MIRA con los OJOS de un NIÑO
Mira con los ojos de un niño para descubrir el mundo a tu alrededor. Para redescubrir el mundo una y otra vez. Con los ojos hambrientos de nuevos estímulos. Sedientos de conocimiento. Como una lente que amplifica la realidad, una realidad aumentada. Mira con los ojos de un niño. Es lo que digo cuando me preguntan por mi proceso creativo y la búsqueda de inspiración. Mantener viva la curiosidad como parte esencial de una evolución continua. Un aprendizaje sin fin en el que el fin es alimentar nuestro espíritu. Beber del arte, la tecnología, los viajes y la naturaleza para crear. Una mirada que despierte los sentidos. Y el alma. Mi mirada a esta imagen podría detenerse en este instante. Una imagen brillante y rebosante de ilusión. En la vida, los contornos no siempre están bien definidos. Tal vez, si mirásemos de verdad la imagen seríamos capaces de observar la verdadera realidad. Hambre. Georgina tiene hambre. El hambre escondida en una mirada alegre. Hambre. Un cocinero enfrentado a su némesis sin saber qué hacer. Una contradicción. Cocinar es felicidad. Cocino para hacer feliz a la gente. Mis manos de cocinero no podrán aliviar su pesar.
La realidad siempre requiere de contexto para ser totalmente real. Y el contexto siempre es subjetivo. Que nuestra subjetividad sea sinónimo de humanidad. Georgina padece el síndrome de Prader-Willi. Esta enfermedad genera una sensación constante de hambre que no encuentra modo de saciar. No dejemos nunca de mirar. Miremos a los ojos a la vulnerabilidad. No con miradas complacientes que fabrican una existencia distante. Todos somos vulnerables. Todos somos pacientes.