Querido Albert
Querido Albert: Cuando en julio de 2006, por sorpresa, fuiste elegido en el congreso fundacional como primer presidente de Ciudadanos pensé que, aun siendo una persona muy valiosa, como habías demostrado cuando Cs era sólo un partido en construcción, todavía no te había llegado el momento: eras muy joven, te faltaba experiencia. Pero rápidamente cambié de opinión: ciertamente eras joven, 26 años, pero enseguida diste pruebas de ser muy maduro.
He dicho que fuiste elegido por sorpresa y el primer sorprendido por la elección fuiste tú. Lo recuerdo bien porque aquel día estaba a tu lado esperando que se anunciara el resultado, no quisiste decirme nada sobre la persona elegida, sólo balbuceaste, hecho un manojo de nervios, que tú no tenías la culpa. No entendí nada pero inmediatamente se anunció la lista que tú encabezabas y los asistentes, entre desconcertados y contentos, pidieron que pronunciaras unas palabras. Estas palabras no podían estar preparadas con antelación, para nada esperabas aquel nombramiento. Pero subiste decidido a una improvisada tarima para dirigirte a la concurrencia.
No fue una simple alocución de compromiso, como hubiera parecido normal, sino un largo y bien articulado discurso de veinte minutos en el que abordaste todas las cuestiones de fondo: el significado del partido, su ideología no nacionalista y el bilingüismo, su vocación liberal y socialdemócrata, la necesidad de ocupar un espacio electoral entonces vacío, el convencimiento de que si las ideas de Cs lograran darse a conocer se conseguirían unos escaños en el Parlamento desde donde poder discrepar de la política nacionalista, transversal a los demás partidos. En conclusión, transmitiste muy bien, con orden y claridad, el mensaje de que Cs era una fuerza política capaz de dar voz a catalanes que se habían quedado sin partido. El entusiasmo fue general: de repente te convertiste en el líder que andábamos buscando.
Pero hubo más. Al día siguiente te presentaste a primera hora ante tu jefe en la asesoría jurídica de La Caixa para pedirle una excedencia hasta las próximas elecciones ya que habías sido designado presidente de un nuevo partido político y debías entregarte por entero a esta tarea. Ahí diste prueba de tu respon