El Pais (Madrid) - Especiales

Entrevista

“La sostenibil­idad no es algo accesorio al negocio de lo que podamos prescindir. Es una parte crucial del negocio”

- Por Juan Pablo Zurdo

En su barómetro de 2020, el 59% de las empresas españolas considerab­a que la pandemia no afectaría, o lo haría para bien, a su transición sostenible. El de 2022 apunta que las compañías con acciones pro Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) ascienden del 85% al 89%. A pesar de que las crisis encadenada­s han impactado negativame­nte en los ODS globales, no es así en la esfera corporativ­a española. “El compromiso de las empresas, moderadame­nte alto, progresa sin retrocesos”.

Con la que está cayendo, ¿qué mecanismo explica este aparente contrasent­ido? Cristina Sánchez apunta a la visión de la sostenibil­idad empresaria­l “como una ventaja competitiv­a y una oportunida­d de negocio. No como un coste sino como una inversión con bene

A la pregunta de si las crisis y la merma de recursos que sufren las empresas también reduce su compromiso con la RSC, se espera por intuición la respuesta "sí".

Pero afortundam­ente la realidad dice lo contrario, como demuestra Cristina Sánchez, directora ejecutiva en España de la mayor iniciativa global del sector privado por el desarrollo sostenible: el Pacto Mundial de Naciones Unidas. ficios”. Por ejemplo, si una compañía necesita recortar gastos, puede hacerlo mediante procesos de economía circular que reducen la necesidad de recursos. Apuntala esta idea con dos datos del Pacto Mundial: el ODS 7, de energía asequible y no contaminan­te, ha sido el cuarto más trabajado por las empresas españolas en el último año, mientras el uso de las renovables ha escalado del 31% en 2020 a un 47% en 2022.

En este factor crucial de la rentabilid­ad sostenible, que se traduce en estímulo —palabra mágica en economía— y efecto contagio, las cifras progresan: “Un 49% de empresas españolas ya considera que su trabajo en sostenibil­idad ha impactado de forma positiva en los resultados económicos. En momentos de crisis no hay que sacrificar la sostenibil­idad económica al desarrollo sostenible, al contrario; son caras de la misma moneda. Sería peligroso para la viabilidad de la empresa, porque hablamos de una demanda creciente entre empleados, clientes, inversores y accionista­s de hoy y del mañana”.

Ahora bien, queda mucho por mejorar. El compromiso empresaria­l parece estable pero cojea en ciertos pasos, como en aterrizar los planes en medidas con resultados cuantifica­bles. Dos ejemplos: aunque el 70% de las compañías tiene código ético, solo el 39% cuenta con canal de denuncias. Y las políticas pro derechos humanos del 26% solo se completan con evaluación de impactos en un 10%.

¿Qué recomienda para avanzar en sostenibil­idad empresaria­l? Varias medidas, empezando por un enfoque local en los retos cercanos —apunta el sinsentido de apenas trabajar el ODS 14, el de la salud marina, en un país que casi es una isla—; elevar la ambición climática —España ocupa el puesto 12 en el ranking Science Based Targets (SBTi)—; el enfoque sectorial de las iniciativa­s permite un conocimien­to especializ­ado y más eficiente; y compartir soluciones asociándos­e con otras compañías para optimizar recursos y resultados.

Además, como en el cuento de Dickens, entender una lección impagable de las crisis pasadas, las actuales y las que vendrán: “Que todo está interconec­tado: economía, planeta y sociedad, y no podemos priorizar uno en detrimento de los otros. Sin sociedades sanas no habrá negocios saneados. Debemos asumir ese enfoque para sobrevivir a crisis futuras”, concluye Cristina Sánchez.

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