Cómo se puede materializar la furia de Pekín
China no ha detallado cómo podría responder ante Canadá y Estados Unidos si se prolonga la detención de Meng Wanzhou, vicepresidenta de Huawei, pero en el pasado ha respondido con medidas como boicoteos comerciales a los productos de países que incurrieron en la furia del Gobierno de Pekín. Así ocurrió en 2016 cuando Corea del Sur dio el visto bueno a un sistema de defensa antimisiles que China consideraba una amenaza a su seguridad nacional. Tras la concesión del premio Nobel de la Paz a Liu Xiaobo en 2010, las relaciones entre China y Noruega tardaron seis años en normalizarse.
Gobierno, sino también entre los ciudadanos chinos, que han volcado su furia en las redes sociales. El sentimiento es que Washington está dispuesto a cualquier tipo de medida para evitar el auge de una China cada vez más fuerte y que amenaza con hacer sombra al dominio de la primera potencia mundial. Y EE UU tenía en el punto de mira a Huawei desde hace años, al sospechar vínculos entre esta compañía y el Ejército Popular de Liberación chino.
El arresto ha echado leña al fuego a las relaciones ya de por sí deterioradas entre Washington y Pekín por la guerra comercial que mantienen. Una batalla que va más allá de los aranceles que la Casa Blanca de Donald Trump ordenó a mediados de este año para reclamar un mayor equilibrio en la balanza comercial entre ambos, y que se ha extendido a las prácticas chinas sobre acceso a sus mercados y a la protección de la propiedad intelectual. De momento, Pekín ha tenido buen cuidado en subrayar que considera la detención de Meng y las disputas comerciales con Estados Unidos asuntos independientes.