La catarsis emocional de Joan Baez
La cantante desgrana en un documental que sufrió abusos de su padre. “Fue devastador contarlo, pero ahora estoy en paz”
Joan Baez asegura que sufrió abusos por parte de su padre cuando ella era una niña. A Joan Baez la llamaban “mexicana idiota” en el colegio. Joan Baez empezó a ir a terapia con 16 años. Joan Baez estuvo ocho años enganchada a los ansiolíticos. Joan Baez salió horrorizada de su noviazgo con Bob Dylan. Joan Baez tenía una relación con su hermana Mimi, también cantante, basada en el poder y los celos. Joan Baez padeció trastorno de identidad disociativo, neurosis y ataques de pánico durante décadas.
Joan Baez (Nueva York, 83 años) sonríe desde su casa de Los Ángeles en una charla por vídeo con este periódico cuando se le pregunta por qué ha decidido abrirse en canal y contar todo esto que solo sus íntimos conocían. “¿Sabes? Tengo más de 80 años y quería dejar algo sincero. Di las llaves de mi intimidad a Karen [O’Connor, cineasta] y ya no había vuelta atrás”. La cantante habla del documental Joan Baez I Am Noise, un palpitante recorrido por su vida donde la activista se desangra viajando a las oquedades de su alma. La cinta se estrena en el BCN Film Fest el 23 de abril y en salas desde el 26 del mismo mes.
Baez habla sentada en el salón de su hogar, donde se ven cuadros y una chimenea. Lleva gafas, el pelo corto y blanco y exhibe un semblante apacible con momentos en los que estalla la carcajada. Se nota que se ha quitado un peso de encima contando su historia más recóndita. “Cuando estuvo terminado el documental lo vi unas 10 veces y no sentí nada. Entonces me di cuenta de que lo veía protegiéndome, porque hay demasiada trisabucheaba. teza y confesión. Entonces, un día, me relajé, cociné unas palomitas y me senté a verlo. Fue devastador, pero ahora estoy en paz”.
Aparte de las crudas confesiones, el documental traza una panorámica de la gigantesca figura cultural de Baez, con una carrera que abarca seis décadas y que la convirtieron en la gran dama del folk social y en figura relevante de la contracultura de los sesenta. Fue ella la primera que dio una oportunidad a Bob Dylan. Sin su olfato para detectar el talento del creador de Blowin’ In The Wind, es muy posible que Dylan hubiese tardado más en explotar. “Estaba en el Gerde’s Folk City, en Nueva York. De pronto, apareció en el escenario un chico andrajoso a más no poder y empezó a soltar sus letras. Me dejó petrificada. Su talento me embriagaba como una droga. Yo le llevaba a los conciertos, le invitaba a subir y la gente le Yo les decía: ‘Por favor, escúchenle’. No tardaron mucho en cambiar de opinión”, cuenta. Formaron un dúo arrebatadoramente atractivo. “Él necesitaba una madre, alguien que le bañara y le cantara canciones. Y yo necesitaba cuidar a alguien”, cuenta.
Tuvieron una relación que acabó cuando Dylan, ya subido al éxito, llegó a Londres en 1965 y ella lo acompañó. “Creo que lo que le pasó a Bobby cuando se hizo famoso fue que pasó página y se alejó de todo el mundo. Fue un cambio muy brusco”, cuenta en el documental. Y añade: “Tanta droga y tanta virilidad no iban conmigo. Ellos estaban en otra dimensión, yo era la rarita del folk que los acompañaba. No pintaba nada allí. Fue horrible”.
Baez se hizo famosa de la noche a la mañana. En 1959, con 18 años, actuó en el Newport Folk Festival y todo cambió. “Por la razón que fuera, tenía la voz adecuada en el momento adecuado. Y eso me catapultó a la estratosfera”, señala. Mucho antes, su padre, Albert Baez (un relevante físico mexicano, coinventor del microscopio de rayos X), había inculcado a Joan y a sus dos hermanas una conciencia social. “Mi padre nos llevaba a muchos lugares para que viéramos que todos éramos iguales. Nos hacía reflexionar sobre la brecha entre ricos y pobres”. Su madre, irlandesa, era una recalcitrante pacifista.
