“Hice un esfuerzo grande por unir a Colombia. No pude”
JUAN MANUEL SANTOS
Juan Manuel Santos (Bogotá, 67 años) dejó la presidencia de Colombia hace cuatro meses con una sola petición a su sucesor, Iván Duque: defender los acuerdos con las FARC. Durante sus dos mandatos logró la paz con la guerrilla más feroz y antigua de América. Sus líderes se desarmaron, fundaron un partido político y se sientan ahora en el Congreso. Ese esfuerzo le valió en 2016 el Nobel de la Paz. Sin embargo, el exmandatario lamenta en esta entrevista con EL PAÍS no haber sido capaz de unir a la sociedad. Asegura que no quiere interferir en la política colombiana, sacudida en las últimas semanas por las consecuencias del caso Odebrecht, y prefiere centrarse en su legado. Para protegerlo presenta hoy una fundación, Compaz, con la que se propone continuar su trabajo.
Pregunta. ¿Qué busca con esta fundación?
Respuesta. Es para continuar el trabajo de construcción de la paz. Hay tres componentes: la experiencia que tuvimos en resolución de conflictos, la reducción de la pobreza y la reconciliación con el medioambiente.
P.¿ Le preocupa la posibilidad de que su legado esté en peligro?
R. Pienso que la paz es irreversible, tendrá dificultades como siempre ha tenido. La construcción de la paz es más difícil que la consecución de la paz. Una cosa es silenciar los fusiles y otra cosa es construir paz. Se requiere más tiempo, más esfuerzos, modificar sentimientos, prejuicios, modificar formas de pensar.
P. ¿Qué le enorgullece más y qué le preocupa más de la coyuntura actual?
R. No quiero referirme a la situación actual porque tomé la decisión de no interferir, pero le puedo decir algo muy importante. Leí ayer un artículo del presidente Duque que dice en el primer párrafo que el puerto de destino, me gusta mucho ese símil, va a ser la equidad. Ahí nosotros hicimos un gran esfuerzo, un gran avance y qué bueno que esté construyendo sobre lo construido.
P. ¿Cree que el proceso de paz puede enseñar algo a la comunidad internacional?
R. Que no hay conflicto que no se pueda resolver, por más difícil que sea. Nadie en Colombia pensaba que lo que se hizo fuese posible. Se logró, con dificultades, con defectos, pero se logró. Si se crean las condiciones necesarias, cualquier conflicto se puede resolver.
P. ¿Está preparada la sociedad colombiana para afrontar su memoria?
R. Ojalá esté preparada, yo pienso que sí. Los colombianos somos lo suficientemente maduros y responsables para afrontar el pasado. No va a ser fácil, es duro, pero es necesario, es un proceso de catarsis que cualquier sociedad que ha vivido tanta violencia necesita para poder vivir en paz.
P. ¿Cuál fue su decisión más difícil?
R. Tal vez una de las más difíciles fue cuando un comandante del Ejército me dijo que tenían localizado a Alfonso Cano, que era jefe de las FARC, con quien de forma secreta ya habíamos iniciado un diálogo, y me pidió autorización para hacer un operativo para capturarlo. Yo sabía que no se iba a dejar capturar, pero esa decisión fue muy difícil porque estaba en riesgo el proceso de paz. Autoricé esa operación. Fue una decisión muy difícil.
P. ¿Se arrepiente de algo?
R. Cuando uno ve retrospectivamente, siente algún tipo de frustración de no haber podido hacer
“No hay conflicto que no se pueda resolver, por más difícil que sea”
“La construcción de la paz es más difícil que la consecución de la paz”
más, pero también siento una frustración porque hice un esfuerzo muy grande por unir este país. No pude. Este país está muy dividido, muy polarizado como están la mayoría de los países del mundo. La polarización paraliza, no permite la buena gobernabilidad.
P. ¿Qué sensación le produce ver al partido de las FARC en el Congreso? ¿Le preocupa la actitud de figuras como Iván Márquez, que parece haberse apartado del proceso de paz y está en paradero desconocido?
R. Para mí la fotografía de Timochenko votando por primera vez en su vida, desarmado, como jefe de un partido político, era la demostración de que este proceso de paz iba por el camino correcto. Se trataba de cambiar las balas por los votos y eso se hizo. ¿Que han tenido dificultades? Por supuesto. ¿Que ha habido personas que se han sentido de cierta forma agredidas por lo que está pasando? Es natural. En todo proceso de paz siempre ha habido manifestación de lado y lado.
P. ¿Cómo ve los cambios políticos en América Latina?
R. Hay que esperar a que se decanten. Llevamos muy pocos días con el nuevo presidente de México [Andrés Manuel López Obrador] y no ha tomado posesión el de Brasil [Jair Bolsonaro]. Uno es populista de derecha, el otro de izquierda, no va a ser la situación fácil. Yo sigo insistiendo en que la mejor vía es la tercera vía. Ni populismo de derecha ni populismo de izquierda. Una tercera vía donde el régimen liberal es el camino más apropiado.
P. Usted puso en marcha un plan de sustitución de cultivos de coca que ha perdido impulso.
R. Aspiro a que el Gobierno entienda que es la única forma de poder realmente encontrar una solución estructural. Llevamos 40 años tratando de erradicar la coca y nunca hemos podido, porque nunca habíamos podido llegar a los campesinos para ofrecerles alternativas viables. Hoy con la paz sí podemos. El enfoque puramente punitivo ya se demostró que era un fracaso.
P. Iván Duque dice que recibió un país con un importante déficit.
R. No voy a entrar en controversias con el presidente, pero voy a dar un dato. De todos los países de América Latina, el único, en los últimos ocho meses de mi Gobierno, a septiembre de este año, que había logrado bajar la prima de riesgo en los mercados internacionales era Colombia, por encima de Chile y Perú.
P. El asesinato de líderes sociales y la violencia contra los defensores de los derechos humanos no cesa. ¿Por qué?
R. Ese fenómeno, que por supuesto a mí me preocupó muchísimo, tiene varios orígenes. El más importante es la lucha contra el narcotráfico. Otro origen tiene que ver con las disputas entre las bandas criminales para hacerse con el dominio de los corredores del narcotráfico. El tercero es que precisamente son zonas donde el Estado nunca había estado presente. La construcción de la paz tiene que fortalecerse cada vez más, sobre todo en las regiones donde el conflicto fue más severo.