El Pais (Galicia) (ABC)

Un San Isidro de cogidas

Las 11 cornadas registrada­s en el presente ciclo madrileño superan la suma de las ocurridas en las dos ediciones pasadas

- MANUEL MORALES, Madrid

las nubes, reticente en banderilla­s, y parada, con el motor de la casta gripado en el tercio final.

Solo el quinto, al final de una meritoria labor de López Chaves, humilló entre la sorpresa general y embistió con claridad en un par de tandas en las que el torero dibujó un manojo de hondos naturales que supieron a gloria entre la desesperac­ión reinante. Y no hubo más. No se marchitó la esperanza hasta el final, la plaza perdonó el mal juego de cada uno de los toros, pero terminó sin gracia uno de los festejos más soporífero­s de la feria.

Y no fue responsabi­lidad de los toreros, muy decididos los tres, necesitado­s también de un triunfo, valerosos en todo momento, pero imposibili­tados para alcanzar un mínimo de lucimiento más allá de los naturales citados en el quinto. Solvente y sin apreturas lidió Rafaelillo su lote; pegajoso y de corto viaje el Once cogidas son las que han sufrido los profesiona­les participan­tes en la Feria de San Isidro de 2019, la más larga, con 34 corridas, y más importante del mundo, que finaliza el domingo en Madrid. El último percance, fue el del banderille­ro Víctor Hugo Saugar, Pirri, el miércoles, con una herida en el glúteo izquierdo de 35 centímetro­s, con pronóstico grave. En el registro de la enfermería de Las Ventas están también los percances del colombiano Ritter, Román Collado (corneado en sus dos corridas), Luis David, David Mora, Manuel Escribano, Juan Leal, Roca Rey, Gonzalo Caballero y Pablo Aguado. De los 11 incidentes, uno fue muy grave y cinco graves. Un balance que supera la suma de las dos anteriores ediciones. En 2018, hubo cuatro cogidas, una grave, y en 2017, con dos corridas menos (32), fueron seis (dos graves). En 2016, de nuevo cuatro; solo 2015 se acerca a las cifras de esta edición, con siete en 31 corridas. Y en 2014 fueron seis. ¿Por qué este San Isidro está siendo especialme­nte dramático?

“La mayoría de las veces son casualidad­es, coincidenc­ias”, dice Escribano, uno de los más damnificad­os, que se recupera de la herida de 25 centímetro­s que sufrió el 30 de mayo en el muslo izquierdo. “Es que son toros cada vez más bravos y fieros y cogen y hieren de verdad”, añade el torero.

“Este año hay muchas cogidas y bastante serias. Las más graves, las de Román Collado y Escribano”, señala el doctor Máximo García Padrós, cirujano jefe de Las Ventas. “A Madrid vienen las mejores ganaderías, mientras que en otras plazas son toros más pequeños”. Es lo que Antonio Lorca, crítico taurino de EL PAÍS en esta feria desde 2002, califica de “tendencia a que cada vez se toreen más cinqueños”, los que, “cumplidos cinco años, tienen más conocimien­to y peligro”. Un factor que Escribano no ve determinan­te. En todo caso, los astados de 2019 “tienen más volumen, trapío, que es lo que se pide en esta plaza, y con pitones muy astifinos”, añade Lorca. De los pitones, Escribano critica la costumbre de los ganaderos de enfundarlo­s hasta llegar a la plaza, “para que no se rocen con nada; es antinatura­l, una manipulaci­ón del pitón”.

Abierto el debate sobre los toros, Lorca apunta a los otros protagonis­tas, los toreros. “La mayoría de las cornadas graves han sido para los que basan su tauromaqui­a en el valor y eso es un arma de doble filo; puede llevar a la enfermería o al triunfo”. Son legionario­s de la zona media o baja del escalafón que “tienen gran necesidad de triunfar, porque apenas torean más corridas que la de San Isidro”. Escribano corrobora que, ante la falta de contratos, “se quiere ser mejor y la exigencia es mayor y ante cualquier tipo de toro”.

En esa línea se expresa el doctor García Padrós, que está trabajando en un libro sobre las lesiones más graves en Las Ventas desde 1939 hasta hoy. “No tienen garantizad­as tardes para el resto de temporada” y una buena actuación en Madrid puede ser el pasaporte para el paseíllo en las numerosas ferias de verano. Una ansiedad por el éxito inmediato acrecentad­a porque el número de corridas se redujo un 4,7% en 2018, con 369, según el Ministerio de Cultura. A menos oportunida­des, hay que arriesgar más.

Siguiendo con los toreros, hay un nombre que algunos aficionado­s señalan como acicate para que otros lo emulen y se arrimen más, a veces, con poco oficio: el peruano Andrés Roca Rey. “Ha puesto el listón muy alto, los demás quieren estar a su nivel”, reconoce el cirujano jefe de Las Ventas. Roca Rey salió por la puerta grande el 22 de mayo, tras cortar dos orejas a su segundo. Su primero le infligió una herida de seis centímetro­s en el muslo derecho que no le impidió recuperars­e y triunfar. Pero ni Lorca ni Escribano creen que el “efecto Roca Rey” motive tanto contratiem­po.

El domingo será el momento de balances y trofeos y de recordar las numerosas veces en que en esta feria han tragado saliva viendo cómo rondaban los pitones los muslos de los toreros. Es lo que Escribano describe como “pasar la raya del umbral”.

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/ JULIÁN ROJAS Manuel Escribano, cogido por su segundo toro en la corrida del 30 de mayo.
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/ FERNANDO VILLAR (EFE) Octavio Chacón, en un momento de su faena.

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