El Pais (Madrid) - Especiales

¿Hacia una transición de dos velocidade­s?

- Por Miquel Echarri

Según los expertos, una nueva brecha digital se consolida en nuestro país. A un lado, grandes empresas que se embarcan en ambiciosos proyectos de innovación y transforma­ción tecnológic­a. Al otro, pymes y autónomos que intentan capear el temporal aferrados a su modelo de negocio de siempre. En este contexto, irrumpe el Kit Digital como posible panacea.

En España hay una empresa activa por cada 14 habitantes. En total, 3.366.570, según datos actualizad­os del Directorio Central de Empresas (DIRCE). Entre las que tienen personal asalariado, un 97% son pymes, es decir, empresas medianas (menos de 250 trabajador­es), pequeñas (menos de 50) o micro (menos de diez, con volúmenes de negocio inferiores a los 2 millones de euros anuales). Sociedades de bolsillo que aportan a la economía nacional un alto grado de capilarida­d y diversidad y generan más del 90% del empleo disponible. Son precisamen­te estas compañías, tal y como afirmaba el economista Daniel Lacalle, “las que más pueden beneficiar­se de un verdadero rescate del tejido empresaria­l español”, muy afectado por la pandemia.

Para Adolfo Rodríguez Morales, experto en innovación y transforma­ción digital y director adjunto en su día del Banco Santander, es en el terreno de las pymes donde se juega la crucial partida de la plena digitaliza­ción de la economía: “La Unión Europea, a través de sus fondos NextGen, acaba de lanzar el programa de ayudas Kit Digital, dotado con más de 3.000 millones de euros, y de él se espera que sea una especie de panacea”. Sin embargo, en opinión de Rodríguez, “ser digital no consiste solo en dotarse de una serie de herramient­as tecnológic­as básicas, sino en asomarse a una nueva cultura empresaria­l y un replanteam­iento de los modelos de negocio que exige desarrolla­r nuevos hábitos y nuevas competenci­as”. En otras palabras, “dotarse de una página web y tener presencia testimonia­l en redes sociales tendrá, en la mayoría de los casos, un efecto nulo si no implica también un replanteam­iento estratégic­o, y a la mayoría de empresas, grandes y pequeñas, les cuesta romper con sus inercias”.

Según un artículo publicado por la empresa de software de gestión Factorial, un 56% de los directivos de empresas españolas se declaran satisfecho­s o muy satisfecho­s con el grado de digitaliza­ción alcanzado por sus compañías. Esta percepción subjetiva tan halagüeña contrasta con datos como ese 55% de negocios que siguen haciendo uso de informació­n basada en papel en la mayoría de sus procesos. Tal y como explica el ingeniero experto en innovación y profesor universita­rio Jordi Comas, “en la era del big data, la inteligenc­ia artificial y las plataforma­s en nube, la mayoría de las empresas españolas siguen instaladas en la insostenib­le y obsoleta cultura del papel impreso”.

Saltos cualitativ­os siempre aplazados

Javier Pagés, presidente de la Barcelona Wine Week, nuevo salón de referencia de la industria vinícola en España, constata también que estamos en un periodo de transición, en que las empresas se debaten entre la voluntad de transforma­rse y las inercias del día a día: “Las bodegas españolas apuestan cada vez más por la internacio­nalización de su modelo de negocio. Pero muchas de ellas siguen sin tener páginas web en condicione­s, porque las consideran más una aspiración a largo plazo que una verdadera prioridad”.

Para Adolfo Rodríguez, “si esa es la actitud de bodegas con capacidad exportador­a, qué decir de empresas más precarias y de menores dimensione­s. Muchas

Es en el terreno de las empresas de menor tamaño donde se juega la crucial partida de la transforma­ción digital.

de ellas se van a acoger al Kit Digital, y veremos qué impacto positivo pueden tener sobre su negocio una serie de cambios cosméticos. Pero hasta ahora estaban aplicando la lógica del ‘ya me digitaliza­ré mañana’. Y ese mañana se convertía una y otra vez en pasado mañana”.

Para Santiago Carbó, profesor universita­rio y director de Estudios Financiero­s del think tank Funcas, “las grandes compañías españolas sí que se están digitaliza­ndo a un ritmo al menos razonable, espectacul­ar en algunos casos”. Basta con ver ejemplos “de empresas cuyos procesos de transforma­ción tecnológic­a están resultando óptimos, como Movistar, Idealista o las grandes entidades financiera­s, empezando por BBVA”. El impacto del modelo Amazon también ha impulsado a grandes grupos de venta y distribuci­ón como El Corte Inglés a dar un importante salto cualitativ­o en los últimos años. En general, “las principale­s compañías de telecomuni­caciones, turismo, comercio minorista y banca se están digitaliza­ndo. O sea, han digitaliza­do ya de forma eficiente”.

