Pogacar, el campeón que ya gana sin querer
El esloveno suma su cuarto triunfo en una etapa que UAE destinaba a Marc Soler
En el autocar del UAE había un cartel que un niño había hecho para Pogacar. “Ti si najboljsi!”, se leía en esloveno. “Eres el mejor”. Y bien que lo ha sido en la Volta, campeón con cuatro etapas de siete, por delante de Landa y Bernal. Triunfo aplastante y planificado.
Etapa 1, cero fugas.
Las órdenes del director deportivo Matxín al equipo pasaban por evitar las fugas, por tratar de llegar al sprint, sobre un repecho, bien colocados para que Pogacar quemara rueda. Pero el recorrido les fue en contra. “Los chicos trabajaron perfecto, pero al final había muchas curvas, vallas, pavés… Y se intentó asumir los menos riesgos posibles”, cuenta Matxín. Pogacar se contentó con la segunda plaza. No volvería a pasar.
Etapa 2, arreón a 6km.
En el meeting del autocar, Matxín fue claro: “Hay que romper a seis kilómetros de meta, justo antes del descansillo, que es donde más daño se puede hacer”. Aceptaron los ciclistas la estrategia, que pasaba por poner ritmo. “Era crear la selección natural”, resume Matxín. Trabajo hecho y, ya en las rampas de Vallter, arreón de Pogacar hasta la meta.
Etapa 3, el ataque.
Se trataba de desgastar al resto para que Pogacar saltara en la última subida a Port Ainé. “Marcamos ritmo y si hay un equipo que quiere ir más rápido, les dejamos hacer porque la carretera es de todos”, indicó Matxín a sus hombres. Eso intentó Visma y eso logró Mikel Landa con su ataque, replicado por Pogacar con otro más fiero, definitivo para volver a ganar.
Etapa 4 y 5, al sprint.
Carretera llana y jornadas para la foto finish. “Etapas que se debían controlar solas por el hecho del sprint final”, señala Matxín, que fue claro con el grupo: “Dejamos que haya fugas y si alguien quiere tirar más fuerte, que se ponga delante. Mientras no haya 20 ó 30 corredores con alguno importante…”. No pasó.
Etapa 6, el ritmo.
“Hay que mantener el bloque hasta la última subida”, pidió Matxín. Ocurrió que Visma y Movistar trataron de romper antes de tiempo. “Pusimos a Soler para tranquilizar al grupo, un ritmo para recuperar; de hecho, nos pillaron los de atrás”. Pogacar quería un poco de gasolina y a 30 kilómetros de meta, dejó al resto atrás para meterse la Volta en el bolsillo.
Última etapa, sin Soler.
El equipo no tenía planeado trabajar para Pogacar sino para Marc Soler. “Está en Barcelona, se lo merece “, expuso el director deportivo. Pero Soler no pudo irse a la fuga, negado por Ineos. Se sucedieron los ataques, el más fuerte de Williams (Israel), que dejó a 20 corredores para el sprint final. Se lo llevó Pogacar, que ya gana sin querer. Honor a Tadej, el mejor, campeón de la Volta; y sonrisa de UAE.
grandes ídolos generan cierta sensación de eternidad. Parece que siempre van a estar ahí. Construyen momentos y sensaciones que se grabarán en la memoria. Pero ellos se irán. Llegará un momento en el que un gesto, una decisión o una palabra marque el principio del fin, aunque eso solo se entenderá cuando el paso del tiempo aporte perspectiva. Durante el periodo en el que su rendimiento no deja de mejorar, acostumbran al hincha a una excelencia que se vuelve cotidiana y que tiene algo de gozo inconsciente por el hecho de estar disfrutando de un deportista en el momento álgido de su carrera.
Habrá, incluso, una comunión total que hará que tanto ídolo como seguidores anhelen un final perfecto, con la consecución de ese último trofeo individual o título colectivo que perfeccione el relato. Llegará entonces el momento de hacer balance, de situar la figura del héroe en el lugar que le corresponde.
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