Ya muy popular, Baez estuvo en todas las protestas. El documental muestra imágenes de ella en manifestaciones junto a Martin Luther King, en otras contra la guerra de Vietnam, llevando de la mano a la escuela a niños negros mientras miembros del Ku Klux Klan les intimidaban ocultos en sus capirotes… Mientras, la cantante lidiaba con sus problemas psicológicos. Cuando una adolescente Joan acudió al primer psicólogo, este les advirtió a los padres: “Su hija carga con numerosos problemas emocionales, sensación de insuficiencia, complejo de inferioridad. Los síntomas podrían deberse a un trastorno psicológico y emocional”.
Baez confiesa hoy que ha hecho las paces con Dylan “espiritualmente”, ya que “hace décadas” que no tienen contacto. “No estoy molesta. Tuve lo mejor de él. Nos dio mucho con sus canciones. Cuando sentí que lo malo se había derretido, le escribí una carta. Le dije: ‘Gracias por los años sesenta, qué canciones escribiste. Lo único que siento ahora es gratitud”.
Sesiones de hipnosis
Cuando la artista dice que para realizar el documental dio las llaves de su intimidad se puede interpretar de forma literal. Baez guarda en un cuarto de su casa cientos de recuerdos, entre ellos las casetes con las grabaciones de las sesiones de terapia de toda la familia. Con 50 años, la cantante se sometió a una sesión de hipnosis para rescatar sus recuerdos. Lo hizo en parte empujada por su hermana Mimi, que le desveló que había sufrido abusos por parte del padre. En 1991, Baez escribió una brutal carta a sus padres, que desvela en el documental: “Queridos papa y mamá. Ha llegado la hora de contaros la verdad, que me he negado a deciros hasta ahora...”. Entonces acusa a su progenitor de haber abusado de ella. Albert, el padre, se defendió: “Hay muchos casos de psiquiatras que ayudan a recordar a sus pacientes cosas que no ocurrieron. Se llama síndrome de la mentira falsa”. Y Baez responde en el documental: “Nunca estás segura del todo, así es el proceso de recuperación. Pero aunque el 20% fuera real, fue suficiente para causar los estragos que causó”. La artista cuenta hoy con un rostro que proyecta bondad que ha perdonado a su padre. “Fue difícil y me llevó tiempo, pero sí, le perdoné”.
Responde con humor a cómo consiguió librarse de su adicción de ocho años a los ansiolíticos: “Bueno, en realidad el responsable de que lo dejara fue el presidente Carter. Prohibió esas pastillas maravillosas y ya no las
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“Nunca imaginamos que ese idiota de Trump llegara al poder”, afirma
podía conseguir en ningún sitio, así que las dejé”.
Ella, que luchó tanto por las injusticias, asiste hoy pesarosa a la peligrosa deriva mundial: “Creo que nadie podría haber escrito un mejor guion sobre el ascenso del nuevo fascismo. Nunca pudimos imaginar que ese idiota de Trump, aupado por unos seguidores que deben ser aún más estúpidos que él, llegara al poder. Yo lo llamo avalancha maligna e intento evitarla encontrando mi lugar. Una de las cosas principales para mí es estar en paz en el lugar donde vivo. Me refiero al tema del calentamiento global. Miro por la ventana y veo y escucho a los pájaros. Oh, dos tercios de los pájaros ya no están. Si dejo que eso me rompa el corazón, me quedo inmóvil y no puedo seguir. Así que salgo al campo, me siento y trato de escuchar al único pájaro. No espero a todo el coro. Es solo uno, pero muy hermoso”. Baez se retiró de las grandes giras en 2019, precisamente en España, en un concierto delicioso en el Teatro Real de Madrid, donde la acompañó a la percusión su único hijo, Gabriel Harris (54 años), fruto de su matrimonio con el activista David Harris, fallecido en 2023. “No echo de menos las giras. Hice muchas y es agotador. Suficiente”. Le encanta pasear sola por el campo, con su perro. Se pone en los auriculares a los Gipsy Kings y baila. Hasta que aparezca el único pájaro cantor.