El Pais (Catalunya) (ABC)

La Línea, un problema entre dos mundos

La localidad gaditana, una de las más pobres de España, sobrevive gracias a los trabajador­es del Peñón y al narco

- ENRIC GONZÁLEZ

La Línea de la Concepción Esta es la ciudad española con más problemas. Y, sin embargo, cuenta con el alcalde más popular. No es la única paradoja en La Línea de la Concepción, que nació como dique contra el Gibraltar británico y acabó viviendo (narcotráfi­co aparte) de los empleos que el Peñón ofrece. La devaluació­n de la libra desde el Brexit ha reducido los salarios un 10%. Aun así, para muchos Gibraltar sigue siendo “la mejor empresa de Andalucía”.

La jornada comienza de camino al Peñón. Cada día, unas 14.500 personas cruzan la frontera para acudir al trabajo. De ellas, más de 11.000 son linenses. Eso supone casi la mitad de la población activa en un municipio de 63.500 habitantes, con un desempleo del 40%. “Por suerte existe Gibraltar, porque fuera no hay nada”, señala Roberto Carlos Gamero, instalador de cables de telefonía. Gamero, residente en Los Barrios, es uno de los que piensan que Gibraltar “es la mejor empresa de Andalucía”. Cobra, al cambio, unos 1.200 euros netos al mes. “Compensa tragarse cada día el embotellam­iento”, dice.

El currante del Peñón está habituado a ciertas cosas. Una de ellas es la saturación del paso fronterizo cuando termina la jornada laboral, a eso de las cinco de la tarde. “Nos lleva al menos una hora recorrer un kilómetro y cuando los controles se endurecen, por lo que sea, pueden ser hasta cuatro”. Otro hábito es la tarjeta Revolut, que cambia las libras a euros. Luego están los líos fiscales, porque se pagan impuestos a ambos lados de la frontera. Y las condicione­s sociales en la zona británica no son como las españolas: las bajas por enfermedad duran 10 días y el subsidio de desempleo, cuatro semanas.

Pero el Peñón, con su Main Street, sus embotellam­ientos, sus productos baratos (a nadie se le ocurre llenar el depósito del coche o comprar tabaco en el lado español), sus 7,5 euros por hora de trabajo y sus monos en la cima, es puro lujo comparado con el Campo de Gibraltar. “Esto es tremendo”, suspira Juan Franco. “No solo por la diferencia entre un lado y otro, sino porque nos afectan los problemas económicos de España, los del Reino Unido y cualquier roce que haya entre ellos o entre Londres y Bruselas: vivimos pendientes de lo que pueda suceder”.

Juan Franco es el alcalde de La Línea. En 2015 ganó las elecciones con su candidatur­a independie­nte La Línea 100x100, pero tuvo que pactar con el PP. En 2019 arrasó: 21 de los 25 concejales. Franco no tiene jefe de gabinete, ni portavoz, ni chófer. Va de un lado a otro haciendo lo que puede. “Aquí tenemos todos los problemas que pueda usted imaginarse, y alguno más”, afirma.

A La Línea nunca llegó el maná turístico, pese a que la lujosa urbanizaci­ón Sotogrande y la Costa del Sol, con la emblemátic­a Marbella, quedan a muy poca distancia. Lo que sí llega es droga, en grandes cantidades. Marruecos, el mayor productor mundial de hachís, está justo enfrente, a unas pocas millas náuticas. Y con el hachís vienen también toneladas de cocaína.

El plan integral de seguridad lanzado por el Ministerio del Interior en 2018, con un importante despliegue de agentes, ha cambiado algunas cosas. “Al menos los traficante­s actúan más discretame­nte y ya no cuelgan en las redes vídeos de los desembarco­s”, ironiza un policía que lleva 18 años dedicándos­e a combatir el tráfico en la zona. Ya más en serio, los resultados en el Campo de

Gibraltar son importante­s: más de 60.000 detencione­s y más de 800 toneladas de droga intervenid­as en los últimos dos años.

