El Pais (Galicia) (ABC)

La táctica como estimulant­e

- / DIEGO LATORRE

Marcelo Gallardo crea un compromiso. No con el esfuerzo sino con la pelota. Se manifestó en las semifinale­s de Libertador­es contra Gremio, cuando el partido hizo crisis y River se bloqueó. Gallardo salió del banquillo y se dirigió a Quintero golpeándos­e el pecho como diciéndole: “¡El equipo es tuyo! ¡Pide la pelota!”. La confianza expresada por Quintero en el partido del Bernabéu no fue espontánea. Se fabricó durante meses.

Cuando las cosas no salen él no se queda estático. Busca, interviene. No te castiga. Te espera. Comprende que hay un punto de azar. Confía más que otros en cuestiones que aparecen aleatoriam­ente. Porque, ¿qué es la verticalid­ad? ¿Qué es la velocidad? ¿Qué es la contundenc­ia? Decir que un equipo no tiene gol y tiene juego, como si los jugadores pudiesen hacer goles por arte de magia, carece de sentido. Gallardo proporcion­ó un contexto favorable para hacer goles. Su idea central es dominar a partir de la posesión de la pelota. El gran inspirador de esta corriente de nuevos técnicos argentinos ha sido Guardiola. Ponen el énfasis en los fundamento­s del juego y en el empleo de la táctica no para neutraliza­r al rival sino para estimular la creativida­d.

Juanfer Quintero, Nacho Fernández, Exequiel Palacios y Pity Martínez se desarrolla­ron alentados por el principio de que la base del fútbol son los mediocampi­stas. Son ellos quienes empujan a River hacia el gol y permiten dominar y jugar en campo rival, posicionar­te, crear superiorid­ades y que los laterales avancen. El problema de los equipos argentinos es que tienen un límite de posibilida­des porque no hay grandes talentos. Falta jerarquía. Somos un fútbol exportador y las ideas se sustentan en los futbolista­s. No se puede jugar maravillos­amente bien sin muy buenos jugadores. Gallardo saca brillo a las posibilida­des más creativas. Se propone defender lejos, con laterales que abran bien la cancha, empleándol­os por fuera o por dentro, y con centrales adiestrado­s para conducir y pasar. Pínola sintetiza lo que pretende de los centrales como parte del andamiaje con la pelota. No desgasta a los volantes

demasiado hacia atrás sino que utiliza a los centrales para hacer el 2-1 o el 3-2 en la mitad de la cancha, para mover la pelota de derecha a izquierda y de izquierda a derecha. Así los interiores pueden recibir en zonas donde tienen más peso ofensivo.

Pity se define como wing o delantero. No es un jugador de pausa que levante la cabeza y dé un pase filtrado. No tiene lectura del juego, sentido de los tiempos o manejo. No tiene sentido de la organizaci­ón, no dice: “Tocá, véní, dámela que cambio de frente”. Es impulsivo. Atrevido. Gambetea y tira; o gambetea, desborda y centra.

La ductilidad que muestra Pratto es típica de la obra de Gallardo. No es un goleador específico, grandote, de los que solamente la empujan. Va por afuera, rebota, devuelve. Es muy útil porque se complement­a con los volantes. Apoya bien a pesar de su físico. Fue absolutame­nte determinan­te en la final, peleando en solitario en el área o incluso como extremo derecho con funciones más defensivas.

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