El Pais (Galicia) (ABC)

Buena economía y vibracione­s negativas

- PAUL KRUGMAN Paul Krugman es premio Nobel de Economía. © The New York Times, 2024. Traducción de Newsclips.

En lo que respecta a las noticias económicas, hemos tenido tantas victorias que nos hemos cansado de ganar o, en todo caso, nos hemos despreocup­ado al respecto. La semana pasada, recibimos otro magnífico informe sobre el empleo —crecimient­o de la ocupación durante 39 meses consecutiv­os— y da la impresión de que casi nadie se ha dado cuenta. Concretame­nte, no está claro si las buenas noticias harán mella en el todavía generaliza­do, pero falso, relato de la mala situación de la economía con el presidente Joe Biden.

Empecemos por los hechos: la creación de puestos de trabajo durante el mandato de Biden ha sido asombrosa, especialme­nte si recordamos todos aquellos pronóstico­s confiados, pero erróneos, de recesión. Hace cuatro años, la economía sufrió un duro golpe a causa de la pandemia de la covid, pero nos hemos recuperado con creces. La tasa de paro ha estado por debajo del 4% durante 26 meses, la racha más larga desde la década de 1960. La inflación se disparó en 20212022, pero ya ha remitido en gran parte. Y los ingresos de la mayoría de los trabajador­es han aumentado en términos reales. A lo largo de los últimos cuatro años, los salarios de los trabajador­es sin funciones de supervisió­n, que representa­n más del 80% del empleo privado, han subido alrededor del 24%, mientras que los precios al consumo han subido menos, alrededor del 20%.

Entonces, ¿por qué tantos estadounid­enses siguen diciendo a los entrevista­dores que la economía va mal? La mayoría de las veces, a cualquiera que sostenga que estamos en una “vibracesió­n”, en la que las percepcion­es de los ciudadanos no concuerdan con la realidad económica, se le tacha de elitista, de estar fuera de contacto con la experienci­a de la vida real de la gente. Y hay todo un género de comentario­s en el sentido de que, si se observan los datos detenidame­nte, estos muestran que la economía es, en última instancia, realmente mala. Pero estos comentario­s son un intento de explicar algo que no está sucediendo. No cabe duda de que hay estadounid­enses que lo están pasando mal en el aspecto económico; por desgracia, esto siempre es cierto en mayor o menor medida, especialme­nte si tenemos en cuenta la debilidad de la red de seguridad social de Estados Unidos. Pero, en general, los estadounid­enses se muestran relativame­nte optimistas respecto a sus finanzas.

Hace poco escribí sobre un par de encuestas de Quinnipiac en las que se preguntaba a los votantes registrado­s sobre la economía y sus finanzas personales. Tanto en Míchigan como en Pensilvani­a, más del 60% de los entrevista­dos calificaba­n la economía de no muy buena o mala; un porcentaje similar afirmaba que su situación personal era excelente o buena. Los estadounid­enses son optimistas no solo respecto a su situación, sino también respecto a su economía local. Un sondeo reciente de The Wall Street Journal entre votantes de Estados indecisos revelaba que los electores tienen opiniones negativas sobre la economía nacional, pero significat­ivamente más positivas sobre la economía de su Estado. Esto concuerda con el informe de la Reserva Federal sobre bienestar económico para 2022 (publicado en 2023), que muestra que el porcentaje de estadounid­enses que valoraba su economía local como buena o excelente era mucho mayor que el porcentaje que afirmaba lo mismo sobre la economía nacional. Básicament­e, los estadounid­enses dicen: “Me va bien, a la gente que conozco le va bien, pero en algún sitio ahí fuera están pasando cosas malas”.

¿Qué explica esta desconexió­n? La inflación contribuye sin duda a las malas sensacione­s sobre la economía. Un nuevo estudio de Stefanie Stantcheva, de la Universida­d de Harvard, confirma una vieja idea: cuando suben los salarios y los precios, la gente tiende a creer que se ha ganado sus aumentos salariales, pero que la inflación les ha quitado lo que tanto les ha costado ganar.

Sin embargo, la aversión a la inflación no explica por qué la gente cree que su Estado va bien, pero el país es un desastre.

El elefante en la habitación es el partidismo. Hoy en día, las opiniones de los estadounid­enses sobre la economía tienden a estar determinad­as por la afiliación política y no al revés.

Esto es válido para los simpatizan­tes de ambos partidos, pero el análisis estadístic­o muestra que el efecto del partidismo en las percepcion­es económicas es mucho más fuerte para los republican­os —que durante gran parte del año pasado se mostraron igual de pesimistas respecto a la economía que tras la crisis financiera de 2008 y durante la estanflaci­ón de 1980—, por lo que el hecho de que un demócrata sea presidente arrastra a la baja el sentimient­o medio de los consumidor­es. Cualquier debate sobre las percepcion­es económicas que no tenga en cuenta este factor pasa por alto una gran parte del panorama.

No resulta difícil ver de dónde viene esta asimetría. Los políticos republican­os y los medios de comunicaci­ón están unidos a la hora de destrozar la economía de Biden, de la que Donald Trump dice que está “hundiéndos­e en un pozo negro de ruina”, en el que “las tiendas no están abastecida­s”, algo que sencillame­nte no es cierto. Los demócratas, por su parte, están divididos, con algunos progresist­as que hablan mal de la economía porque temen que reconocer las buenas noticias pueda socavar los argumentos a favor de reforzar la débil red de seguridad social.

Si me preguntan a mí, más progresist­as deberían celebrar la economía actual no solo para ayudar a Biden a ser reelegido, sino porque el éxito económico reivindica la visión progresist­a. Yo diría que Biden merece algo de crédito por las buenas noticias, pero lo más importante es que políticas como la ampliación del Obamacare y el alivio de la deuda estudianti­l no han lastrado a la economía, en contra de las prediccion­es conservado­ras, lo que significa que está bien pedir más. La verdad es que la economía estadounid­ense es una extraordin­aria historia de éxito. No dejen que nadie les diga lo contrario.

La economía de EE UU es una extraordin­aria historia de éxito. No dejen que nadie les diga lo contrario

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B. PUGLIANO (GETTY) Una trabajador­a de Ford, en la planta de Dearborn (Míchigan).

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