Respaldo, solidaridad y compañerismo
Hay una cara de la responsabilidad social corporativa ( RSC) que no solo tiene que ver con el negocio. Sus siglas bien podrían corresponder a "respaldo, solidaridad y compañerismo”. Más que ninguna otra política empresarial, la RSC depende de las personas. Son las plantillas las que le dan continuidad y contenido, sobre todo cuando se trata como un proyecto transversal y participativo y no se confina a un departamento aparte.
Carlos Esteban, director de Recursos Humanos y RSC de Grupo Zurich, relata una experiencia en la que se favorece el voluntariado corporativo. “Es una palanca fundamental para nosotros y cada vez está cogiendo más fuerza en la organización”, dice. “En nuestro caso se ha creado un triángulo virtuoso que combina lo que ocurre en la empresa, en la sociedad y en el entorno de los empleados, que pueden proponer proyectos solidarios suyos o que tengan que ver con su familia o amigos. Hay 500 voluntarios de los 1.500 empleados y queremos llegar a la mitad de la plantilla. Estamos involucrando a familias, proveedores y, en el siguiente paso, lo haremos con nuestros clientes”.
En palabras de Elena Valderrábano, directora global de Ética Corporativa y Negocio Responsable en Telefónica, “la plantilla es un actor fundamental. No va a funcionar si los valores que pretendes trasladar fuera no los comparten los trabajadores. La comunicación ya no es cosa de un departamento, la trasladamos los propios empleados, todos tienen sus redes y en su forma de actuar hacia fuera pueden representar a la compañía”.
Las políticas de RSC tienen la capacidad de atraer empleados preciados que se sientan a gusto con los valores de la compañía. “Si tú no tienes los valores que hacen que la gente quiera trabajar contigo, que digan ‘yo me siento parte de ese proyecto’… no consigues atraer ese talento. Los trabajadores tienen que ser socios y aliados, y para eso es muy importante el negocio responsable”.
Pero la RSC alberga también una cualidad más difícil de tasar, una satisfacción íntima que tiene que ver con el componente humano de quien enseña a redactar un currículo a un joven en riesgo de exclusión o renuncia a la comida de Navidad para dotar de tablets a alumnos con síndrome de Down, como hacen los compañeros de Carlos Esteban. “El ser humano busca motivaciones trascendentales, generar impacto y marcar la diferencia. La RSC es también una cuestión de generosidad y de ayudar a los demás”, dice.