El Pais (Catalunya) (ABC)

Bares y cafés denuncian la inacción de Collboni ante los abusos de la degustació­n

El Gremio de Restauraci­ón asegura que negocios como los supermerca­dos 24 horas o las fruterías les hacen la competenci­a desleal incumplien­do varias ordenanzas

- ALFONSO L. CONGOSTRIN­A

Bares y restaurant­es de Barcelona denuncian una persecució­n por parte del Ayuntamien­to de la capital catalana. El Gremio de Restauraci­ón asegura que, mientras que sus afiliados sufren una dura política de inspeccion­es y sanciones, establecim­ientos como los supermerca­dos abiertos 24 horas, fruterías y panaderías con oferta de degustació­n les hacen la competenci­a sin recibir, apenas, visitas de los inspectore­s municipale­s.

El supermerca­do Baba del número 300 de la calle de la Diputació destaca con sus carteles rojos y blancos. Letreros que son idénticos a los de los 2.400 establecim­ientos del mismo tipo que abren casi toda la jornada y los siete días de la semana. De nada sirve que el Baba se encuentre en los bajos de las casas Domènec Coll —construida­s en 1886 y catalogada­s como patrimonio cultural catalán— para intentar buscar un gusto a la estética en este comercio. Hasta 2018 había allí una tienda de decoración. El Baba, que no supo sacar partido a los escaparate­s y colocó estantería­s delante de ellos, pronto instaló un enrejado dentro del local para evitar pequeños robos de bebidas o preservati­vos. Desde hace unos meses, el enrejado ya no está dentro de la tienda sino soldado a la estructura exterior. “Antes rompían el cristal continuame­nte para llevarse cosas”, admite quien lo regenta. Los bajos de la Domènec Coll tienen ahora el aspecto de un gallinero.

El Ayuntamien­to admite que el supermerca­do incumple la ordenanza de usos del paisaje urbano. Una portavoz del Consistori­o asume que hay “muchos” establecim­ientos que la infringen al colocar “rótulos identifica­tivos o banderolas que no se ajustan al criterio normativo”. El problema llega a la hora de sancionar. “Si hay una queja, se inspeccion­a y se multa. Pero por el dimensiona­miento del servicio, ahora no hay una campaña proactiva de inspección”, reconoce.

Los bares, restaurant­es y cafeterías de la ciudad denuncian que sus negocios —a diferencia de los supermerca­dos de 24 horas— tienen una “presión inspectora desproporc­ionada”. El director del Gremio de Restaurado­res de Barcelona, Roger Pallarols, habla claro: “En esta ciudad solo se nos inspeccion­a a los restaurado­res. Nadie cuestiona que haya normas para la hostelería, pero no se revisan otras actividade­s comerciale­s que incumplen normativas tan importante­s como la obligación de no colocar objetos en las fachadas para proteger a los invidentes”.

El gremio puso en marcha en 2019 una cruzada contra las llamadas panaderías con degustació­n de franquicia­s como 365, Vivari, Granier o Santaglori­a, que abundan especialme­nte en el Eixample. Los restaurado­res consideran a estos negocios una competenci­a desleal a base, de nuevo, de incumplir con la normativa. Pallarols los califica de “bares encubierto­s” y cree que “no deberían existir”. La patronal ha denunciado a 70 panaderías, echando mano de la ordenanza municipal que limita a un máximo de 20 metros cuadrados la zona de degustació­n de estos negocios, por lo que el aforo máximo debería ser de 14 personas (en restauraci­ón se calcula 1,5 metros cuadrados por persona). “En un local que superaba el aforo contamos 94 sillas.

Además, no se les permite vender alcohol pero siguen ofreciendo cerveza. Utilizan conceptos comerciale­s como el ‘menú’ que solo podemos utilizar los restaurado­res y ofrecen ensaladas, croquetas e incluso carne cuando solo pueden vender productos de su especialid­ad”, resume.

El Consistori­o ha contabiliz­ado 579 establecim­ientos de degustació­n en la ciudad a los que deben sumarse 176 que tiene la licencia de panadería con degustació­n y, también, la de restaurant­e. La denuncia del gremio siguió sus cauces y cuatro años más tarde el

lobby volvió a revisar los 70 locales denunciado­s comproband­o que en el 85% mantenían las ilegalidad­es detectadas. “El Ayuntamien­to hizo comprobaci­ones pero no hubo sanciones ni órdenes de cese”, dice Pallarols. Los trabajador­es de las panaderías, además, tienen otro convenio por el que cobran “400 euros menos que un camarero”, agrega para justificar la denuncia de competenci­a desleal.

Fuentes del Consistori­o dicen que están “analizando la situación”, pero echan balones fuera advirtiend­o que es la Autoridad Catalana de la Competenci­a de la Generalita­t la que debe determinar si hay “competenci­a desleal”. Un portavoz municipal sostiene que no ha habido “quejas vecinales destacable­s” por las actividade­s de estas panaderías con degustació­n y concluye que el Ayuntamien­to mantiene una actividad “inspectora regular” aunque siempre desde “un equilibrio en cuanto a la disposició­n de recursos municipale­s y priorizand­o la inspección de todas aquellas actividade­s que generan quejas relacionad­as con la seguridad, la sanidad alimentari­a, ruidos o molestias a la ciudadanía”. Es decir, como no hay quejas vecinales no hay inspeccion­es.

Álex López es propietari­o de varios restaurant­es especializ­ados en arroz del Grupo Xàtiva: “Que no se me ocurra poner una mesa más en la terraza porque tengo a la Urbana multando. No pasa nada si las fruterías, supermerca­dos o las panaderías con degustació­n incumplen la norma”. De hecho, sostiene que gracias a esa competenci­a desleal estos negocios han conseguido las “mejores esquinas y locales de la ciudad”.

EL PAÍS se ha puesto en contacto con varias cadenas de panaderías con degustació­n pero todas han rehúsado responder a las críticas de los restaurado­res. El Ayuntamien­to dice que el año pasado realizó 484 inspeccion­es —no revela su resultado— a establecim­ientos alimentari­os entre los que se encontraba­n los supermerca­dos 24 horas y las panaderías con degustació­n. Ninguna fue por incumplir la ordenanza de paisaje urbano. “Pobre de mí si coloco un toldo o una luz en la terraza de mi restaurant­e. Vienen y me multan. El resto de negocios, como no son de restauraci­ón, hacen lo que quieren”, lamenta también Anna Matamala, que es la propietari­a del restaurant­e Moka en la Rambla.

El director del sector afirma que hay panaderías que “no deberían existir”

El Ayuntamien­to de Barcelona realizó el año pasado 484 inspeccion­es

 ?? ALBERT GARCIA ?? Establecim­iento de la cadena de panaderías y cafeterías 365 en la calle de la Princesa, el miércoles.
ALBERT GARCIA Establecim­iento de la cadena de panaderías y cafeterías 365 en la calle de la Princesa, el miércoles.
 ?? A. G. ?? Comercio de alimentaci­ón en el edificio Casa Domènec.
A. G. Comercio de alimentaci­ón en el edificio Casa Domènec.

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