Cultura y demasiado folclorismo
Alberto Rodríguez, cineasta sevillano, reconoce que algo ha mejorado el mundo audiovisual andaluz, una parte de la nueva cultura. Admite que empieza a notarse “un mínimo o raquítico florecimiento de esa industria” y valora el nacimiento institucional de la Academia de Cine y que en estos años se haya pasado de montar un par de películas a casi una decena por ejercicio. Pero, siendo un director apasionado del hiperrealismo y agradeciendo que se le haya dado la vuelta a la consideración de los acentos como un valor desacomplejado, se muestra “muy crítico con todo lo que significa esa Andalucía tradicional apegada a la tierra, que mira más al pasado que al futuro”.
Antonio Muñoz Molina, novelista, académico, granadino, se remite a su prólogo del elogiado último libro póstumo de Javier Aristu, Señoritos, viajeros y periodistas. Miradas sobre la Andalucía del siglo XX, para arremeter contra los tópicos de la cultura andaluza y, sobre todo, contra “el folclorismo de Canal Sur”, que este año tendrá un presupuesto de 162 millones, la segunda televisión autonómica tras TV3, y conserva un 8,1% de cuota de pantalla. El escritor ya lo denunció en 1996, en un artículo en EL PAÍS, Andalucía obligatoria, que levantó muchas protestas. No es que reniegue Muñoz Molina de los millones de personas que disfrutan de la Feria de Abril, las cofradías de la Semana Santa, la romería del Rocío, la Feria de Málaga o la de Jerez, pero sí de que esas tradiciones “se hayan convertido en la cultura oficial de la Andalucía hegemónica, en el discurso dominante con todos los estereotipos andaluces del romanticismo, pero ahora en plena democracia por inercia o por pereza intelectual”. El programa más visto en la historia de Canal Sur se ofreció en 2008, Se llama copla, y concitó un 52,7% de audiencia media.