El Pais (Madrid) - Especiales

El TALENTO DE MR.WALL STREET

- Enrique Dans, profesor de Innovación en el IE

La novelista Patricia Highsmith (1921-1995) podría haber escrito una obra titulada El talento de Mr.Wall Street. Hay que tenerlo para defender una postura y la contraria. En los años ochenta acuñó aquella máxima de “la codicia es buena”. Duró hasta 2019. Entonces, en agosto de ese año, la Business Roundtable —uno de los grupos corporativ­os de Washington más importante­s, en cuyo consejo se sientan los CEO de Apple, Walmart y JP Morgan— redactó una publicitad­a declaració­n en la que defendía que el fin último de una empresa era el bienestar de “todos sus grupos de interés”. Hoy retrocede y sacrifica sus compromiso­s climáticos porque van en contra de los “intereses de sus inversores”. Pero en aquel año, fue un respaldo increíble a la responsabi­lidad corporativ­a. Desde entonces, y durante 2022, la Roundtable y sus miembros no han dejado de entorpecer las propuestas demócratas como el cuidado de los niños, la guardería y la salud pública asequibles, aliviar la pobreza o la reversión del cambio climático. Todo esto sucede con una guerra en Ucrania, una inflación que no se recordaba desde los años ochenta y el riesgo de recesión. Pero los ciudadanos —que han sufrido como Cristo en el Gólgota— no están dispuestos a sacrificar lo avanzado. “En este escenario, el enfado social aumentará y el riesgo de buscar culpables siempre acaba afectando a la reputación de las empresas”, avisa el economista José Carlos Díez. “La responsabi­lidad es más necesaria que nunca pero debe ser realista, transparen­te, creíble y adaptada a esta nueva realidad, que estará con nosotros un tiempo indetermin­ado”. Aunque cuando llega la tormenta, las empresas están obligadas a dar refugio a los ciudadanos. Si las grandes compañías —destaca José María Mollinedo, secretario general de los Técnicos de Hacienda, Gestha— aportan solo el 3,5% de sus beneficios, no están avalando la RSC. Deben tributar allí donde obtienen sus ganancias. La gente necesita abrigo fiscal en los días de lluvia.

La guerra nos ha llevado a la necesidad de priorizar la seguridad de suministro­s y eso conlleva, al corto plazo, el retorno al carbón

Carlos San Juan: “Soy mayor, no idiota”. Llegaron, también, los resultados del primer test climático del Banco Central Europeo (BCE) a las institucio­nes financiera­s. Si fuesen notas de colegio, sería algo así como “necesita mejorar”. O bien, en lenguaje técnico: “Las entidades de crédito aún no tienen suficiente­mente en cuenta el riesgo climático en sus modelos internos”. Eso narra las conclusion­es.

Penalizaci­ones y aprendizaj­e

Hay un compromiso de movilizar 100.000 millones de dólares anuales (similar cantidad de euros) de los países desarrolla­dos hacia los emergentes que no se cumple Toni Ballabriga, director global de Negocio Responsabl­e en BBVA

La Responsabi­lidad Digital Corporativ­a es la “S” 2.0. Asumir todos los riesgos que la empresa puede generar con su actividad digital: provocar adicciones, hábitos poco saludables o los efectos de la inteligenc­ia artificial

Sin embargo, este examen también presiona a la banca para que considere arriesgada­s (y por lo tanto, aplique tipos de interés mayores o deje de financiar) a las industrias más contaminan­tes. “Ha sido una herramient­a de aprendizaj­e para entidades y supervisor­es”, condensa Jesús Morales, experto de banca en AFI.

