El Pais (Madrid) - Especiales

Locos por los fondos marinos

De las islas Galápagos al mar Rojo y de Baja California al cabo de Palos, 10 destinos de submarinis­mo donde admirar fondos marinos de mil colores, bancos de peces tropicales y criaturas asombrosas como el tiburón ballena

- por PACO NADAL

Buceando alrededor del mundo

Me gusta mucho bucear. Quizá sea la actividad al aire libre que más satisfacci­ón me produce, y eso que practico unas cuantas. Pero ¿por qué esta desmedida pasión por sumergirme en un entorno hostil y para el que el ser humano no ha sido diseñado? Pues porque es la mejor manera que tenemos… de volar. Y es que allá abajo uno siente la ingravidez, vuela literalmen­te sin necesidad de motor ni medios mecánicos. Basta con llenar y vaciar los pulmones para subir y bajar, planear o hacer un picado, un looping o un vuelo rasante sobre el fondo marino. La ingravidez sin necesidad de salir al espacio exterior.

Me gusta bucear por el silencio que te envuelve. Son unos 45 minutos de absoluta intimidad, sin más sonido que el de la propia respiració­n. Me gusta bucear porque exige concentrac­ión, dominio de uno mismo y cierta sangre fría si bajas a profundida­des extremas. Te ayuda a ejercitar el autocontro­l, a dominar las emociones. No puedes salir hasta que el reloj que llevas en la muñeca te diga que has eliminado todas las microburbu­jitas que habías acumulado en tus tejidos y que de desparrama­rse por donde no deben te podrían causar un estropicio de pésimas consecuenc­ias.

Buceo para apreciar las diferentes tonalidade­s de azul que puede llegar a tener el mismo mar. Para explorar rincones del planeta tan cercanos y sin embargo aún por descubrir.

Una de mis mejores experienci­as submarinas las viví en Galápagos. Fue mi primer viaje al extranjero para bucear en aguas diferentes a las de cabo de Palos (Murcia), donde me había formado. Lo que vi y sentí en aquellas inmersione­s fue tan fascinante que luego, por más que he viajado por los cinco océanos y me he sumergido en lugares famosos, no he vuelto a sentir lo mismo. Galápagos es la Champion League del buceo. Si en superficie las islas Galápagos son ese enorme zoo natural de extrañas especies que divulgó Darwin en 1835, bajo la línea de superficie la fauna es aún más abun-

BUCEAR ES LA MEJOR MANERA DE SENTIR LA INGRAVIDEZ SIN NECESIDAD DE SALIR AL ESPACIO EXTERIOR

dante, excitante y variada. Hay opciones de buceo para poco expertos en muchas de las islas en las que se ven leones marinos, tiburones martillo, tortugas y grandes bancos de águilas. Pero las inmersione­s más excitantes, aptas solo para buzos experiment­ados, están en las islas de Wolf y Darwin, las más alejadas del archipiéla­go, donde en agosto y septiembre es posible ver enormes tiburones-ballena y bancos con cientos de martillos, amén de otras docenas de tiburones seda, galapagueñ­os, delfines y tortugas.

Otra aventura submarina memorable la viví en Papúa-Nueva Guinea. Fui hasta allí para rodar imágenes para una serie documental sobre buceo en la que estuve trabajando durante tres años. En Papúa encontré algunos de los arrecifes de coral más bellos e inalterado­s del mundo, y también otros arrasados por la dinamita de algunos desalmados que siguen practicand­o en zonas remotas una forma de pesca prohibida. Pude también documentar lo que había ido buscando: los grandes tiburones ballena que se han hecho residentes en la bahía de Cenderawas­ih, en la costa noroeste de la isla.

He visto cientos de arrecifes de coral en todas las zonas tropicales de los mares y me sigue fascinando su belleza y su colorido. Si un paisajista en pleno delirio hubiera intentado diseñar un jardín imposible, no le habría salido ni la mitad de fantástico que estos que ha creado la naturaleza en parterres submarinos de formas y tonalidade­s imposibles.

Me gusta muy en especial bucear entre tiburones —de arrecife, toro, grises, tigre…, incluso con el gran blanco— y no me canso de admirar la maestría y la fuerza de estas máquinas perfectas que llevan millones de años en lo alto de la cadena trófica de los mares, como guardianes de un ecosistema que ha funcionado desde siempre (el pez grande se come al chico) y que el hombre alteró con su tecnología.

Bucear me ha abierto una ventana, aunque sea pequeña, a ese fascinante mundo que hay bajo la superficie de los mares y que sigue siendo un gran desconocid­o. Mientras buceo soy feliz. Soy yo mismo en el gran azul. En la soledad, el silencio y la quietud de los océanos. Siempre pensé que el submarinis­mo tiene algo de vuelta al útero materno. Quizá por eso sea tan placentero.

MIENTRAS BUCEO SOY FELIZ EN EL GRAN AZUL. EN LA SOLEDAD, EL SILENCIO Y LA QUIETUD DE LOS MARES

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Un banco deAnthias cola de lira en el mar Rojo (Egipto).
 ??  ?? Un buceador, en un cenote de México.
Un buceador, en un cenote de México.
 ??  ?? Peces cirujano de aleta amarilla, comunes en aguas tropicales del Índico y el Pacífico.
Peces cirujano de aleta amarilla, comunes en aguas tropicales del Índico y el Pacífico.

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