Hong Kong reprime las protestas, pero aplaza la ley de extradición
Con abundantes dosis de gas pimienta, porras e incluso balas de plástico disolvió ayer por la fuerza la policía la sentada de decenas de miles de personas, la mayoría muy jóvenes,
La jornada comenzó con un tono jovial. Miles de jóvenes habían estado en vigilia desde la noche anterior para rodear la sede del Parlamento. A medida que fue avanzando el día, la concentración aumentó a decenas de miles de personas, hasta cortar algunas de las principales avenidas.
Las escenas resultaban muy similares a las de las sentadas del Movimiento de los Paraguas que, hace cinco años, tomó el centro de Hong Kong durante casi tres meses para reclamar más democracia. que rodeaban el Parlamento autónomo de Hong Kong para impedir la tramitación del proyecto de ley de extradición, que permitiría por primera vez la entrega de sospechosos a China y que ha desatado la ira de numerosos
El área ocupada era la misma. Muchos manifestantes también eran veteranos de entonces. Como aquella vez, de inmediato se ocuparon de establecer puntos de avituallamiento con bebidas y algo de comer, pero también mascarillas y gafas de buceo contra el gas pimienta, toallitas, rollos de plástico y paraguas para detener la posible embestida policial. Como aquella vez, algunos estudiantes aprovechaban para repasar sus apuntes, otros cantaban himnos o se encargaban ciudadanos. Al menos 22 personas resultaron heridas, según los medios informativos del territorio autónomo. El Parlamento ha aplazado, sin precisar hasta cuándo, la sesión en que iba a tramitar el proyecto de ley.
de recoger las basuras y del reciclaje. De vez en cuando, al unísono, un grito ensordecedor: “¡Chit Wuit! ¡Chit Wuit!” (“Retiradlo”, en cantonés, en alusión al proyecto de ley) y “¡Cha yau!” (“ánimo”) a los de primera línea.
Todo se desarrollaba muy pacíficamente. Incluso los suministros a las primeras líneas de la manifestación, allí donde los concentrados bloqueaban el acceso al Legislativo, estaban perfectamente organizados. Los de delante pedían a gritos agua o mascarillas,
y los de atrás pasaban las bolsas o botellas, en perfectos relevos. Bebida el agua, o vaciadas las bolsas, se devolvían por el mismo sistema. Se notaba la práctica de hace cinco años.
Pero la Policía también ha aprendido de aquella experiencia, cuando, tras lanzar gas pimienta, las protestas de unos cientos de estudiantes se convirtieron en la sentada de medio millón de personas. Las manifestaciones duraron casi tres meses.
“Veremos qué pasa esta vez. Temo que la Policía sea mucho más dura”, apuntaba Sunny, un muchacho con gafas y de aspecto frágil que aparenta muchos menos de los 24 años que asegura tener, y que ya participó en las sentadas de 2014. No obstante, se mostraba animoso. “Es nuestra obligación estar aquí”, sostenía, mientras repartía carteles contra el proyecto de ley. “No sé si conseguiremos algo, pero por lo menos queremos que se oiga nuestra voz. Este proyecto de ley es peligroso. Significaría el final de las libertades en Hong Kong. Podrían detenernos y enviarnos a cualquiera a China”, añadía.
Los temores de Sunny sobre la Policía se demostraron fundados. Los agentes avisaron: “Usaremos la fuerza”. Después de que, pasadas las tres de la tarde (hora local, seis horas menos en la España peninsular), grupos de estudiantes —algunos habían acumulado adoquines— intentaran forzar la entrada en el Parlamento, y después de que durante toda la jornada el Gobierno autónomo y los agentes llama