La esperanza en una nueva nación

Es curioso cómo a veces las películas, sin tener en principio nada que ver en cuanto a procedencias y estilos, acaban dialogando entre sí. Cuenta Patricio Guzmán, cronista de su país desde la mítica La batalla de Chile (1975), que en una charla con el prestigioso documentalista Chris Marker, este le dijo: “Cuando quieras filmar un incendio, hay que estar en el lugar donde se producirá la primera llama”. El consejo abre el nuevo documental de Guzmán, Mi país imaginario, que recorre lo acaecido en Chile desde el estallido social de octubre de 2019, hasta el triunfo de Gabriel Boric en las presidenciales del país, en diciembre de 2021, frente a un candidato de extrema derecha.

Que este crítico haya tenido la oportunidad de ver las películas de Guzmán y Romain Gavras (que filma esa primera chispa de una revolución en Atenea) el mismo día, conformando un inusual programa doble sobre la llama de la revolución en un mundo con olor a podrido, es lo de menos. Lo relevante es cómo dos cineastas tan diversos son capaces de saber lo que termina moviendo al pueblo; lo que lo saca de su abulia para intentar cambiar las tornas. En el caso de Mi país imaginario, algo tan aparentemente insustancial como la subida del 30% de los billetes de autobús y metro. De ahí, a un nuevo país. La historia, tantas veces inesperada.

Con estilo y ritmo tranquilo, Guzmán entrevista a personajes claves en las revueltas heridos por la respuesta policial. Personas que perdieron un ojo y la vista, pero no su visión de la injusticia. También a relevantes personalidades, como la escritora Nona Fernández y la periodista Mónica González. Junto a sus reflexiones, las del propio Guzmán y una serie de imágenes del estallido, que define como “una mezcla de liberación, aventura y lucha callejera”.

Las críticas al expresidente Piñera por utilizar al Ejército, lo que retrotraía a los tiempos de Pinochet, y el error de calificar los disturbios como “una guerra” copan también el documental. ¿Qué es lo que pervive en la sociedad y, sobre todo, en las instituciones, de aquellos días de represión?, se pregunta el director. La memoria, siempre la memoria.

A sus 81 años, Guzmán continúa con su labor en contra de la desmemoria. Y, por una vez, en su tono domina la esperanza. La llama hacia un nuevo país, más joven, más feminista, más optimista.