Fragmentos
Anne Wentworth (1676): “Fui la esposa de mi marido durante 18 años, y mi cuerpo quedó consumido en harapos de piel y hueso, una triste imagen indigna de ser vista. Pasaban los días con riñas y peleas, transcurrían los años entre lloros, y la mano del Señor era severa conmigo de día y de noche hasta que las lágrimas de mi rostro se secaron por efecto del sol veraniego”. Anna Bijns (1524): “Sea cual sea la fortuna que aporte una mujer, muchos hombres la considerarán una simple esclava. No permitáis que una lengua con sabor a miel os atrape inadvertidas, evitad tragárosla. Que protesten. A bien digo que los hombres decentes escasean como los cuervos blancos. Renunciad a los castillos en el aire que levantarán para vosotras. Cuando su lengua ya ha cazado a un pajarillo, adiós y hasta siempre, amor, este se esfuma. Para una mujer el matrimonio significa traición, y la condena a un destino funesto. Toda su valía desaparece, y su señor se vuelve una presencia insoportable. Me temo que son demasiadas las esposas decepcionadas. A la que asoma el menor contratiempo, él se larga en busca de juego y alcohol, día y noche. Ella, en cambio, se consume por haber dado el ‘sí”. Madeleine de Scudéry (1683): “Del mismo modo que los aromas parecen más intensos a todo aquél que no está acostumbrado a ellos, también percibimos en nuestros amigos infinidad de aspectos que nos hieren, aunque no nos sentimos ofendidos ante las pequeñeces que nosotros mismos albergamos en nuestros corazones. De ahí que, como digo, se genere un hábito entre nuestra razón y nuestras imperfecciones, que persisten sin que podamos
distinguirlas unas de otras”. Pernette du Guillet (1545): “Señoras, si permitimos que el amor /se pasee suelto y remonte el vuelo / hasta alejarse de las promesas de sus amantes, / hagamos nosotras lo mismo. / De este modo, los corazones débiles / aprenderán el arte de la fe. / Si nos ven deambular libremente, / e intentan convencernos para que regresemos, / avancemos con paso firme y valeroso. / Que sus súplicas sean nuestra espuela, / al tiempo que sus votos de devoción / dejarán traslucir su verdadera pasión”.