.
Cuando no llegan a la hora prevista, salta la alarma en la asociación Univaja. Los patrulleros indígenas, que saben leer en la selva si alguien ha pasado por un lugar, hace cuánto, cuántos eran o si hubo violencia, emprenden la búsqueda. Sin resultado. Tampoco hay indicios de accidente. Pereira ha realizado múltiples expediciones en la selva, sabe sobrevivir.
Días antes del suceso, Pereira facilitó a la policía y al ministerio público información detallada sobre una red criminal supuestamente implicada en la pesca y la caza furtiva. Y la información recabada sobre el terreno por los indígenas también sirvió en los últimos meses para confiscar capturas ilegales.
de Defensa anuncia que está listo para sumarse, pero que está a la espera de órdenes superiores. Cunde la indignación entre los colegas de uno y otro.
Mientras, los atacantes trasladan los restos de los desaparecidos selva adentro y los entierran. Hunden su lancha, según la versión de la policía, basado en la confesión de Pelado. Los análisis deben confirmar sus identidades y la causa de la muerte.
Las autoridades despliegan una operación de búsqueda con buceadores, policías y soldados en dos lanchas y una moto de agua. Los allegados denuncian que hacen falta aeronaves. La policía abre una investigación criminal. Los compañeros de oficio de ambos se movilizan para lanzar una campaña nacional e internacional.
La esposa de Phillips, Alessandra Sampaio, implora a las autoridades en un vídeo: “Incluso si no encuentro vivo al amor de mi vida, hay que encontrarlos. Por favor, intensifique estas búsquedas”. La compañera de Pereira, Beatriz Matos, recalca en una nota: “Cada minuto cuenta, cada trecho de río y de selva no recorrido puede ser este (el lugar) donde esperan el rescate”.
El presidente Jair Bolsonaro, que considera a las ONG, los indígenas y la prensa enemigos, descalifica a los dos profesionales: “Dos personas en una lancha, en una región así, completamente salvaje, es una aventura nada recomendable. Pudieron tener un accidente o ser ejecutados”.
Primera novedad tangible en el caso. Los rastreadores indígenas de Univaja localizan una mochila amarrada a un árbol en una zona inundada cerca de donde fueron vistos por última vez. Entre los enseres, la tarjeta sanitaria de Pereira, las botas de ambos, unas chancletas y ropa.
“Ahora podemos traerlos a casa y despedirlos”, dice la esposa del reportero
Bolsonaro descalificó a los profesionales: “Es una aventura nada recomendable”