El Pais (Madrid) - Especiales

BRASIL CONTRA BRASIL

- Por JOSÉ SÁMANO

Nada más evocador que un Mundial en Brasil, porque fue en esa tierra donde el fútbol se hizo arte, donde los negros importaron la bola pateada por los anglosajon­es para luego mimarla. Fue en tierras brasileñas donde el balón se hizo pelota, donde mereció el trato de una dama. Brasil, y solo Brasil, ha estado en todos los Mundiales desde su origen, y ahora será el anfitrión de un torneo en el que no faltará un solo campeón. Un cartel extraordin­ario desde el punto de vista deportivo, pero en un país por el que siempre corrió el fútbol por sus venas hoy no cuelan los fastos organizati­vos y su desorbitad­a factura. Fútbol sí, despilfarr­o no. En estos tiempos de acuciantes necesidade­s, resulta que el juego que hizo de nexo entre todos los brasileños, fueran del sustrato social que fueran, hoy cuenta con una notable oposición popular. Según las últimas encuestas, el barómetro favorable no llega al 50%. Brasil contra Brasil, en el campo, con la losa del Maracanazo, y en las calles.

EL BRASIL FUTBOLÍSTI­CO DE HOY TIRA MÁS DE BROCHA QUE DE PINCEL, pero la Canarinha es el gran museo de este deporte, por más que desde los noventa, arrastrado por el dunguismo, el equipo haya perdido imaginació­n en beneficio de eso que llaman fiabilidad, como si la del 58 o el 70 no hubiera sido tan hermosa como triunfal. Incluso el equipo del 82, el de Zico, Falcao, Sócrates, Junior y otros genios que perduran en la retina pese a su derrota con Italia en Sarrià. Hay seleccione­s con tanta púrpura, tan embriagado­ras, que están por encima del ganar o perder. A ello también aspira esta España con sello y altos vuelos. LOS TIEMPOS HAN CAMBIADO, Y MÁS EN LA ANFITRIONA, donde la losa del Maracanazo se tiene por una derrota eterna, infinita, una cadena perpetua. El próximo 13 de julio, todo lo que no sea una victoria amarilla será un desastre nacional. Convencido de la trascenden­cia, a Scolari, curtido en algunas mazmorras del fútbol europeo, no le importa que Brasil haya perdido esencias, el aroma que le caracteriz­aba. Ha perfilado un equipo recio, con un punto de vinagre, en el que prevalece la pierna de mármol y solo Neymar vuela sin cadenas. Como es habitual, y se verificó en el ensayo de la Confederac­iones 2013, Brasil tendrá cierto amparo de la FIFA. A España 82 ni siquiera le evitó el ridículo. Pero esta es otra España.

EL CAMPEÓN DE SUDÁFRICA LLEGA CON UN RETO MAYÚS-CULO. Desde la Canarinha en el 58 y 62, nadie ha repetido en lo más alto del podio y ningún europeo ha triunfado jamás en suelo americano. Señal de la aventura que supone para la Roja, que llega con 12 jugadores que ya estuvieron en la Eurocopa 2008 y 16 de Sudáfrica. El bloque por encima de la renovación. A España le purificó su estilo, pero hoy Del Bosque tendrá que hilar fino para sostener la maqueta sin perder los fundamento­s. La fragancia sigue en el medio campo, donde no hay equipo en el mundo que pueda presumir de la arquitectu­ra de Xavi, Alonso, Busquets, Silva, Iniesta, Cazorla… Y será este selecto grupo de centrocamp­istas el que tenga que ganarse para su causa al que se presume será el punto final: Diego Costa, nada que ver con los hábitos ya sabidos de Villa. De la capacidad de adaptarse unos y otro dependerán muchas de las opciones de España. En África, la defensa resultó capital: encajó dos goles en la primera fase y luego encadenó cuatro 1-0. Para Brasil, Del Bosque ha ganado suministro por los laterales, donde se ha consolidad­o Jordi Alba y han emergido Juanfran y Azpilicuet­a. El centro de la zaga es otra historia. Sin Puyol, el sostén es cosa de Piqué -que no ha hecho su mejor temporada- y Sergio Ramos -inmenso este curso-. En la recámara, con Albiol –con más rodaje en Nápoles que en el Madrid- y Javi Martínez -mutado desde el medio campo-. Del Bosque tiene cesto y tiene mano para el diván.

LAS PREDICCION­ES SITÚAN A BRASIL Y ESPAÑA COMO LOS GRANDES FAVORITOS, PERO NO TENDRÁN UN PASEÍLLO. La Alemania en transición, el Messi Argentina Fútbol Club, esa Italia que suele afilar los colmillos, una Francia que puede pujar si ha exorcizado sus convulsion­es de los últimos tiempos. Y no serán los únicos combatient­es: Chile, Colombia, Bélgica y otros agazapados no admitirán despistes. Todos contra todos y lo dicho, Brasil contra Brasil.

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