El Pais (Galicia) (ABC)

Un pésimo recuerdo

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Los hijos de la duquesa de Alba siempre miraron con resquemor esta relación, aunque han tardado años en hablar públicamen­te de esa época. Tres de ellos se han pronunciad­o: Eugenia, Cayetano y Fernando. La pequeña de los Alba abrió la caja de Pandora en el programa de Jesús Calleja en Cuatro: “Aguirre fue pésimo para nosotros. Era muy culto, pero cero humano. Era muy malo”.

Cayetano Martínez de Irujo también se pronunció sobre él en el programa de TVE Lazos de sangre. “Jesús llegó después de la muerte de mi padre y me dijo que yo estaba bajo su mando”, afirmó entonces. Ahora, Cayetano ha apoyado las palabras de su hermana, Eugenia, en unas declaracio­nes a la revista Semana: “Ratifico lo que ha dicho mi hermana al cien por cien, no tiene vuelta de hoja. Jesús fue nefasto, una cosa durísima y tremenda para todos”.

El cuarto de los hijos varones, Fernando, también ha dado su opinión sobre quien fue marido de su madre: “Aguirre era un hombre muy retorcido”. / EL PAÍS

afán de epatar, como siempre, pero esta vez sin demasiado éxito porque al final, cuando se largaron estos invitados, Jesús Aguirre le dijo a Matías: “Esta Cayetana me ha caído de la patada”. Y, a su vez, de vuelta a casa en el coche Cayetana le dijo a su amiga: “A mí este hombre me ha parecido un fatuo, un impertinen­te”. La próxima vez, nombrado director general de Música, Jesús y Cayetana se reencontra­ron en el palco principal del teatro de la Zarzuela y el sortilegio entre los dos se produjo mientras sonaba la Barcarola de Los Cuentos de Hoffman.

Desde ese palco se lanzó Jesús a la toma de la alta sociedad. Adoraba a los amos, despreciab­a a los criados y con una boutade volteriana dejaba admirados a los distinguid­os comensales de la nobleza poco leídos. Era como un encantador de serpientes, mejor dicho, era la propia serpiente del Paraíso dispuesto a regalar a cualquier Eva de alta cuna la manzana de su inteligenc­ia divertida, cáustica y provocativ­a. Todo le parecía fácil. Primero lo intentó con la princesa Irene de Grecia. ¿Por qué no enamorarla con una maldad unida a un verso de Hölderlin? Pero un día, el rey Juan Carlos le paró: “Jesús, por ahí no. Pon tu fe en otra caza”. Jesús le contestó: “Majestad, la fe es la salvación, pero no un consuelo”. Jesús Aguirre, que ya se movía a sus anchas por los salones de la aristocrac­ia cañí, bajó el tiro y se consoló jugando a seducir a la duquesa de Alba.

Flechazo

“Lo mío con Jesús fue un flechazo en toda regla”, dijo Cayetana. “Yo presidía la asociación de Amigos de la Ópera y fui al ministerio a hablar con él. Cuando estuve a punto de marchar me preguntó si me podía llamar. Le dije que sí. A los dos días fuimos a almorzar. Luego vino otra cita y luego otra”. A partir de ese momento se veían discretame­nte en Liria, en el castillo de Malpica de los duques de Arión, en cortijos y casas solariegas cedidas por los amigos. La duquesa veía en Aguirre a un tipo cortés, divertido, brillante, que sabía de todo, que a cualquier pregunta tenía una respuesta erudita o mordaz. Cayetana, amiga de toreros, de flamencos, de gitanos, de bailarines y de actores no estaba acostumbra­da a un ser para ella extraterre­stre.

Eran las doce y cuatro minutos del 1 de marzo de 1978 cuando Cayetana, duquesa de Alba, y un antiguo clérigo volteriano se casaron en la capilla de Liria. “Al principio fue difícil”, manifestó la duquesa. “Era una persona nueva que entraba en nuestra familia, pero con el tiempo se creó una armonía estupenda entre nosotros. De todos los hombres que han pasado por mi vida, Jesús ha sido el que más lejos me ha llevado en mis éxtasis”. ¿Quién podría negarlo? La convivenci­a llena de chismes y quebrantos duró 23 años. Jesús Aguirre murió el 11 de mayo de 2001, solo, abandonado en un rincón del palacio de Liria mientras Cayetana estaba en Sevilla entregando un trofeo a Curro Romero.

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