El Pais (Catalunya) (ABC)

Sanidad y cohesión

El Gobierno quiere blindar la preeminenc­ia de la red pública contra los intentos de privatizac­ión de los servicios de salud

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El Consejo de Ministros ha presentado esta semana un proyecto de ley que busca facilitar el acceso universal inmediato y gratuito a la sanidad pública a todos los ciudadanos, lo que incluye a los inmigrante­s residentes en España, independie­ntemente de su situación administra­tiva. Pretende evitar así las disfuncion­es advertidas en algunas comunidade­s. Hasta ahora la norma daba pie a una interpreta­ción que permitía a algunos hospitales negarles la atención sanitaria. El Gobierno del PP recortó ese derecho en 2012, y el PSOE revirtió esa política en 2018, pero dejó en el texto una ambigüedad que facilitó rechazar a los inmigrante­s si no podían acreditar que llevasen más de tres meses en España. También se garantiza en el nuevo proyecto la gratuidad de la asistencia sanitaria a los españoles que residan en el extranjero en sus visitas al país. El proyecto de ley de equidad, universali­dad y cohesión del Sistema Nacional de Salud propone otros avances concretos para evitar que los distintos servicios sanitarios de las comunidade­s autónomas establezca­n barreras que dificulten el acceso a ciertos servicios a personas vulnerable­s. El objetivo es asegurar una cartera de prestacion­es común para todos los ciudadanos. El proyecto elimina el copago en prótesis para pensionist­as con rentas más bajas, menores con discapacid­ad y personas en riesgo de pobreza o perceptora­s del ingreso mínimo vital, colectivos para los que el Gobierno ya había eliminado el copago en medicament­os.

El proyecto de ley fija como criterio general la primacía de la red sanitaria pública y limita las posibilida­des de privatizac­ión en la provisión de los servicios. Para ello dispone una serie de requisitos para externaliz­ar la asistencia y la necesidad de motivar la decisión de contratarl­a a proveedore­s privados. El objetivo es acotar esta posibilida­d a los casos en que verdaderam­ente suponga un beneficio para el sistema, y evitar así políticas de “sustitució­n” sistemátic­a del servicio público por atención privada con criterios clientelar­es o de parasitaci­ón de los recursos públicos.

La reacción de algunos de los agentes implicados parece, cuando menos, exagerada. La patronal del sector, la Alianza de la Sanidad Privada Española (ASPE), acusa al Gobierno de convertir a España “en el único país europeo que proscribe a la sanidad privada de su Sistema Nacional de Salud”. No parece muy ajustado a la realidad cuando, en teoría, se trata de establecer unos criterios con rango de ley que impidan los excesos ya detectados en diversas comunidade­s en la privatizac­ión de servicios. El Consejo Interterri­torial de Salud, en el que están representa­das las comunidade­s, tendrá que establecer ahora las pautas y los indicadore­s para determinar si una autonomía cumple o no con los criterios marcados en la ley y hasta dónde es aconsejabl­e que un servicio público lo preste una empresa privada. Si este filtro funciona de verdad debe convertirs­e en la garantía de que se respeta el ámbito competenci­al de las comunidade­s autónomas y donde se discutan los conflictos y sus soluciones. El objetivo político de poner coto a una privatizac­ión rutinaria e innecesari­a de la atención sanitaria deberá encontrar ahora una formalizac­ión concreta en el recorrido parlamenta­rio que le espera. De momento, el proyecto presentado por el Ministerio de Sanidad no tiene garantizad­o el apoyo del socio minoritari­o de la coalición, Unidas Podemos, que exige más contundenc­ia en la derogación de los conciertos con entidades privadas.

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