El Pais (Catalunya) (ABC)

Una piedra extraterre­stre evidencia por primera vez una supernova insólita

La roca, hallada en Egipto en 1996, es conocida como Hipatia

- MARC ESPAÑOL,

El Cairo Una mañana de diciembre de 1996, poco después de la oración del amanecer, el geólogo egipcio Aly Barakat encontró por casualidad en el desierto que se extiende en el suroeste de Egipto una peculiar piedra carbonosa y con diamantes de unos 30 gramos de peso. En un primer momento, Barakat creyó que se trataba de un ejemplar extraño del llamado vidrio líbico, un enigmático tipo de roca de color amarillo muy común en esta zona del Sáhara. Pero rápidament­e sospechó que tenía en sus manos un objeto todavía más insólito.

“No era nada conocido, así que lo guardé. Y de vez en cuando lo revisaba para averiguar su naturaleza”, evoca Barakat a EL PAÍS. “Al contrario de lo que decían los investigad­ores en ese momento, yo estaba seguro de que había indicios de que un enorme cuerpo celeste había impactado en aquella zona, lo que provocó la formación del vidrio líbico”, añade. “Como ocurrió hace mucho tiempo, unos 28 millones de años, no se hallarán fácilmente sus efectos en las rocas de la región”, recuerda que pensaba por entonces.

En los años posteriore­s, Barakat pasó largas temporadas estudiando la piedra, aunque el poco apoyo que recibió en Egipto y los limitados recursos a su disposició­n le obligaron a viajar a unos laboratori­os de Sudáfrica para poder analizarla. Fue entonces cuando el geólogo descubrió que la piedra tenía en realidad un origen extraterre­stre. Y tras publicar un libro al respecto en 2012, pasó el relevo a otros investigad­ores.

En 2013, el grupo de científico­s que tomó su testigo confirmó que la enigmática piedra tenía origen extraterre­stre, y más tarde se demostró que debía de ser parte de un cuerpo de varios metros de diámetro cuya entrada en la atmósfera debió de ser muy brillante. Fue por sus cualidades excepciona­les por lo que decidieron bautizarla como la piedra Hipatia, en honor a la filósofa y científica que vivió en Alejandría en tiempos del Imperio Romano.

Ahora, nuevos análisis de la Hipatia desarrolla­dos en Sudáfrica para comprender mejor su origen han expandido todavía más el interés que rodea a la singular piedra, al confirmar de forma todavía más sólida que su patrón de concentrac­ión de elementos químicos no se ha observado antes en ningún objeto natural, terrestre o extraterre­stre. Los investigad­ores también han aportado evidencias adicionale­s que sostienen que la Hipatia se formó antes que el sistema solar. Y, por primera vez, han concluido que por ahora el proceso con más posibilida­des de explicar su origen es una supernova que figura entre los acontecimi­entos

El geólogo Aly Barakat la encontró por casualidad en el desierto

Su composició­n química no se ha observado antes en ningún objeto natural

Tiene un color negro grisáceo brillante por la abundancia de microdiama­ntes

Una supernova es la enorme explosión ocasionada por algunas estrellas al final de su vida. El estallido que podría haber dado a luz a la piedra Hipatia es una supernova de tipo Ia, que pudo ocasionars­e en un sistema estelar donde cohabitan dos astros unidos por la fuerza de la gravedad. Uno de ellos es una estrella enana blanca. La Hipatia, de un color negro grisáceo brillante, tiene una matriz bimodal, la primera de las cuales está casi desprovist­a de elementos más pesados que el oxígeno, mientras que la segunda presenta un patrón más complejo.

En total, los investigad­ores detectaron 15 elementos químicos, y notaron que la segunda matriz se caracteriz­a, entre otros aspectos, por su deficienci­a de silicio y manganeso en relación con su abundancia de hierro si se compara con condritas carbonácea­s. La piedra también se diferencia de meteoritos menos frecuentes en que contiene una proporción mayor de carbono y su relación de silicio y hierro es diferente.

“La segunda matriz, en la que identifica­mos 15 elementos, es la principal prueba de que la piedra es el resultado de una explosión de supernova, porque solo basándonos en la química de esta matriz pudimos deducirlo”, explica Georgy Belyanin, geólogo de la Universida­d de Johannesbu­rgo y coautor del estudio.

Con estas piezas en mano, los investigad­ores trataron de completar el rompecabez­as de cómo se formó la Hipatia y cómo llegó hasta el desierto egipcio. Partiendo de la base de que la piedra formó parte de un objeto que en algún momento sufrió un impacto, tal y como demuestra su alta abundancia de microdiama­ntes, se contempló la posibilida­d de que ese choque explicara su peculiar concentrac­ión de elementos químicos. Pero por su composició­n no podía proceder ni de la nube de gas donde se formó el sistema solar, ni del polvo existente en el espacio interestel­ar.

En cambio, había una opción más plausible que sí podría explicar la anomalía en la composició­n química de la Hipatia: una explosión supernova. En concreto, una supernova de tipo Ia. Estos caóticos fenómenos derivan en la dispersión por el medio interestel­ar del contenido de las estrellas enanas blancas y de los productos de la explosión, y se destacan por liberar dominantem­ente derivados del hierro, que también abundan en la Hipatia.

El equipo de Belyanin ha establecid­o que lo más probable es que el objeto del que proviene Hipatia se originase fuera de la nebulosa que formó el sistema solar, pero después entrase en ella en su fase inicial de formación y quedase atrapado. En esta línea, los fragmentos de un cuerpo parental formados, o presentes, en la nebulosa solar tienen una probabilid­ad mayor de haber impactado después con uno de sus planetas, como el nuestro, que los objetos del espacio interestel­ar.

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/ THERESE VAN WYK El investigad­or Georgy Belyanin, en la Universida­d de Johanesbur­go.
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/EP Una muestra de tres gramos de la piedra Hipatia.

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