El Pais (Galicia) (ABC)

La recuperaci­ón resta trabajador­es a la España vacía

- J. SÉRVULO GONZÁLEZ,

La despoblaci­ón es otro de los síntomas de la globalizac­ión. La fuerza centrípeta de los polos de actividad está vaciando las zonas rurales, en detrimento de capitales más dinámicas, según los flujos migratorio­s que muestra la estadístic­a de la Agencia Tributaria sobre movilidad laboral entre comunidade­s. Extremadur­a, Castilla-La Mancha y Castilla y León son los territorio­s que más trabajador­es pierden proporcion­almente respecto al número de ocupados. Baleares, Madrid y, en general, los territorio­s de costa ganan trabajador­es.

“Hay una España sin médicos ni escuelas, o con médicos y escuelas que están muy lejos, a veces a cien kilómetros. Una España sin empresas ni bancos ni inversores”. Así describía en un artículo reciente Sergio del Molino, autor de La España vacía, esa vasta zona del país donde los jóvenes emigran a la ciudad en busca de oportunida­des, donde los mayores envejecen soñando tiempos mejores y donde la despoblaci­ón echa raíces. Una amplia zona del país que se extiende con la recuperaci­ón económica.

Así lo atestiguan los datos sobre Movilidad Laboral que la Agencia Tributaria publicó ayer. Esta estadístic­a, elaborada a partir de las declaracio­nes de la renta, revela que los flujos migratorio­s entre comunidade­s autónomas crecen desde 2014 con un mismo patrón: Madrid, Cataluña y las islas (Baleares y Canarias) ganan trabajador­es. Y Extremadur­a, Castilla-La Mancha y Castilla y León pierden empleados.

La última remesa de datos de la Agencia Tributaria, difundida ayer, ilustra este fenómeno. Extremadur­a perdió 2.995 trabajador­es en el último año, un 0,8%

de sus ocupados. Castilla-La Mancha, 4.785 empleados (un 0,6%) y de Castilla y León salieron 12.252 personas en busca de un trabajo y solo llegaron 7.256, con un saldo neto negativo de 4.726 personas (un 0,5% del total de sus trabajador­es). Estas autonomías suelen figurar a la zaga en varios indicadore­s económicos y tienen un PIB per cápita inferior a la media.

La atracción de las islas

En el extremo opuesto destaca Madrid, donde llegaron 41.369 personas en busca de un empleo mejor y salieron 23.942 ciudadanos. La comunidad presidida por Ángel Garrido fue la que más fuerza laboral ganó en 2017: un total de 17.427 trabajador­es respecto a 2016, el 0,6% del total de los trabajador­es dados de alta. La evolución era la misma incluso en los años de crisis. Madrid arañaba trabajador­es procedente­s de otros territorio­s en detrimento de las zonas menos dinámicas.

Baleares tiene un gran imán para atraer población de otras regiones. Sumó 3.843 empleados netos (llegadas menos salidas), un 0,7% del total de su población ocupada.

El turismo es un gran galvanizad­or para la movilidad laboral. La reactivaci­ón de este potente sector en España ha provocado que las islas sean los territorio­s que más trabajador­es atraen.

Canarias, pese a tener una tasa de desempleo más elevada que la media, también funciona como polo de atracción laboral, según las estadístic­as de Hacienda, que arroja un dato sorprenden­te: a Canarias llegan más trabajador­es de los que salen desde 2014. El año pasado ganó 1.212 personas que se desplazaro­n al archipiéla­go por razones laborales.

El cuadro que componen estos datos dibuja una España cuya población se va desplazand­o a las zonas con costa o a la capital en busca de mejores trabajos.

El número de trabajador­es que se trasladó de comunidad por motivos laborales ascendió a 139.566 personas, un alza del 11,2% sobre 2016. Aún queda lejos de los años del atracón de ladrillo. En 2007, casi 225.000 ciudadanos hacían las maletas y se mudaban a otra región en busca de oportunida­des laborales. La OCDE, además, advierte en su último informe sobre España que la tasa de movilidad laboral es aún muy baja en relación con otros países.

El mayor trasvase laboral entre regiones se produce entre Castilla-La Mancha y Madrid. Un total de 8.661 manchegos se mudaron a Madrid por trabajo. También destaca el número de andaluces que hicieron las maletas con destino a la capital (8.492 personas). De entre los que llegaron a Cataluña, los andaluces son también los más numerosos (3.837 empleados).

Las cifras de Hacienda muestra que los grandes flujos migratorio­s se producen desde Andalucía, Extremadur­a, Castilla-La Mancha y Castilla y León hacia Madrid, Cataluña y Baleares. Estas tres comunidade­s, junto a Canarias, Murcia y La Rioja, son las que presentan un saldo migratorio neto positivo, la diferencia entre llegadas y salidas de trabajador­es.

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