La Europa del Sur cierra filas para defender sus intereses en la UE
La Europa mediterránea alza la voz para marcar la agenda del próximo ciclo de la UE. Los líderes de los países del sur de Europa reclamaron ayer en La Valeta (Malta) un mayor
Cinco meses después de verse las caras en Chipre, los mandatarios de los países del sur de Europa volvieron a reunirse en otra isla, Malta, para tratar de hablar con una sola voz en la UE. En ese corto espacio de tiempo, el contexto ha cambiado. La amenaza populista, tan evocada en las cancillerías antes de la votación por su potencial de bloquear la UE, ha perdido fuelle tras las elecciones europeas, y ha cedido el protagonismo al debate sobre quiénes deben pilotar el club durante los próximos cinco años y qué temas deben marcar la agenda de la próxima legislatura. peso de las políticas relacionadas con el cambio climático, la migración y el pilar social europeo. A la vez, abogaron por visibilizar esas demandas con más puestos sureños en la cúpula de la UE. Con los gobernantes
Los representantes de Italia, España, Francia, Grecia, Portugal, Chipre y Malta se sentaron juntos a la mesa en el suntuoso Albergue de Castilla de La Valeta durante alrededor de hora y media. Al término de la reunión, cuando los líderes tomaban la palabra, un grupo de manifestantes, reducido pero ruidoso, recordó tras el cordón policial a Daphne Caruana, la periodista asesinada en la isla en 2017 tras investigar casos de corrupción política. Mientras, en los atriles al aire libre, antes de cenar juntos, los jefes de Gobierno de la Europa del sur —cuatro socialdemócratas, comunitarios multiplicando estos días sus encuentros en plena lucha contra el reloj para designar a los nuevos mandamases de la UE, la cita maltesa sirvió también para avanzar en esas conversaciones.
un conservador, un liberal y el primer ministro del Ejecutivo populista italiano— dieron cuenta de su cara a cara.
En pleno ascenso de Los Verdes, y con las manifestaciones juveniles por el clima todavía frescas, los siete coincidieron en la necesidad de alcanzar la neutralidad climática en 2050 —un mensaje especialmente impulsado por el presidente español, Pedro Sánchez—, poner coto a los plásticos de un solo uso y dedicar más partidas del presupuesto europeo a frenar la emergencia climática. La cuestión ecológica fue, junto a los desafíos sociales pendientes,
lo más comentado, con menciones a un salario mínimo común y nuevas herramientas para combatir el desempleo juvenil. “Tenemos que redistribuir los niveles de riqueza. La disparidad entre las capas más altas y las medianas y bajas es inaceptable”, afirmó Sánchez.
Los países mediterráneos consideran que la UE de los últimos años ha puesto excesivo énfasis en las políticas de austeridad y ha descuidado estos dosieres, especialmente el pilar social. Y la declaración conjunta fue un reflejo de esa inquietud, especialmente acuciante para algunos de los presentes, como España y Grecia, con la tasa de desempleo juvenil más elevada de la UE.
Pero aunque los primeros ministros insistieron en querer hablar más de contenidos que de nombres, con la identidad de los futuros mandamases de las instituciones de la UE todavía en el aire, no esquivaron el asunto.
Posición común
Cada jefe de Gobierno se ha convertido en los últimos días en una suerte de director de recursos humanos. Los nombres para ocupar los cinco grandes puestos en juego en la UE circulan, pero ninguno parece llevar una ventaja clara. El encuentro tampoco pretendía despejar el panorama, para el que se necesita una mayoría en el Consejo y el Parlamento todavía lejos de conseguirse, pero fijó una posición común sobre los requisitos. En la declaración, los siete, que suponen el 55% de la población de la UE sin contar al Reino Unido, de salida por el Brexit, llamaron a “un equilibrio justo” en la selección y a tener en cuenta “la geografía, el tamaño de los países, el género y la familia política” de los candidatos. Cualquier discriminación puede hacer saltar chispas en una puja en la que se mezclan este y oeste, populares, socialistas, liberales y verdes, sin dejar de lado a los países pequeños ni olvidar la paridad de sexos.
Más allá de nombres, la sexta edición de la cumbre tuvo un importante componente regional. La llegada de inmigrantes a la UE ha caído con fuerza, pero en caso de nuevas crisis, los Estados mediterráneos serían los más vulnerables. Y España, que ya logró que Marruecos recibiera 140 millones de euros de fondos europeos para controlar la inmigración irregular, presionó con éxito para que entrara en la declaración una nueva referencia a su vecino africano. “El próximo acuerdo de asociación UE-Marruecos debe recoger el compromiso europeo con Marruecos e intensificar la cooperación”, reclama el texto, una forma de instar a que la UE no corte el grifo de dinero, aunque sin concretar partidas económicas.
El encuentro sirvió para que Macron y Sánchez volvieran a coincidir solo 18 días después de la visita del español al Elíseo. Ambos mantuvieron una reunión bilateral durante la cena en la que trataron el reparto institucional.