El Pais (Madrid) - Especiales

Con Sylvia Plath y Ted Hughes por cumbres borrascosa­s

A Yorkshire, lugar natal del poeta, llegaron en 1956 poco después de casarse. Sus parajes de piedra, agua y viento marcaron sus versos tanto como la famosa novela de Emily Brontë

- Texto Cristina Sánchez-Andrade Ilustració­n Jalcalara

Acualquier amante de la poesía de Sylvia Plath y de Ted Hughes hay un viaje que le fascinaría: recorrer los parajes de Yorkshire siguiendo la estela de las hermanas Brontë, adonde fueron los dos poetas en agosto de 1956, justo tras su luna de miel. El lugar es a un tiempo estremeced­or y mágico, y Hughes tenía mucho interés en que su esposa lo conociera: los páramos barridos por el viento, el brezo y los cardos, los helechos o la piedra negra (gritstone) que aparecen una y otra vez en los versos de ambos y que alimentan el impulso poético. Pero este condado inglés no solo era el lugar de nacimiento de Hughes y el paisaje que había recorrido, una y otra vez, con su hermano Gerald, para pescar y cazar los animales (urracas, búhos, comadrejas, ratones y sarapicos) que pueblan su poesía. Yorkshire ya era conocido en la literatura mucho antes, pues allí se haya el microcosmo­s de Cumbres borrascosa­s (1847), la novela de Emily Brontë. No en vano, algunos de sus amigos le llamaban Heathcliff (uno de los personajes), por su origen, carácter y, sobre todo, por su fiero atractivo. Y Plath no dudó en compararse con Catherine Earnshaw, la protagonis­ta. En este paisaje de piedra, tierra, agua, viento y animales se incardina el universo poético de Ted Hughes. Pero las visitas también dejaron mella en Sylvia Plath, sobre todo en los West Yorkshire Poems, en donde la presencia de la fuerza de la naturaleza y la opresión que ejerce en ella es innegable (“noto cómo (el viento) intenta extraerme el calor / si prestara más atención a las raíces / del brezo, me invitarían a blanquear / mis huesos entre ellas”, escribiría).

Nuestro periplo empieza en Heptonstal­l. Aquí sigue en pie The Beacon, la casa de los padres de Ted, y en donde tanto él como Sylvia se hospedaron durante sus estancias en Yorkshire. En su primera visita, la poeta escribió a su madre, describién­dose a sí misma como “una verdadera conversa al clan de los Brontë, con un cálido jersey de lana, pantalones, calcetines hasta las rodillas y una taza de café humeante, sentada en el dormitorio de Ted y mirando el hermoso paisaje de páramos entreverad­o de muros de piedra, mientras el viento azotaba la lluvia contra la fachada de la casa y el fuego de carbón brillaba en su interior”. Resulta curioso que, en esas cartas, todo eran palabras entusiasta­s. Pero, por lo que refleja en sus poemas y sus diarios, no parecía estar tan convencida. Además de sentir celos por la madre de Hughes, y de pelearse con su hermana, la vastedad y la crudeza del paisaje la intimidaba­n. Muy cerca de la casa familiar está Lumb Bank, un bello edificio que perteneció al poeta, y que hoy se conoce por el Ted Hughes Arvon Centre. Se trata de un antiguo molino del siglo XVIII, con impresiona­ntes vistas al valle y a las chimeneas que inspiraron poemas como Viento o Las chimeneas de Lumb Bank. Este lugar ahora se utiliza como residencia para escritores y sede de cursos literarios.

Sin duda, lo que no podemos dejar de visitar es la iglesia metodista y el cementerio. La atmósfera gótica de la capilla en ruinas inspiraría a Sylvia el poema Cementerio en noviembre.

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