Verde esperanza
Nadal apunta a Wimbledon después de someterse a dos sesiones reparadoras que han atenuado el dolor en el pie: “Estoy contento, la evolución es satisfactoria”
Santa Ponça (Mallorca) Poco tiene que ver la última estampa que dejó Rafael Nadal la semana pasada en París con la actual. En Santa Ponça, donde se ha ejercitado desde el lunes con el objetivo de probar si el tratamiento responde y si su pie izquierdo reacciona bien a la nueva técnica —adiós a las infiltraciones, hola a la radiofrecuencia pulsada—, cae el sol con fuerza y bajo los rayos juguetea aquel Nadal de fondo adolescente que sigue pasándoselo pipa dando raquetazos. Lo sufre en sus carnes Feliciano López, al otro lado de la red: “¡Ahí la llevas, Feli!”. Y al toledano, camino de los 41 años y ducho en esto de pelotear sobre la hierba, lo atraviesa un rayo en forma de saque: "Ya te vale, ¿no?".
Nadal sonríe, Nadal se ve. “Mi intención es intentar jugar Wimbledon si hay alguna posibilidad, y las sensaciones de esta semana me dicen que hay posibilidades”, explica el campeón de 22 grandes ante una treintena de periodistas que no pierde detalle y observa con lupa cada paso que da. Aquellos que estuvieron presentes en París se cercioran de que el paso es controlado, pero la limitación es ahora diferente. Camina y apoya con relativa normalidad, y eso es novedad. “Estoy contento, llevo una semana sin ir cojo. He sufrido dolores. Son diferentes a los que tenía antes, pero para mí eso ya es un avance”, explica cuando este periódico le pregunta sobre la evolución.
Habla Nadal después de haber viajado dos veces a Barcelona, donde en el plazo de una semana se ha sometido —en una variante dirigida y supervisada por el doctor Ángel Ruiz-Cotorro, en la clínica Teknon— a un tratamiento que nunca antes había probado. Dice el mallorquín, de 36 años, que la cosa va bien, que esta nueva técnica en la que se adormilan los nervios colindantes con la zona del dolor le permite ver una rendija de luz a corto plazo. Nota el pie izquierdo extraño, un día de una manera y al siguiente de otra, pero se aferra con fe a la hoja de ruta médica y enfoca hacia el Distrito 19 de Londres, donde se asienta el bucólico complejo de Wimbledon.
“No es una cosa cien por cien inmediata, pero se notan cambios. Los he notado. Las sensaciones son un poquito extrañas, si soy honesto; me ha bajado el dolor articular que no me dejaba apoyar, aunque ocurren cosas extrañas”, transmite. “Con este tratamiento, a veces se me duerme una parte del pie y a veces otra; tengo como rampas [calambres] en la planta, pero según parece, es algo normal; en teoría, al cabo de unas semanas el nervio se reorganiza y envía las señales adecuadas, así que confiemos en que cuando esto se reorganice todo vaya bien”, añade.
En cualquier caso, Nadal todavía necesita reunir más pruebas para dar el paso definitivo y competir en el grande británico, que comenzará el día 27. Una semana antes, el tenista aterrizará en la
Hurlingham: Nadal hará una última prueba en la exhibición inglesa, del 21 al 24 de junio.
Wimbledon. Del 27 de junio al 10 de julio, el tercer grande de la temporada.
Masters 1000 de Canadá. Si el pie le respeta, el español se desplazará a Toronto, del 7 al 14 de agosto.
US Open. El torneo neoyorquino se celebrará entre el 29 de agosto y el 11 de septiembre. capital inglesa para dar un salto en la preparación y calibrar la resistencia del escafoides entre fuego más o menos real. Lo hará en el coqueto decorado de Hurlingham, un club localizado en el área de Fulham y donde ya ha participado otras veces en la exhibición anual que precede al pistoletazo de salida en Wimbledon. Apenas cinco kilómetros entre un escenario y otro. El acueducto, esta vez, entre la hipótesis y la meta tan deseada.
La prueba en Londres
“Mi intención es viajar allí y si viajo es porque tengo la intención de jugar; si a medida que pasan los días las cosas no van como esperamos, ya veremos lo que sucede”, previene el mallorquín ante la posibilidad de que ese dolor tan traicionero y tan hostigador pueda reaparecer durante el intervalo entre el ensayo —al que asistirán, teóricamente, Novak Djokovic o Carlos Alcaraz— y el despegue del día 27. “Pero esto no son matemáticas”, precisa; “en medicina no todo es matemático al cien por cien, y yo solo puedo hablar de lo que tengo certeza; de lo que no sé, no. Se han hecho dos sesiones [de radiofrecuencia], y de momento la evolución, a mi modo de entender, está siendo satisfactoria”.
Nadal está relajado, en su hábitat. Al fin y al cabo, no hay lugar más idílico para él que su isla, el territorio donde procesa ese extraordinario viaje —lo bueno, lo menos bueno y lo malo— que emprendió cuando era un niño y empezaba a pelotear con su tío Toni en el club de su pueblo. Ya ha pasado por la ducha, pero antes, en la pista, se ha desempeñado con intensidad. Dos horas a destajo junto a Feliciano; sin pisar del todo el acelerador, pero a buen ritmo sobre el césped tupido del Mallorca Country Club, que desde hoy acoge un torneo de categoría 250 por el que desfilará, entre otros, el nuevo rey del circuito masculino, Daniil Medvedev.
Ayer, viernes de sol, humedad y cigarras, también se dejaron ver por las instalaciones su hermana Maribel y Toni Nadal, que al igual que su sobrino, confía y confía en que podrá competir con garantías dentro de una semana en Inglaterra. Hace no mucho, todo era negro: la edad, el pie, los jóvenes empezando a sacar las garras. Hoy, todo es distinto. La inquietud está ahí, pero todo ha dado un vuelco. Pocos podían imaginar que a estas alturas de la temporada, el tenista de Manacor habría engarzado los dos primeros grandes y que, por qué no, puede postularse con fuerza al tercero si la progresión física continúa.
Nadal no compite en Wimbledon desde 2019, cuando cedió en las semifinales contra Roger Federer. Sin embargo, si hay un jugador que ha demostrado saber adaptarse a la carrera y llegar a las grandes citas sobre la bocina es él, cada vez con mejores “sensaciones tenísticas” y con el depósito anímico más recargado, dice, gracias al éxito reciente de París: “Me queda una semana de entrenamiento en Londres. En el caso de poder completarla, confío en llegar competitivo y si lo consigo, el comienzo del torneo va a ser vital para mí. Se trata de coger ritmo y sobrevivir a las primeras rondas. Me hace ilusión”.