“Tenemos que generar marcas, diseños, patentes, actividad a medio y largo plazo”
Podríamos simplificar la encrucijada de la digitalización con esta metáfora: somos como esa joven con cualidades que termina sus estudios, deja atrás la cobertura paterna y se enfrenta al ser o no ser laboral, o más difícil, a emprender. El día que debe convertir las buenas intenciones en buenas decisiones.
Para Ana Caballero, vicepresidenta de la Asociación Europea para la Transición Digital, esa joven, España, se la juega no en el cuánto invertir una vez asignada la cifra, sino en el cómo y el dónde. “Necesitamos identificar proyectos sólidos, con un impacto de la financiación auditable, trazable, valorable, que la gestión del dinero ni dilapide ni solape administraciones. Y destinarlo no a infraestructuras como en los últimos 40 años, sino a activos físicos y tecnologías reales que generen derechos de propiedad industrial e intelectual, marcas, diseños, patentes; es decir, rentas y actividad a medio y largo plazo”.
Cuando la transformación acelerada no deja margen a decisiones erráticas, la joven debe madurar con aquello del conócete a ti misma, qué tiene a favor y qué contras puede convertir en pros. Caballero se declara optimista “por la velocidad de crucero de nuestra digitalización, de la organización y la mentalidad empresariales –por ejemplo el trabajo híbrido–, que pueden arrastrar a sectores menos tecnológicos como el primario o la hostelería”.
El siguiente pro ya se intuye en el primero: el made in Spain tiene actitud ante el riesgo acreditada en su internacionalización tras el crac de 2008. “Ese carácter es muy positivo porque los sectores protagonistas del crecimiento, sustrato fundamental del tejido productivo, asumen el riesgo de apostar por las ideas más innovadoras”. Los fondos europeos y nacionales son la oportunidad, quizá irrepetible, de proyectar a pymes de calidad ahora “dependientes de una financiación bancaria cada día más escasa y cara”.
Atención, no confundir fondos con motor. Los fondos estimulan el crecimiento, no lo fundan. Los motores son los proyectos fuertes en ciberseguridad, transición energética, gestión de recursos naturales, salud, e-health o farmacéutica y biomedicina, entre otros.
¿Retos que una gestión inteligente puede convertir en oportunidades? Primero lo imperativo, el reparto con sentido práctico, no dogmático, de los dineros para superar el agravio comparativo de sectores sobrefinanciados frente a otros obviados. Además, la conectividad en un mapa muy asimétrico en desarrollo para cohesionar la unidad de mercado, que es “el factor que aporta escala, tamaño y perspectiva a la digitalización”. “La atomización, en el sentido de desconexión, del tejido productivo nos dificulta engancharnos a las cadenas de valor internacionales” y es incongruente con una digitalización que en esencia es universal, masiva.
Pero, sobre todo, debe remediar el gran contrasentido: que financiemos por un lado y descapitalicemos por el otro. La presión fiscal interna se convierte en el principal competidor de las empresas. La competencia privada espabila, pero esta otra desincentiva: “En España es una de las más altas de la OCDE. Una empresa tiene que dedicar como poco 100 días de trabajo efectivo al año solo para enfrentar cargas burocráticas, administrativas y fiscales. No puede ser”.
Ana Caballero Vicepresidenta de la Asociación Europea para la Transición Digital ¿Cómo aprovechar la oportunidad —irrepetible— de los fondos para la digitalización? Ana Caballero lo sugiere: ̥nanciación con luces largas, cohesión interna y conectividad plena para competir con los mejores, y no con la presión ̥scal.