May aplaza el voto del Brexit para evitar una derrota humillante
La primera ministra británica, Theresa May, decidió ayer aplazar la votación del acuerdo del Brexit que debía celebrarse hoy. La decisión evita a su Gobierno una casi segura derrota parlamentaria. May se comprometió a renegociar con la Unión Europea el punto más controvertido, la llamada salvaguarda irlandesa. La tesis oficial de Bruselas es que los términos del acuerdo están cerrados, pero los países más afectados por un posible Brexit duro están dispuestos al menos a escuchar alternativas.
El anuncio de May hizo zozobrar a la libra esterlina. La divisa británica se cotizó ayer a su mínimo valor respecto al dólar de los últimos 20 meses.
Theresa May agachó ayer la cabeza y decidió ganar tiempo y salvar, de momento, su futuro político. La primera ministra retiró del orden del día el acuerdo del Brexit alcanzado con la UE, cuya votación parlamentaria estaba prevista para hoy, ante una más que segura derrota. “Si hubiéramos seguido adelante, habría sido rechazado por un margen significativo”, reconoció. May no ofreció fecha alternativa. Se comprometió a hablar con los líderes europeos para renegociar el punto más conflictivo del pacto, el backstop o salvaguarda irlandesa.
Había sido un rumor a gritos durante todo el fin de semana, y ayer por la mañana se confirmó. May convocó a sus ministros más leales a una conferencia telefónica y les comunicó que daba su brazo a torcer. El acuerdo del Brexit negociado con la UE debía ser votado hoy en la Cámara de los Comunes, y los últimos cálculos apuntaban a una derrota estrepitosa del Gobierno. El laborismo iba a votar en contra, también los unionistas norirlandeses del DUP que sostienen la mayoría parlamentaria de May, los nacionalistas escoceses, los liberales demócratas, y lo que era más humillante, hasta 80 diputados conservadores entre euroescépticos, proeuropeos o simplemente escépticos.
May acudió a las 16:30 (hora peninsular española) ante el Parlamento y anunció que el Gobierno retiraba su moción. Sin fecha alternativa. La primera ministra admitía que el principal escollo del acuerdo del Brexit, el llamado backstop, seguía sin convencer a la mayoría de los diputados. Muchos recelan de la idea de que Reino Unido se mantenga de modo indefinido en la unión aduanera cuando concluya el periodo de transición, el 31 de diciembre de 2020. May se comprometió a hablar en los próximos días con los líderes europeos, antes de la cumbre prevista el próximo jueves en Bruselas, para obtener de ellos más “confirmaciones” de su voluntad de poner fin cuanto antes a esa situación provisional y cerrar un nuevo acuerdo de relación futura con Reino Unido.
La UE se había mantenido firme durante toda la mañana en su rechazo a renegociar el acuerdo, pero comenzó a flaquear tras ver cómo Theresa May retrasaba sine die la votación en Westminster. El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, anunció la convocatoria de una cumbre de los 27 para este jueves, en paralelo al Consejo Europeo [a 28, con Reino Unido] previsto para el jueves y viernes. “No renegociaremos el acuerdo, ni siquiera la salvaguarda (para Irlanda), pero estamos listos para discutir cómo facilitar al Reino Unido su ratificación”, tuiteó el presidente del Consejo. La tesis oficial en Bruselas sigue siendo que los términos están cerrados, pero los países potencialmente más afectados por un Brexit brutal se muestran dispuestos a escuchar, al menos, las demandas de Reino Unido.
No todo fue humildad en la comparecencia de May, quien aguantó con dureza la hostilidad de una Cámara prácticamente decidida a ver rodar su cabeza. “Estos días he escuchado atentamente lo que se expresaba en esta Cámara y por distintos miembros”, comenzó su discurso para ser interrumpida a continuación por las carcajadas de muchos diputados. Tenía su respuesta preparada. “Si somos capaces de dar un paso atrás, esta Cámara se enfrenta a una cuestión fundamental: ¿Queremos dar a la ciudadanía británica el Brexit que votaron?”
—“¡Nooo!”, gritaban en medio de sus risotadas muchos parlamentarios, sobre todo los nacionalistas escoceses.
“Creo que la respuesta es que sí”, continuó May. “Y entonces debemos preguntarnos si estamos preparados para comprometernos. Porque no habrá un Brexit que dure y tenga éxito si ambas partes de este debate no ofrecen algún compromiso”.
El Partido Laborista, al que muchos en sus propias filas animan a presentar ya una moción de censura, no parecía dispuesto a ofrecer ese compromiso. “Si nos trae de Bruselas este mismo acuerdo chapucero, ya sea la semana que viene o en enero, seguirá teniendo los mismos erro-
res fundamentales y recibirá de esta Cámara objeciones igual de profundas que las que tiene ahora, que van mucho más allá del asunto de Irlanda del Norte”, le dijo el líder de la oposición, Jeremy Corbyn. “Su acuerdo es malo para la economía, malo para Reino Unido y malo para la democracia. Y si no es capaz de traer algo mejor, debería echarse a un lado”, remató, en una primera pista de la estrategia laborista: esperar a que los conservadores se cuezan en su propia salsa antes de intentar derribar a May.
Segundo referéndum
La primera ministra se mantuvo firme durante todo el debate en contra de la idea de un segundo referéndum, a pesar de las muchas voces dentro y fuera de sus propias filas que se lo reclamaban. “Si lo que ustedes desean es un segundo referéndum que dé la vuelta al resultado del primero, sean honestos y asuman que de ese modo se corre el riesgo de dividir de nuevo al país, cuando como Parlamento deberíamos estar esforzándonos en volver a unirlo”, dijo.
May aguantó estoicamente más de tres horas de interrogatorio parlamentario, con un argumentario agotado por reiterativo y cumpliendo las funciones de muro de contención ante las dos preguntas que más se repitieron en la Cámara: cuándo se celebraría la votación que el Gobierno acababa de retrasar y qué tipo de compromisos había logrado May de sus colegas europeos de que el acuerdo podía ser cambiado. A la primera, un portavoz de Downing Street condicionó la fecha a la respuesta que recibieran de la UE. Ante la segunda, May optó por el silencio. El presidente de la Cámara de los Comunes, John Bercow, reclamó cortés pero duramente a May que permitiera al Parlamento votar si se retrasaba o no la votación del acuerdo del Brexit. Reglamentariamente, no era obligatorio, pero Bercow apeló a las horas y el tiempo dedicado por los diputados en los últimos días a un debate que ahora se iba a ver cortado de raíz. Bercow, con el apoyo tanto de laboristas como de conservadores, anunció anoche que el Parlamento celebrará hoy un debate de emergencia de tres horas sobre la polémica decisión de May de posponer la votación del acuerdo.