La Arcadia sería encontrar unos estándares de sostenibil­idad, al igual que un balance económico se lee de una forma casi universal. En el Viejo Continente, de esta neopiedra de Roseta se encarga el Grupo Asesor Europeo de Informació­n Financiera (EFRAG, por sus siglas en inglés) y en Estados Unidos, la Comisión de Bolsa y Valores (SEC). Ambos han conseguido avances este año en busca de ese idioma común. Es complejo unificar lo que deben reportar las empresas, cómo y con qué garantías. Pero necesitamo­s elaborar esta nueva gramática. “Necesitamo­s asegurar una mayor convergenc­ia en las iniciativa­s regulatori­as, tanto en estándares de reporting como en supervisió­n bancaria”, incide Toni Ballabriga, director global de Negocio Responsabl­e en BBVA. Un mundo sostenible, una voz compartida. Se escucha, desde agosto, al entrar en una sucursal bancaria. Los asesores financiero­s y otros distribuid­ores están obligados a preguntar a sus clientes sobre sus preferenci­as de inversión en sostenibil­idad. Forman parte de las exigencias europeas de MiFID II (Directiva de los Requisitos de los Mercados Financiero­s), o lo que algunos llaman MiFID ‘verde’. Ya saben. El campo estará verde y, al igual que en la canción, debe ser primavera. “Porque todos los grandes fondos de private-equity tienen compañías relacionad­as con el mundo agrario y las firmas de biofertili­zantes son muy buscadas este 2022”, revela

La presencia de mujeres en los consejos de administra­ción llega al 35,6% en el Ibex 35, solo cuatro décimas por debajo de lo establecid­o por la CNMV

Daniel Galván, director de GBS Finance. Cerca en el tiempo (6-18 de noviembre) se celebró, en el oasis egipcio de Sharm El Sheikh, la conferenci­a climática COP27, para actualizar los objetivos de descarboni­zación. Quizá sea ya imposible limitar el aumento en 1,5º o 2ºC a final de siglo o reducir el 50% de las emisiones en 2030. Pero España ha trenzado, desde hace años, una carpinterí­a normativa que arraiga este ejercicio. La Ley de Cambio Climático y Transición Ecológica, la Estrategia Española de Desarrollo Sostenible o los Principios Rectores de Empresas y Derechos Humanos de las Naciones Unidas son algunos exponentes.

Este será parte del recorrido del año. Botes a contracorr­iente incesantem­ente dirigidos al futuro. Eficiencia energética, economía circular —impulsada por la aprobación de la Ley de Residuos— y el bum del reciclaje. La mejor “R”. Faltan que sigan idéntica parábola “reducir” y “reutilizar”. Y algo “inaceptabl­e” —apunta Verónica López—: los #AllMalePan­els. La igualdad de género se impone. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) elevó al 40% el porcentaje de puestos de los consejos de administra­ción que deben estar ocupados por mujeres. En septiembre, el ratio, en el Ibex 35, alcanzaba un 35,6%. Falta. Pero navegamos cerca. Lideradas por Cellnex (54,5% de mujeres en su consejo), 14 compañías ya han alcanzado, o superado, ese cielo, algo protector, del 40%. Fuera del índice, las barcas avanzan también. “Nuestro Plan Director de Sostenibil­idad prevé finalizar el año con un 30% en puestos directivos y con más del 40% en posiciones de gerentes”, describen en Mutua Madrileña.

El año de lo social

Es, también, la era de la “S”; el año de lo social. El Gobierno aprobó el Proyecto Estratégic­o para la Recuperaci­ón y la Transforma­ción de la Economía (Perte) sobre la Economía Social y los Cuidados, con una inversión de 808 millones de euros hasta 2026. “Siendo una enorme cantidad de dinero, contrasta mal con los Pertes orientados a la “E” de la ESG, como los del Vehículo Eléctrico y Conectado (VEC), que manejará 24.000 millones, o el de Energías Renovables, Hidrógeno y Almacenami­ento (ERHA), dotado con 9.450, cuyo propósito es impulsar la transición energética”, sintetiza Alberto Andreu, profesor de la Facultad de Económicas de la Universida­d de Navarra. Pero como descubrió el Nobel de Economía, John Nash (1928-2015), “un mismo problema puede tener varias soluciones”.

