Una vejez achacosa
FUENTE YMBRO / MORENITO, MORAL, GARRIDO
Toros de —el sexto, devuelto—, bien presentados, mansos, sosos y descastados; manejables tercero, cuarto y quinto. Sobrero del grandón, manso y noblote.
pinchazo —aviso— y estocada caída pinchazo —aviso— y estocada caída (silencio).
dos pinchazos y estocada
—aviso— y tres descabellos (algunos pitos).
—aviso— estocada baja (silencio); pinchazo —aviso— tres pinchazos, estocada —segundo aviso— y tres descabellos (silencio).
14 de junio. Trigesimosegunda corrida de feria. Casi tres cuartos de entrada (16.547 espectadores, según la empresa). Allá que se fue Morenito de Aranda a esperar a su primero de rodillas, en los medios, frente a la puerta de toriles. Asomó el toro, dio un par de pasos, lo miró, no le hizo caso, atisbó el horizonte, volvió a caer en el torero, se acercó a su terreno con el freno de (silencio); pinchazo, estocada
mano agarrado y Morenito optó por levantarse por lo que pudiera ocurrir.
Era un toro serio, grande y veterano. Le faltaba un mes para cumplir los seis años —el más viejo de San Isidro—, con cara de persona mayor y semblante de jubilado. Instantes después demostró, además, que tenía malas pulgas. Manseó con aspavientos en el caballo y su comportamiento en banderillas fue desagradable, malaje, con guasa y un talante poco recomendable. En fin, un anciano con achaques.
Cuando su lidiador tomó la muleta, dijo con claridad que embestir no era lo suyo, que prefería la paz de la dehesa y huyó de Morenito al que desesperó con su mal carácter.
Después salieron sus hermanos pequeños y no representaron, precisamente, a la juventud que empuja. Eran jóvenes, sí, pero insuficientemente preparados para la lidia. Se notó a lo lejos que su referencia era el más veterano de la casa.