Animación delicada y triste
EL PAN DE LA GUERRA
Dirección: Nora Twomey. Intérpretes: Saara Chaudry, Soma Chhaya, Noorin Gulamgaus. Género: drama. Irlanda, 2018. Duración: 94 minutos.
En Las palmeras salvajes, esa novela de Faulkner (¿alguien sigue leyendo a ese escritor tan árido y magistral?) que Borges tradujo al castellano —incluso sugieren algunos eruditos que su versión es excesivamente libre—, un personaje decidía al final que entre la pena y la nada elegía la pena. Dos opciones muy crudas. Yo siento pena cuando constato la nada. Me ocurre al visitar los cines entre semana, porque no hay ni dios. Solo algunos náufragos de mi edad e incluso más viejos. De lunes a viernes hay salas en las que ya no existe ni la taquilla. Compras la entrada en el bar. Por ello, tengo una sensación alucinógena cuando un lunes, en la primera sesión, constato que hay una fila numerosa esperando su turno en la taquilla. Se me evapora la pena ante la nada. Pero no es un milagro. Simplemente, que se celebra la Fiesta del Cine, donde las entradas rebajan su precio hasta los 2,90 euros. Conclusión esperanzadora: queda mucha gente que prefiere ver el cine en su lugar natural y ancestral. El problema es el dinero. Como siempre. Pero ahora más.
Y está claro que la industria sobrevive, o le salen inmejorablemente las cuentas gracias a los cansinos superhéroes, el cine de animación o el viejo y triunfante catálogo de la factoría Disney interpretado ahora por seres de carne y hueso. Sin embargo, se estrenan cantidad de películas. Con vida efímera la mayoría de ellas. O inexistente. Ni siquiera le da tiempo a ser