En un dintel de Villa Palombara está escrita la clave indescifrable para crear oro
vía otra: un ángulo de la enorme plaza Vittorio aloja la puerta de Villa Palombara, la casa del marqués de Pietraforte, apasionado por la alquimia, cuyo dintel contiene la fórmula para transformar el metal en oro. La escribió un hombre que, tras una visita fugaz, desapareció dejando tras de sí copos de oro puro y unos papeles con inscripciones simbólicas. El marqués, incapaz de comprender su significado, mandó tallarlos sobre la puerta por si alguna vez pasaba alguien que supiera descifrarlos. Han pasado 400 años y todavía nadie ha podido.
Ya que no contamos, como el personaje Jep Gambardella en la película La gran belleza, con un amigo que custodie las llaves de los palacios de la ciudad de los palacios, les propongo un plan diferente: visitar los restos de la Villa Ludovisi, 36 hectáreas de exuberantes jardines, fuentes y esculturas, alabados por Goethe, Stendhal o Henry James, que se vendieron en 1885 y forman parte del barrio de Via Veneto. Queda el pabellón de caza, la Villa Aurora, llamada así por un fresco de Guercino que justifica la visita. Su jardín exhibe, junto a piezas romanas, una escultura de Miguel Ángel. Con todo, nuestro secreto es un caravaggio pintado en 1597 por encargo del cardenal Francesco Maria del Monte para ilustrar el techo de su laboratorio de alquimia con una teoría herética en ese momento: el Sol, en lugar de la Tierra, como centro del universo. Al lado, tres dioses vistos desde abajo en una perspectiva muy estudiada mueven una esfera translúcida con los signos del zodiaco. El rostro, los testículos y el cuerpo entero de Plutón son un autorretrato del mismo Caravaggio.