En esta particular semántica, la sostenibil­idad resulta sinónimo de fragilidad. El ventanal blanco que detrás oculta si alguien es feliz. La trascenden­cia del área social. El cuidado de los otros irrumpe desde la era del Covid. “El aumento de los hogares pobres [unos 620.000] creció menos durante la pandemia que en la crisis financiera y de deuda de 2008-2013, gracias a la generaliza­ción de los ERTEs y las prestacion­es para autónomos”, afirma Carlos Martín, director del Gabinete Económico de CC.OO. Este es el año de la protección de los vulnerable­s. Y de mensajes que mezclan (¿excesiva?) seguridad. “Si alguien se preguntara si la vida sería peor si no existiera Ikea, y te das cuenta de que sí, de que sería peor, significa que estamos haciendo las cosas bien”, defiende la compañía sueca. Su programa, por ejemplo, Verdaderos Hogares, al que ha destinado 500.000 euros este año, transforma 50 espacios en casas de acogida, residencia­s temporales para jóvenes tutelados o centros sociales comunitari­os. Son los días —más que nunca— de los derechos humanos. La Unión Europea obliga a las firmas a cumplir la “debida diligencia”. Es importante. Deben controlar todos los aspectos de su cadena de suministro. Si se fabrica, por ejemplo, en Bangladesh, se responsabi­liza de que se haga en condicione­s justas. La Unión asume una obligación legal que debería correspond­er al país de origen. Inaudito. Pero es la forma de proteger a los débiles.

Aminorar brechas

Y junto a la fragilidad, es el año de alzar puentes sobre la brecha de la desigualda­d. Social, educativa, digital, económica. Es verdad que los datos del informe de educación PISA elaborado por la OCDE (en ciencias y matemática­s estamos por debajo de la media) no dejan en buen lugar a los pupitres españoles. Y que es uno de los motores que ceba la inequidad. “Pero lo positivo es que este año existe un mayor consenso social y político en la necesidad de corregir estas desigualda­des”, subraya Alberto Muelas, director de Sostenibil­idad de la consultora Kreab. Y agrega: “La clase política, la ciudadanía se ha dado cuenta de que desestabil­iza un país. En los últimos meses hemos visto intentos de corregir esta situación”. Sin duda, este 2022 ha sido la toma verdadera de conciencia. Vivimos en un mundo donde ocurre lo impensable. ¿Algún gran estratega imaginó, en plena pandemia, que habría una guerra en el centro de Europa? La contienda, los desastres climáticos, la insegurida­d económica, han pasado bajo el dintel de la puerta de quienes más seguros se sentían. “Las empresas entendiero­n, por ejemplo, que la salud de sus trabaja

dores ya no se mide solo, como en el siglo pasado, por la esperanza de la existencia. Surge un cambio de paradigma. La calidad de vida, la alimentaci­ón, la salud mental ganan más importanci­a”, describe el experto. Ikea propone en sus centros de trabajo fisioterap­ia subvencion­ada, atención médica y sicólogo gratuito. Y Bankinter en su programa de cuidados ofrece bienestar intelectua­l y emocional.

Ejercicio de desafíos

Pero sería un error pensar que vivimos en la carrerra de Alicia en el País de las Maravillas y que habrá premio para todos. Este ejercicio ha sido un desafío a la condición humana, entre la codicia (en los tiempos extremos resulta mayor la tentación de enriquecer­se) y la responsabi­lidad social.

Las grandes gestoras han visto que resultaba más sencillo obtener beneficios creyendo en los antiguos ídolos: el petróleo, el carbón, el gas. Pero también han descubiert­o a una generación que no quiere vivir en una Tierra de corto plazo. Un mundo declina y otro emerge. La COP27 ha demostrado que, quizá, no llegaremos a todas las ambiciones climáticas que la sociedad imaginó durante 2015 en París.

Sin embargo, el hombre heredó un paraíso, y conservarl­o es un reto de todas las generacion­es, de todas las empresas. Puede costar más o menos o, incluso, retrasarse. Sin embargo, “las compañías con propósito son aquellas que ganan dinero contribuye­ndo a solucionar los problemas de las personas y del planeta en lugar de ganarlo generando problemas a las personas y el planeta”. Es la coda ambidiestr­a de Colin Meyer —miembro de la prestigios­a Academia Británica y exdecano de la escuela de negocios de la Universida­d de Oxford-Saïd Business School. “Se imponen, este año, las marcas con conciencia. Enseñas con ADN transforma­dor, que equilibran beneficios y propósito”, defiende Oriol Iglesias, profesor de Esade. El viento se ha calmado una vez más. Las ondas de aire traen sobre el ventanal blanco esperanza, durante el año que jamás pensamos vivir tan peligrosam­ente.

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