El lado más aventurero de la actriz Aura Garrido
Atravesó la parte peruana del Amazonas a los 16 años, le encanta Nueva York y nos recomienda descubrir la riojana sierra de Cameros. Aunque no le gustan los aviones, la actriz madrileña se declara viajera apasionada en busca de momentos especiales
Acostumbrada a viajar a lo largo de la historia cuando encarna al personaje de Amelia Folch en El Ministe
rio del Tiempo, la actriz Aura Garrido, de 28 años, también es una viajera aguerrida en la vida real, y en este cuestionario nos cuenta secretos y recuerdos de sus peripecias por el mundo. Cuéntenos de dónde acaba de volver. De la costa de Portugal. He estado aprendiendo a hacer surf con una amiga. ¿En qué lugar del mundo se ha sen
tido más feliz? En Perú, haciendo la Ruta Quetzal, que fue mi primer viaje sola al extranjero con 16 años. Atravesar parte del Amazonas era un sueño que tenía desde pequeña. Creo que no hay nada que se le pueda comparar, y ver la selva arrasada por las madereras te rompe el corazón. Mencione el lugar que más merece la fama que posee. Creo que Venecia. No hay palabras para describir tanta belleza.
Y el que menos la merece… Los Ángeles tiene fama de ser muy glamurosa, pero, la verdad, yo no veo el glamur por ningún lado. Tiene sitios preciosos y la naturaleza es increíble, pero la ciudad es bastante extraña, como si fuese un conjunto de urbanizaciones de extrarradio con polígonos industriales y centros comerciales entremedias. No es exactamente mi concepto de elegancia. ¿Cuál es su destino favorito y por qué? Nueva York. Da igual cuántas veces vayas porque es inabarcable: siempre hay algo nuevo y fascinante por conocer. Describa su vista favorita. Hay un tramo de la carretera de El Escorial, la M-505, desde donde se ve la sierra de Madrid con la ciudad al fondo. El atardecer allí es una locura. Háblenos de algún rinconcito estupendo que conozca. La sierra de Cameros, en La Rioja. Se come y se bebe bien y es preciosa, llena de pueblecitos de piedra con flores entre montañas. ¿Algún placer inconfesable cuando va de viaje? Ir al mercado o al supermercado nada más llegar. No es muy inconfesable, pero suena bastante ridículo. Me encanta, me parece el mejor sitio para conocer cómo vive la gente y comprar comida local, que es mi debilidad. Describa un recuerdo de las vacaciones de su niñez. La felicidad cuando llegaba al aeropuerto y me montaba en un avión, camino de un lugar nuevo o diferente. Ahora me dan miedo los aviones —aunque viajo en ellos constantemente— y lo recuerdo con envidia. ¿Cuál fue el souvenir más lamentable que compró en un viaje? Hubo una época en la que me dio por coleccionar vasos para chupito. Hay varios bastante memorables que rozan la vergüenza ajena. Describa un desastre vacacional. Estando en Creta con una amiga, decidimos visitar una pequeñísima
isla hippy recomendada por una guía de viaje. Nos levantamos a las tres de la madrugada, tomamos un autobús para cruzar Creta con nuestras mochilas y, tras unas horas, unos griegos con los que entablamos conversación nos contaron que ese lugar no era una isla: era un pueblo de cuatro casas en medio de las montañas. Creo que tardamos en reaccionar un rato. Entre risas, nos recomendaron otra isla maravillosa, que fue de lo mejor del viaje. Pero no quemamos la guía de milagro. ¿Cuál fue el hotel más refinado en el que se alojó? Una vez, para un evento, me llevaron a una suite del Majestic de Barcelona. Todo me pareció espectacular: la decoración, el desayuno, la cama, la ubicación… Me sentí en una película.
¿Turista activa o tumbada al sol? ¿Mochilera o en plan lujo? Me encanta viajar con mochila, tener experiencias, patear, perderme. También me gusta viajar para dormir sin despertador, desayunar al sol sin prisa, leer durante horas… Creo que por eso necesito tanto viajar con frecuencia, para pararme a disfrutar de las pequeñas cosas. Confiese qué se llevó de la habita
ción de un hotel. La verdad es que soy muy aburrida para estas cosas. Una vez estuve a punto de llevarme la almohada porque lloraba de felicidad cada vez que me tumbaba. Pero no me atreví. Eso sí, las amenities, o sea, jabones y cremas, todas. Después de dos mudanzas arrastrando las que se me caducaban, he tenido que frenarme.
¿Qué frase en otro idioma emplea
con más frecuencia? Probablemente “gracias”. La hostelería puede ser muy dura y todos tenemos días malos, pero ser amable cuesta muy poco. ¿Qué es lo que más le gustaría encontrar dentro de su minibar? Helado de chocolate, para qué engañarnos. Describa un plato memorable que probó durante un viaje. La crema catalana deconstruida de Casa Masover, en Buira, un pueblo del Pirineo de Lleida. ¿Fue víctima de algún timo por ser viajera inexperta? Probablemente sí y no me haya enterado. Con los cambios de moneda es muy fácil. Mencione algo que nunca falta en su maleta. Libros. Más de los que me va a dar tiempo a leer.