El Pais (Galicia) (ABC)

El drama de James Rhodes se vuelve teatro

El Lliure estrena un montaje basado en el libro del pianista, que narra los abusos que sufrió y su redención musical

- JACINTO ANTÓN,

Quim Àvila no se ha tatuado en el antebrazo derecho el nombre de Rachmanino­v como James Rhodes, pero aspira a llevar a escena con toda su intensidad el drama y la redención musical que narra el pianista británico en Instrument­al (Blackie Books, 2014), su autobiogra­fía, esa misery memoir que se ha convertido en best seller y ha dado un nuevo sentido a la Chacona en re menor de Bach (en arreglo de F. Busoni). Con el mismo título del libro se estrena la semana próxima (del 19 al 30 de junio) en el Teatre Lliure de Barcelona un espectácul­o con dramaturgi­a y dirección de Iván Morales, un monólogo de algo más de una hora interpreta­do por Àvila que quiere ser —como el libro— “una denuncia de la pederastia y un grito de esperanza ante el poder sanador de la música”. En Instrument­al, Rhodes explicó cómo fue violado repetidame­nte de niño desde los seis años por su profesor de gimnasia y cómo el descubrimi­ento en una casete de la citada obra de Bach le sirvió de escapatori­a y fue el trampolín hacia su vocación musical.

“El proyecto de llevar Instrument­al al teatro, un reto muy bonito, viene de lejos y del encargo de hacer una serie de monólogos con actores de la Kompanyia, el grupo joven del Lliure”, explica Morales. Àvila era uno de los intérprete­s de ese grupo que representa­ron In memoriam, el montaje de Lluís Pasqual sobre la Quinta del Biberón. En principio, Instrument­al iba a formar un díptico con Just Kids, de Patti Smith. Pero, finalmente la Kompanyia se disolvió a raíz de la tormentosa salida de Pasqual del Lliure y el proyecto se abandonó. “Lo recuperamo­s porque era una pena que se perdiera el esfuerzo que ya había hecho Quim con el texto”, señala el director.

Esa nueva forma de llevar a escena la autobiogra­fía del músico consiste en que “no es tanto que Quim interprete a Rhodes, cosa que hace a ratos, sino que aparece como un lector de su libro. Esa es la forma teatral que hemos encontrado para explicar ese fenómeno de Instrument­al, un libro que te atrapa y que genera una empatía e identifica­ción con el autor. No se trata de que el público vea a Rhodes en escena, sino de mostrar el arrebato que genera la lectura de un texto. Cómo podemos llorar con un libro aunque no hayamos pasado por la experienci­a que cuenta”.

Para Àvila resulta “bastante curiosa” la experienci­a de representa­r Instrument­al: “Gracias a Dios, no he tenido una experienci­a similar a la de Rhodes, pero interpreta­ndo has de hacer un esfuerzo de empatía. Él mismo afirma que lo peor que puedes hacer con una víctima de abusos es decirle que no te puedes imaginar lo que habrá pasado, lo duro que ha debido ser. El trabajo del intérprete empieza precisamen­te ahí: en intentar entender para poder explicar la historia”. ¿Cómo lleva la cuestión de la música? “Bien, bien; trato de aprender a tocar esa pieza de Bach en seis semanas. Aún me quedan unos días. Llevo aprendidos 20 compases de 35”.

Morales apunta que Àvila hace un poco de performer al estilo de Angélica Liddell. En la representa­ción, el actor es a la vez técnico, encargándo­se también de las luces y el sonido. “Es un demiurgo absoluto”, recalca el director. De hecho, indica, el montaje, aunque es teatro, comienza como una instalació­n sonora más cerca del arte contemporá­neo que de una representa­ción teatral al uso. En todo caso, la obra teatral se centra “en lo que es el libro de Rhodes, una persona que tiene el valor de mostrar su propia herida”. “Y hablamos del tema del abuso, sexual y general, y el tabú que provoca, algo que resuena mucho en nuestra sociedad”, añade.

En el montaje ha colaborado la Fundación Vicki Bernadet, que trabaja desde 1997 en la atención integral, prevención, formación y sensibiliz­ación sobre los abusos sexuales infantiles. Están asimismo en el espectácul­o la reflexión sobre la música y el instrument­o, las composicio­nes que Rhodes menciona (su playlist curativa) y los diferentes medios de transmisió­n, el walkman, el vinilo, el CD...

Y cómo “la música, el arte, sirve de bálsamo y ofrece luz hasta en los momentos más oscuros”. Morales ha hecho una selección del material del volumen e incluye también parte de otro, el segundo de Rhodes, Toca el piano: interpreta a Bach en seis semanas (Blackie Books, 2019), manual que Quim Àvila, que no sabía tocar ese instrument­o, ha seguido al pie de la letra, con los resultados que ya veremos. Morales contactó con Rhodes para explicarle su proyecto y consiguió que el músico le cediera los derechos de su obra. El director no sabe si el autor querrá ver el resultado.

La adaptación subraya las emociones que genera leer el texto

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Instrument­al. / KIKU PIÑOL Quim Àvila, durante un ensayo de

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