La justicia acorrala al clan Buteflika
La justicia argelina sigue cebándose contra el clan de Buteflika. El miércoles ingresó en prisión Ahmed Ouyahia, de 67 años, antiguo primer ministro y una de las personas más odiadas en el país. Ouyahia forma parte de una investigación sobre corrupción y abuso de poder, impulsada por Gaid Salah. Ayer, el ex primer ministro Abdelmalek Sellal, investigado por corrupción, fue encarcelado de forma preventiva por orden del Tribunal Supremo.
Pese a que ex altos cargos y empresarios que hasta hace poco eran intocables están en la cárcel, la sociedad civil cree que la justicia no actúa de forma imparcial. Y entre sus grandes objetivos se encuentra el de construir un sistema judicial independiente del poder Ejecutivo. dejó: el presidente interino Abdelkáder Bensalá, de 77 años, y el primer ministro, Nordín Bedoui, de 59.
Dentro del Colectivo hay asociaciones de derechos humanos, de mujeres, de jóvenes, de desaparecidos en la década negra (los de la guerra civil de los años noventa). Salhi fue muy criticado por subir fotos a su Facebook en las que solo había hombres, cuando las mujeres abundan en las protestas de los viernes. “En nuestra organización hay muchas mujeres, sobre todo, estudiantes”, señala. No obstante, admite que en los otros dos grandes grupos (Foro Civil por el cambio y Confederación de sindicatos) la representación femenina “no es fuerte”.
Lejos de la igualdad
Salhi reconoce que hay muchos puntos de divergencia sobre la Argelia del futuro, hasta el punto de que a veces ha peligrado el diálogo. “La cuestión de la igualdad entre hombres y mujeres no está solucionada”, admite. Las primeras citas comenzaron en las redes sociales, siguieron en las calles y continuaron en grandes salones con mesas que daban cabida a más de 70 asociaciones. Lo que salga de esa conferencia nacional organizada al margen del poder chocará inevitablemente con él.
El hombre fuerte del país, el general Ahmed Gaid Salah, de 79 años, se aferra a la actual Constitución. El régimen sigue obstaculizando las protestas de los viernes, deteniendo a los primeros manifestantes que se dan cita en Argel, impidiendo a algunos medios de prensa internacionales la entrada en el país o limitando para otros la cobertura.
Como medida para salir de la crisis actual, Salah impulsó unas elecciones presidenciales para el 4 de julio gestionadas por las autoridades de siempre, las mismas que apoyaron el quinto mandato de Abdelaziz Buteflika (1999-2019) y han sido acusadas de fraude durante los 20 años de su presidencia. La calle rechazó unos comicios en esas condiciones. Y fue tan contundente que no se presentó ningún candidato que reuniera unas mínimas condiciones legales exigibles. El régimen renunció a esos comicios. Y aún no ha ofrecido una fecha alternativa para otros.