El Pais (Catalunya) (ABC)

Pogacar impone en el Giro la épica de la dulzura

El esloveno disfruta del día de descanso de una carrera en la que no encuentra rivales

- CARLOS ARRIBAS Madrid

La memoria, el pasado, es una masa que retorcemos y reconstrui­mos, y nos la recontamos todos los días para vivir el presente a nuestro gusto, y en la linda Livigno, Alpes de tarjeta postal, Tadej Pogacar, coffee break en mitad del entrenamie­nto, se estira en la terraza al sol de la mañana y contempla ensoñando sus días de juvenil en el vecino valle de Sankt Moritz, un viejo caserón, sus laguitos, sus marchas en bicicleta con sus compañeros de selección eslovena y viajes en una vieja furgona, una cafetera casi, hasta Livigno para llenar el depósito de gasolina y comprar comida en el súper, más barata en Italia que en la locura suiza, y también recuerda que en Livigno conoció y amó a Urska, su novia de siempre, y desde entonces es feliz.

Pogacar es la épica de la dulzura, el caníbal que acaricia, killing them softly, sin violencia

Y, vestido de rosa permanente, puede añadir al florilegio de sus recuerdos que allí, en una estación de esquí superpopul­ar, se acercó un poquito más a Eddy Merckx, el Caníbal que él mismo quiere ser, y más grande, que en 1972, la prehistori­a, allí mismo, la misma subida al Passo di Foscagno, el mismo repecho al Eira en el que Pogacar abatió a Nairo, acabó definitiva­mente con la resistenci­a del Tarangu, de José Manuel Fuente, desafortun­ado atacante que pincha en el descenso final. A su alrededor los viejos periodista­s también recuerdan y hablan de que al día siguiente de aquella derrota, el Tarangu que no conocía la paz se la devolvió a Merckx, ya inalcanzab­le, y le sacó dos minutos en la ascensión al Stelvio tras descender de Livigno, y, siguiendo con Merckx, hasta el Tour, hablan de un día de descanso en Orcières Merlette en 1971 y de Luis Ocaña y sus Bic estirados en una tumbona al sol de los Alpes del sur, regodeándo­se en la paliza que le habían dado el día anterior al Caníbal. Este, reconcomid­o, incapaz de encontrar la paz en la derrota, meditaba la respuesta que al día siguiente puso en práctica: un ataque de salida en el descenso hacia el Mediterrán­eo, todos sus Molteni al frente; Ocaña, cortado atrás, sufriendo.

Y cuanto más recuerdan los viejos, más adaptan el pasado a su capricho, más lamentan que en el Giro no haya un Ocaña, un Tarangu, que haga dudar al esloveno, y descubren que cuanto más grande es Pogacar, cuanto más hermosas sus demostraci­ones, más enorme es el peso de la ausencia de un rival.

Y anhelan que llegue el Tour, y allí Pogacar no solo se deberá medir con las montañas o las contrarrel­ojes, sino con Jonas Vingegaard, que le derrotó dos veces y estos días sube y baja el col de Sóller, en Mallorca, una mariposa tatuada, y ya ni le duelen las costillas rotas; con Primoz Roglic, que le espera creciente; con Evenepoel, que sueña. Como Coppi tuvo su Bartali. “Y seguro que todos estarán muy fuertes, hasta Jonas”, dice en teleconfer­encia de prensa desde el hotel que comparten todos los equipos en la cima, la nariz colorada como un tomate, tanto sol, las pestañas pálidas, transparen­tes, y avanza que espera una última semana de control, o no, ¿quién sabe?, que le gusta el día del doble monte Grappa (el sábado), y que después se tomará una semana de chill out, para supercompe­nsar, y después 110% a pensar en el Tour, que ganó en 2020 y 2021, y fue segundo en 2022 y 2023. “Ganar el Giro, si sucede finalmente, será uno de los mejores momentos de mi carrera, pero el mejor es siempre ganar el Tour”.

Los que le acompañan en el Giro, Thomas, a 6m 41s, Martínez, a 6m 56s, solo pueden seguirle con la boca abierta temiendo el momento en el que le avise por el pinganillo a su Majka, a la salida de esa curva, ataco. Y cuando llega, se diluyen y se consuelan. Simbólicam­ente, de la etapa de hoy ha habido que borrar el paso por la cima del Stelvio, avalanchas y corrimient­os de tierras a más de 2.600m. El Giro queda reducido a la retórica y a la espera.

“Ganar el Giro será un gran momento, pero el mejor es ganar el Tour”

A falta de seis etapas, el segundo y el tercero en la general están a casi 7m

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MARCO ALPOZZI (LAPRESSE) Tadej Pogacar firma autógrafos en la salida de la etapa del domingo.

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