“Eso ha funcionado”, reconoce el alcalde Franco. “Pero el plan debía ser integral y no lo ha sido”. Franco se refiere al apartado económico y social que debía complement­ar la acción de la Policía. Ahí no se perciben grandes mejoras. “Y de ahí vienen muchos males, como el fracaso escolar”, sigue el alcalde. En una operación, según el policía antidroga, pueden participar unas 30 personas. Es fácil que cada una de ellas saque entre 6.000 y 10.000 euros. “Cualquier chaval, ante ese dinero, olvida los estudios y se dedica a vivir a lo grande durante un tiempo”.

En La Línea hay ahora menos desembarco­s. “Los envíos desde

“Al menos ahora los traficante­s son más discretos”, ironiza un agente veterano

El alcalde Franco pide complement­ar la acción policial con la social

Marruecos se reparten en cargamento­s de menor tamaño, se distribuye­n cerca de la costa entre varias embarcacio­nes recreativa­s y entran por todo el litoral andaluz, desde Almería hasta Huelva”, explica el agente. “Y luego está el puerto de Algeciras, que se paralizarí­a si aplicara controles correctos sobre todos los contenedor­es”. La Atunara fue una aldea de pescadores mucho antes de que existiera La Línea. Y mantiene una estructura de casitas y callejuela­s angostas no muy distinta a la de una casba norteafric­ana. Los trabajador­es sociales no dan abasto en este barrio estigmatiz­ado por el narcotráfi­co. El año pasado hubo protestas contra las operacione­s policiales que degeneraro­n en disturbios; ahora la zona se encuentra relativame­nte tranquila.

“Hemos descabezad­o los clanes principale­s, los Futbolista­s, los Castaña... pero enseguida asciende al mando una generación más joven y la gente coopera. La pobreza es la clave. El que puede se agencia un barquito y mete droga”, explica el policía, que ofrece un dato contundent­e: “Pese a lo que hacemos desde 2018 para controlar el narcotráfi­co, el 70% u 80% de la población de La Línea vive de él. No digo que el 70% de los linenses se dediquen al tráfico, por supuesto, lo que digo es que el 70% acaban beneficián­dose del dinero que genera la droga. Porque ese dinero se mueve por el Campo de Gibraltar y se mueve rápido”.

En La Línea, y en el conjunto del Campo de Gibraltar, no hay grandes barones del narco. “Esto es zona de paso desde Marruecos al conjunto de Europa y se hacen transporte­s, se mueve mucha droga pero es algo relativame­nte modesto, ningún gran jefe del narco vive aquí”, puntualiza el agente.

Y volvemos al principio, a las paradojas. Una provincia como Cádiz, que dispone de belleza, buen clima, puertos y alguna gran industria como Acerinox, junto a Algeciras, incluye algunas de las zonas más pobres de España. La Línea, por ejemplo. El alcalde Juan Franco sigue empeñado en convertirl­a en ciudad autónoma, como Ceuta y Melilla, para acceder a las ventajas fiscales. “Elevamos un escrito a la Junta de Andalucía y en cuanto pasen las elecciones insistirem­os en que llegue al Consejo de Ministros”, explica.

Entretanto, la vida sigue. A media tarde regresan desde Gibraltar miles de automóvile­s y quienes van a pie hacen el camino de vuelta (atravesand­o, como siempre, la pista del inverosími­l aeropuerto gibraltare­ño) bajo un sol inclemente. “En el Peñón no hay paro y al otro lado de la frontera no hay empleo”, explica Naim, un veinteañer­o que trabaja en un café de Main Street en Gibraltar. Cruzar la frontera es pasar cada día de un mundo a otro muy distinto.

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/ PACO PUENTES Dos vecinos de La Línea de la Concepción esperaban el miércoles en el puesto fronterizo.

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