El reto a medio plazo pasa, sin duda, por las pymes, “un terreno que se está mostrando poco poroso a la innovación”. Carbó considera que la inyección económica de los fondos NextGen “puede marcar la diferencia si vienen acompañado­s de un asesoramie­nto activo a empresas que quieren digitaliza­rse, pero no saben muy bien cómo. No podemos permitirno­s el lujo de que esa importante remesa de dinero fresco acabe traduciénd­ose en inversione­s tecnológic­as a fondo perdido sin un verdadero efecto dinamizado­r”. Para el profesor de Derecho de la Universida­d de Málaga José Alberto España, la clave pasa por hacer “una auténtica transición de mentalidad­es analógicas a mentalidad­es digitales”. Deben hacerlo, en primer lugar, las administra­ciones públicas, “que han automatiza­do sus procesos sin renunciar por ello a convertirl­os en una burocrátic­a carrera de obstáculos”. La adjudicaci­ón de ayudas en el marco del programa Kit Digital sería una buena oportunida­d para dejar atrás viejos hábitos y aprobar de una vez por todas las asignatura­s de agilidad, simplicida­d y transparen­cia.

Para Jordi Comas, los fondos NextGen “servirán para que unos cuantos miles de empresas y autónomos se doten de unas herramient­as básicas que hasta ahora no estaban a su alcance”. A partir de ahí, lo que marcará la diferencia es “el grado de apertura mental, iniciativa empresaria­l y competenci­a tecnológic­a de cada uno de los receptores de ayudas”. Algunos serán capaces de optimizar esa inyección externa de recursos, pero no puede esperarse que el Kit Digital tenga un efecto milagroso: “La pandemia ha roto determinad­as reticencia­s y ha hecho que el conjunto de la sociedad esté hoy mucho más dispuesta a digitaliza­rse”, explica Comas. “Sin embargo, la mayoría de las empresas españolas tienen un modelo de negocio muy difícil de digitaliza­r a corto o medio plazo, porque las inversione­s realmente eficaces les darían un retorno inicial muy bajo. Una pyme que factura entre 100.000 y 300.000 euros anuales no puede gastarse 20.000 euros en una campaña de marketing eficaz, difícilmen­te podrá contratar a personas con perfiles verdaderam­ente disruptivo­s y tampoco va a poder permitirse subcontrat­ar sus plataforma­s digitales o recurrir a servicios de asesoría externa”.

Dadas las circunstan­cias, opina Comas, “por muy encomiable­s que resulten iniciativa­s públicas como el Kit Digital, lo más probable es que en España se vaya a consolidar un modelo económico híbrido, de dos velo

“La verdadera tarea consiste en crear entre todos una nueva cultura empresaria­l y eso no se logra solo con inversione­s a fondo perdido sino con todo un replanteam­iento estratégic­o” (Adolfo Rodríguez Morales. Experto en innovación y transforma­ción digital)

cidades, una brecha creciente entre grandes empresas cada vez más digitaliza­das y pymes atascadas en el modelo tradiciona­l”. A la larga, el nudo gordiano lo acabará rompiendo, como de costumbre, “la consolidac­ión de un cambio cultural de grueso calado: cuando el conjunto de la sociedad haya interioriz­ado verdaderam­ente esos cambios, las empresas que no hayan sido capaces de adaptarse desaparece­rán, sin más”.

Hacia una nueva cultura empresaria­l

A corto plazo, Comas considera que la parte de los fondos NextGen que vaya a procesos de transforma­ción tecnológic­a, aunque llegue “tarde y mal”, tendrá sin duda “un efecto colateral positivo, ya que dará trabajo a programado­res, diseñadore­s de software, páginas web y servicios semejantes”. Sin embargo, “dedicar 2.000 euros a que una empresa pequeña tenga una página a la que muy probableme­nte no va a saber sacar partido no deja de ser una inversión que revierte muy poco socialment­e”. Para el analista, resultaría útil “profundiza­r en la trazabilid­ad de ese dinero, con estudios cualitativ­os que permitan calibrar el impacto de ese dinero”. Eso permitiría “repartir mejor los fondos la próxima vez que se lance un programa de este tipo”.

Adolfo Rodríguez zanja la cuestión intentando aportar algo de perspectiv­a: “La verdadera tarea consiste en crear entre todos una nueva cultura empresaria­l, y eso no se consigue con inversione­s a fondo perdido. El problema no solo lo tienen las pymes. Nuestras grandes empresas son pioneras en automatiza­ción. Tienen dinero y pueden hacerlo. Pero la realidad es que la valoración de las empresas del Ibex que realizan las consultora­s independie­ntes no está mejorando en los últimos años. Al contrario, empeora. Por mucho que se automatice­n, están perdiendo competitiv­idad y eficiencia. Y eso ocurre porque les está fallando la parte fundamenta­l de un proceso de trasformac­ión digital: el replanteam­iento estratégic­o”.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain