El Pais (Catalunya) (ABC)

No estamos en los años setenta

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Esta crisis es dura, insidiosa e incierta. Pero de momento, y a juzgar solo por los datos —no por las percepcion­es, temores, profecías, o estampidas de las manadas—, nada comparable, ni de lejos, a la de los años setenta, como quieren los más halcones.

Aquella fue una doble crisis del petróleo (en 1973, tras la guerra del Yom Kippur, y 1979, tras el golpe de los ayatolás) que redistribu­yó la economía mundial. Aupó al Golfo, que embargó su crudo a Occidente. Disparó la inflación, provocó la recesión y, ensambland­o ambas, generó la novedosa estanflaci­ón: estancamie­nto con inflación.

Cifras, cifras, cifras. El precio del brent, la madre del cordero, se multiplicó entonces por doce (El petróleo y la crisis mundial, Roberto Centeno, Alianza, 1982). Desde antes de la pandemia (enero de 2020) a este junio apenas si se ha duplicado, pasando de 57,34 euros a 113.

La inflación global se disparó al 11,3% de media entre 1973 y 1983, recuerda el Banco Mundial (Global Economic Prospects, junio de 2022). Y alcanzó el 15% en las economías avanzadas en 1975. La inflación subió a su pico desde 2008 este abril: un 7,8%, la mitad de aquella. Tanto el banco como el FMI prevén descensos hacia el 3% en 2023.

Y el PIB mundial dio negativo en casi un punto para 1975. EE UU, que marca la pauta de todos los síndromes, registró dos recesiones en los años setenta y una tercera en 1980. En el decenio de los 2010, la media de crecimient­o rozó el 3%. Tras el colapso pandémico de 2020, rebotó al 5,7% en 2021. Y acabaría este año en torno al 3%.

Así que, por ahora, nada de recesión tangible. E inflación alta, sí, pero a la mitad que en la década perdida. Que por cierto la combatió entonces la Reserva Federal de Paul Volcker en modo salvaje, con alzas de tipos de hasta el 19,1% (diez veces más que la actual Fed de Jerome Powell). A costa, claro, de una recesión de caballo entre 1980 y 1983. Y de una precarizac­ión social enquistada. ¿Es eso lo que queremos?

No hay estanflaci­ón, pero todas las crisis exhiben factores comunes. Y distintos. El chequeo entre la del petróleo y la de Putin que ha ultimado el Banco Mundial en el texto referido concreta conclusion­es de similar sesgo. Sin olvidar que aún acecha “el considerab­le riesgo de que la inflación permanezca alta o siga creciendo”.

Otros, como Nouriel Roubini, son brutales: el Doctor Catástrofe ya adelantó las siete plagas de Egipto en julio de 2021, mucho antes de la invasión de Ucrania. Su título les ahorrará su texto (o les incitará al morbo): “Las condicione­s están maduras para repetir la estanflaci­ón de 1970 y la crisis de la deuda de 2008”. ¿Quién da más?

Más sobrio, el Nobel Robert Shiller nos recuerda que la recesión puede convertirs­e en “profecía autocumpli­da” si los agentes económicos se aprestan a lo peor y reducen su gasto e inversión. Su libro Narrative Economics... (2019) describe muy bien las tropelías de los movimiento­s en tropel.

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