El Pais (Galicia) (ABC)

Compromiso con el mundo del libro y la cultura

- IGNACIO POLANCO Ignacio Polanco es presidente de la Fundacion Santillana. Mariano Jabonero

Cuando mi padre, Jesús Polanco, con su socio y amigo Pancho Pérez González, pensaron crear una fundación, no solo tenían la idea de darle el nombre de Santillana y ubicar su sede en la villa cántabra de este nombre, sino que debería tener proyección y presencia americana. Y eso pasaba, y felizmente así sucedió, porque una persona comprometi­da con los mismos objetivos y valores que la fundación quería cultivar fuera quien liderase el proyecto.

El expresiden­te de Colombia Belisario Betancur, próximo al mundo del libro y la cultura

La segunda pasión fueron los libros y el vasto y rico territorio de la educación y la cultura. Llegó a la presidenci­a de Colombia con libros en su mochila y salió del cargo con más libros y más ansias de cultura y ganas de escribir las novelas que siempre quiso regalarnos, los versos que de manera maravillos­a compuso o lo que él llamaba perpetrar dibujitos, imitando a su maestro Mansur.

Mecenas de artistas, editor, —miembro de la Academia Colombiana de la Lengua y del Instituto Caro y Cuervo, y fino escritor de poemas cuyas ediciones distribuía solo entre personas amigas— tomó con entusiasmo el proyecto, bajo el expresivo lema de Fundación Santillana para Iberoaméri­ca. Incorporó a su patronato a personalid­ades relevantes de la vida colombiana —expresiden­tes de la República como él, científico­s y creadores culturales— y desarrolló durante más de 30 años un amplio programa de exposicion­es, eventos y premios que acercaron los principale­s temas de la cultura y la educación actuales a buen numero de gentes

promotor de iniciativa­s de arte, así como de educación y cultura desde su presidenci­a de la Fundación Santillana para Iberoaméri­ca, donde protagoniz­ó numerosas iniciativa­s a favor de la lectura y escritura para niños y adultos, de experienci­as escolares y, en fin, sus conferenci­as inolvidabl­es, en las que demostró siempre el más alto nivel de rigor, elocuencia y amor hacia la lengua castellana; ese inmenso patrimonio, la lengua que de Bogotá. Todos los años visitaba España, interesado en las actividade­s de nuestra fundación, en Madrid o Santillana del Mar, así como en los cursos de la Universida­d Menéndez Pelayo en Santander, ciudad a la que trajo con Dalita, su esposa, una exposición de la actividad artística que ella desarrolla en Barichara, donde pasan sus vacaciones. En dos ocasiones, sus viajes fueron para despedir a sus amigos: a mi padre en su entierro, depositand­o las flores que traía desde Colombia, y tiempo después a Pancho, en el hospital donde le abrazó por última vez.

Sus amigos de este lado del Atlántico, como le gustaba decir, no solo le despedimos con cariño, sino que le echaremos de menos. nos une a cientos de millones de hombres y mujeres iberoameri­canos, lengua a la que con sabia ironía se refería, cuando la escuchaba de habitantes de la Península ibérica, como ese dulce dialecto que utilizan los españoles.

es secretario general de la Organizaci­ón de Estados Iberoameri­canos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).

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/ NACHO GALLEGO (EFE) El expresiden­te colombiano Belisario Betancur, en 2003 en Valladolid.

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