GALICIA: EL VIAJE ESTABA ESCRITO
Entre Tierras de Santiago y Arousa-Norte, en A Coruña, siete santuarios recorren la vida y obra de grandes figuras de la literatura
Para el viajero que gusta de vivir al menos dos versiones de cada lugar, la suya propia y la de los escritores y escritoras que lo habitaron, Galicia es puro destino literario. Y si, como dice el filósofo Michel Onfray, el deseo del viaje se alimenta mejor de fantasmas literarios o poéticos, un buen lugar para toparse con esta tipología de fantasma son los denominados santuarios literarios: las Casa-Museo y las Fundaciones dedicadas a ese tipo de escritores y escritoras que han sido capaces de dotar a un territorio de una mitología literaria propia.
Y si en algún punto geográfico se ubica la puerta de entrada a la mitología de la literatura en Galicia es, sin duda, en el sur de la provincia de A Coruña: en los geodestinos Tierras de Santiago y Arousa-Norte se sitúa una de las mayores concentraciones de Casas-Museo del país gallego.
Casa-Museo Rosalía de Castro y Fundación Camilo José Cela. En Padrón se encuentran dos santuarios de la literatura. En la Casa da Matanza, última residencia de Rosalía de Castro, hoy descubrimos espacios verdes que recuerdan a su jardín y la recreación de lo que fue su casa labriega y hortelana de aquel principio del siglo XIX. La cercana Fundación Camilo José Cela tiene su sede en las Casas de los Canónigos, del siglo XVIII, donde se recorre la vida y obra del autor, a través de objetos personales, su biblioteca y su colección de arte. •Ticket de entrada: Las literatas. Carta a Eduarda (1865), donde Rosalía de Castro aborda las dificultades de las mujeres escritoras, 64 años antes que Virginia Woolf.
Museo Casa de la Troya. Este enclave en Santiago de Compostela recupera la pensión en la que vivió el protagonista del libro con el mismo título, firmado por Alejandro Pérez Lugín. Con mobiliario, enseres y decoración se radiografía la vida de los estudiantes universitarios compostelanos a finales del siglo XIX y se homenajea al autor. •Ticket de entrada: La casa de la Troya (1915), de Alejandro Pérez Lugín, con su periplo estudiantil y universitario.
Museo Manuel Antonio. Casa Natal Rafael Dieste. Casa Natal Alfonso R. Castelao.
Rianxo acoge las casas natales de estos tres escritores, situadas en la Rúa de Abaixo. Las de Dieste y Castelao están en proceso de musealización, solo señaladas con una placa, pero en el Museo Manuel Antonio descubriremos los vestigios de la vida y obra del autor, símbolo de la vanguardia de principios del siglo XX, que falleció de forma prematura los 29 años.
•Ticket de entrada: De catro a catro (1928), de Manuel Antonio, con todo su universo marinero.
Casa-Museo de Valle-Inclán.
Decía el dramaturgo que su casa en las Torres de Bermúdez, en A Pobra do Caramiñal, era “la más bonita de Galicia, muy siglo XVI, con unas gárgolas hermosas”. Y en su interior encontraremos fotografías de época, caricaturas, manuscritos originales y las primeras y más curiosas ediciones de sus obras.
•Ticket de entrada: Divinas palabras (1919), donde el paisaje literario recrea el de A Pobra.
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personas), también se ha convertido en una industria multimillonaria que ha atraído la inversión de fondos de capital y ha provocado un bum de boutiques. La marihuana ha dejado de ser marginal para formar parte del mainstream. Basta con ver los personajes que han entrado en el negocio, entre ellos la empresaria Martha Stewart, quien representaba a la hogareña ama de casa estadounidense y hoy tiene su línea de productos de cannabidiol (o CBD).
No hay mejor forma de palpar el sentido de normalidad de esta nueva cultura que poner un pie en una de estas tiendas. En los barrios ricos, al menos, el producto se muestra sobre mesas y aparadores que hacen recordar las tiendas donde Apple y Samsung exponen sus últimos adelantos tecnológicos. En MedMen, que tiene siete locales repartidos por la ciudad, uno de ellos a pocos metros del aeropuerto, ofrecen cerveza con THC y una amplia gama de chucherías y comestibles con marihuana, todo exhibido en elegantes muebles de madera. La sucursal en Abbot Kinney, cerca de la playa de Venice, abre sus puertas desde las ocho de la mañana (mucho antes que la mayoría de comercios) y es una de las más visitadas. Otro dispensario, el Sweet Flower, en el concurrido y señorial barrio de Westwood, convive en la misma calle que el Hammer Museum. La tienda tiene grandes ventanales que permiten la entrada de la brillante luz californiana y hacen de la compra una experiencia transparente. Además de material para el suministro de porros y vapeadores, tiene un área dedicada a productos de belleza y cuidado personal. La experiencia es menos amable en los barrios más al este, que tienen mayores problemas de seguridad y donde los dispensarios son un caramelo para los delincuentes. En algunas de estas tiendas, guardias privados fuertemente armados vigilando la puerta amargan una experiencia que se ha convertido en algo tan cotidiano como lo es para el turista visitar el Paseo de la Fama y el Teatro Chino de Hollywood.
La ciudad puede sorprender con joyas ocultas. Puede ser un árbol tropical en flor o una nutrida bandada de loros en el barrio más urbano