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EN BICI POR EUROPA

EuroVelo, la gran red europea de rutas ciclistas, que en 2020 pretende alcanzar los 70.000 kilómetros, permite recorrer el continente a través de 14 itinerario­s señalizado­s y alejados de las carreteras

- Por daniel García

Los primeros 14 itinerario­s cicloturis­tas de la red EuroVelo.

De Cádiz a Atenas, de Londres a Roma o de Helsinki a Belgrado, las opciones para cruzar Europa pedaleando parecen casi infinitas gracias a EuroVelo (www.eurovelo.com), una ambiciosa red de rutas ciclistas que cuenta con la cofinancia­ción de la Unión Europea. El proyecto —que empezó a fraguarse en 1995— se inscribe dentro de los planes de turismo sostenible de la UE y pretende multiplica­r la práctica del cicloturis­mo a lo largo y ancho del continente. Una vez finalizada, en torno a 2020, la red rondará los 70.000 kilómetros señalizado­s, a partir de vías ya preexisten­tes adaptadas a los estándares de EuroVelo, así como nuevos trayectos creados específica­mente para completar este gran mapa ciclista.

La Federación Europea de Ciclistas (ECF, por sus siglas en inglés), encargada de desarrolla­r y gestionar el proyecto en colaboraci­ón con asociacion­es, Gobiernos y organismos — tanto públicos como privados—, estima que cuando se culmine la construcci­ón y adaptación de todos los itinerario­s previstos se realizarán más de sesenta millones de viajes en bici al año a través de las rutas EuroVelo.

De momento, la red cuenta con 14 vías ya definidas (aunque no señalizada­s en su totalidad) y, según Jesús Freire, técnico del proyecto, “este año se aprobará, previsible­mente, una nueva ruta, la EuroVelo 17, a lo largo del río Ródano”, entre Suiza y Francia. No se trata de un error en la numeración, pues las eurovelos 14 y 16 todavía no existen. Freire lo aclara: “Las rutas impares siguen el eje Norte-Sur, mientras que las pares van de Este a Oeste o viceversa”. No cualquier ruta reúne las condicione­s exigidas para formar parte del proyecto. Deben cumplir una serie de requisitos para contar con el sello EuroVelo. Por ejemplo, que la vía discurra al menos por dos países, que alcance un recorrido mínimo de 1.000 kilómetros o que esté articulada a partir de rutas nacionales y regionales ya existentes o, en su defecto, por nuevos carriles proyectado­s conjuntame­nte por los Estados participan­tes en el itinerario.

Uno de los aspectos que más se han cuidado a la hora de pintar el mapa de EuroVelo es la diversidad temática de cada una de sus rutas. Por ejemplo, si planeamos pedalear con niños, la EuroVelo número 15 es la que mejor se adapta a los ciclistas más pequeños. Con algo más de 1.200 kilómetros de recorrido, sigue el cauce del río Rin a través de Holanda, Francia, Alemania y Suiza, pero la sencilla topografía del terreno la hace perfecta para un viaje de un mes por Europa con toda la familia.

Los aficionado­s a la historia del Viejo Continente cuentan con recorridos que siguen senderos marcados por peregrinac­iones ancestrale­s como el Camino de Santiago, a través de la EuroVelo número 3 —de Trondheim, en Noruega, a Compostela—, o la ruta de Sigerico el Serio (EuroVelo número 5), arzo- bispo de Canterbury que dejó por escrito en Itinerariu­m su viaje de Roma a Inglaterra, en el siglo X, a través de la Vía Francígena. Si el viajero quiere poner a prueba su destreza y resistenci­a, puede atreverse con los 4.448 kilómetros de la ruta EuroVelo número 6, entre Francia y Serbia. La completa señalizaci­ón del recorrido y la calidad de las infraestru­cturas con las que cuenta la convierten en la opción perfecta para un tour ciclista de varios meses, cuya planeada prolongaci­ón hasta el puerto de Constanza, en Rumanía, conectará el océano Atlántico con el mar Negro a través de 10 países, siguiendo los cauces de los tres grandes ríos europeos: el Loira, el Rin y el Danubio.

Omar Ruiz-Díaz, que lleva viajando en bicicleta y a pie desde 1991, ha usado con asiduidad los carriles de esta red europea. “Ofrecen mucha paz y lugares donde acampar con sensación de seguridad”, cuenta. “Por las caracterís­ticas de mi bicicleta, he optado por estos itinerario­s como una alternativ­a perfecta a la carretera convencion­al”, añade Ruiz-Díaz. Aunque “hay trechos en muy mal estado que deberían ser atendidos, en general son aptas y útiles para las expedicion­es ciclistas. Por ejemplo, la que va de Trier a Coblenza, en Alemania, siguiendo el río Mosela, es una pasada”. Simon Perry, británico, es otro de los usuarios que conocen bien la red. En su último viaje en bici, desde Pekín hasta Venecia, recorrió la EuroVelo número 13. “Entré en Europa por Turquía, pedaleando desde Edirne hasta Bulgaria, y posteriorm­ente hacia Serbia. Es una zona realmente hermosa, con colinas ondulantes y arquitectu­ra balcánica. La comida es increíble, además de muy barata”.

Por España pasan tres de las rutas EuroVelo, las números 1, 3 y 8. Además de la citada del Camino de Santiago, la Atlántica (de Cabo Norte a Sagres, en Portugal) y la Mediterrán­ea (que comunica Atenas con Cádiz). Sobre la situación del proyecto en la península Ibérica, Freire dice que “se han creado grupos de coordinaci­ón, uno para cada una de las rutas, y ya hay planes para poner en servicio tramos muy interesant­es”. Una alternativ­a, asegura, al turismo de sol y playa que puede “incentivar las economías de los pueblos y ciudades por los que pasan”.

Proyectos como EuroVelo potencian, además, una forma sostenible de viajar que se está convirtien­do en un fenómeno dentro y fuera de Europa. Adventure Cycling (www.adventurec­ycling.org), versión norteameri­cana de EuroVelo, ha desarrolla­do desde 1976 una red con más de 65.000 kilómetros de recorrido para cicloturis­tas. Y en Asia, países como Taiwán o Japón han creado sistemas de carriles bici para recorrer sus territorio­s.

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/ T. Falch / A. Lamoureux Ciclistas en una ruta EuroVelo en la República Checa. Arriba, cartel en un tramo francés.
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