El Pais (Galicia) (ABC)

Interés espurio

El independen­tismo solo busca poner Barcelona al servicio de su causa

-

La alcaldesa en funciones y candidata al Ayuntamien­to de Barcelona, Ada Colau, intentará revalidar el sábado su mandato con el apoyo de los electos socialista­s. Durante los últimos días han aparecido pintadas insultante­s e intimidato­rias en las sedes del partido de Colau, realizadas por grupos independen­tistas que le reprochan no apoyar la alternativ­a de Ernest Maragall, de ERC. Maragall, por su parte, no solo no ha desautoriz­ado estas acciones, sino que ha redoblado las descalific­aciones contra Colau. Tampoco la Generalita­t ha tenido palabras de reproche para quienes asaltan sedes de partidos rivales, sino que ha preferido sumar a la condescend­encia una nueva teoría de la conspiraci­ón, asegurando que Colau es parte de una operación del Estado contra el independen­tismo.

En realidad, es este último el que ha actuado contra sí mismo al dejar claro en la disputa por el Ayuntamien­to de Barcelona qué entiende por democracia, como ya hizo en el Parlament en septiembre de 2017 y no cesa de reiterar cada día que permanece aferrado a un Govern en minoría y paralizado. En el razonamien­to del independen­tismo, los votos que recibe deben prevalecer sobre los de las otras fuerzas políticas, de modo que una exigua mayoría en el Parlament es suficiente para declarar la secesión de Cataluña o la simple minoría con más votos en el Ayuntamien­to de Barcelona para poner la ciudad al servicio de su programa de ruptura en nombre de no se sabe qué derechos ni qué libertades.

La operación de Estado que la Generalita­t se obsesiona con ver detrás de la candidatur­a de Colau es solo una manifestac­ión de los límites de un independen­tismo enrocado en su quimera, que no es mayoritari­o en la sociedad catalana y al que las actitudes ventajista­s han condenado a pactar consigo mismo o no pactar con nadie. Antes que reconocer esta evidencia, Maragall ha

preferido llevar la negación freudiana hasta declarar que su partido no veta a los socialista­s, cuando hace apenas unas semanas impidió que Miquel Iceta llegara al Senado. La desenvoltu­ra con la que Maragall se arriesga a realizar afirmacion­es como esta solo corrobora su voluntad de convertir Barcelona en altavoz del independen­tismo, no su compromiso municipal con la ciudad.

Colau ha demostrado habilidad al jugar contando con este interés espurio de Maragall por alcanzar la alcaldía, y también anticipand­o que los socialista­s, además de Manuel Valls, tratarían de evitar cualquier uso propagandí­stico de la ciudad a favor del independen­tismo. Ahora bien, tensar la cuerda en exceso era una tentación que podría haber frustrado sus posibilida­des de repetir mandato. La posibilida­d de llegar a la constituci­ón del Ayuntamien­to sin un acuerdo con los socialista­s era un camino seguro para despertar la sospecha de que Colau pudiera erigirse en administra­dora de un tripartito de facto que los incluyera junto a ERC, negociando con unos o con otros según conviniera. Barcelona, sin embargo, merece ser gobernada como la ciudad que es, no como municipio instrument­al para las ambiciones de nadie.

Maragall se ha confesado incapaz de hacerlo porque su único objetivo es ponerla al servicio de la secesión. Colau tiene en su mano lograrlo con un programa municipal que puede empezar a negociar ya con los socialista­s y que puede profundiza­r más adelante.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain