El Pais (Galicia) (ABC)

Antonio Rüdiger cierra el círculo

El alemán, sacrificad­o hace un año en el 4-0, lidera la defensa al límite del Madrid ante el City, vuelve a reducir a Haaland y cierra el pase con el tercer penalti que lanza en su carrera, todos en una tanda

- LORENZO CALONGE Madrid

No existen registros en la carrera de Antonio Rüdiger de penaltis lanzados durante los 90 minutos, o incluso en la prórroga, de un partido. Lo suyo son las tandas y, además, la parte final de ellas, cuando los tiradores más dotados o preferente­s ya han pasado por la silla eléctrica o han declinado el ofrecimien­to, como Fede Valverde en el Etihad. El alemán solo aparece en esos trances en los que la tensión lo confunde todo.

En Mánchester surgió en ese abismo, apuntilló al City y, sobre todo, cerró un círculo personal. Hace un año, fue el sacrificad­o en el 4-0 tras atar en corto en la ida a Erling Haaland, y en este volvió a reducir al noruego en ambas citas y se apuntó el bingo decisivo desde los 11 metros. Más madera para su gran crecida.

Antes del thriller de este miércoles, solo había constancia de dos penas máximas suyas en el fútbol profesiona­l, según Opta. Ambas, en la muerte súbita. En agosto de 2021, en la Supercopa de Europa contra el Villarreal, fue el séptimo del Chelsea en ponerse frente a Sergio Asenjo. Se lo mandó a su derecha y gol. El siguiente en hacer el paseíllo fue Raúl Albiol, se lo detuvo Kepa y los blues se adjudicaro­n el título (6-5). Seis meses más tarde, Rüdiger tampoco figuró entre los primeros lanzadores del Chelsea en la final de la Copa de la Liga ante el Liverpool. Fue el sexto. También burló al portero, Caoimhín Kelleher, se la envío a la izquierda, y gol. El trofeo, eso sí, lo levantaron los red porque Kepa —otra vez protagonis­ta— erró el undécimo tiro (10-11).

Y frente al City, tercer lanza

miento en su trayectori­a y para adentro. Tampoco estaba entre los cinco primeros, pero Valverde dijo que no podía con su vida y el quinto turno le cayó a Rüdiger, que se ofreció para la causa. Aunque su labor en la tanda iba a comenzar unos minutos antes, con Kovacic. El croata es su mejor amigo en el fútbol. Coincidier­on tres temporadas en el Chelsea, pero el alemán no atendió a sentimenta­lismos y le levantó el brazo a Lunin para indicarle que se tirara a la derecha. Ahí golpeó el balcánico y ahí se la sacó el ucranio.

Su intervenci­ón clave en la tanda del Etihad después de volver a salir vencedor del cuerpo a cuerpo

con Haaland elevó aún más la nota global de su curso. Empezó en agosto donde estaba, a rebufo de Militão y Alaba, pero la grave lesión del brasileño le abrió una ventana que ha terminado ocupando por completo. Él ha recibido la confianza del cuerpo técnico y este ha agradecido que el germano haya sabido corregirse para evitar algunas pequeñas desconexio­nes. Un problema que ya arrastraba en el Chelsea.

Nada ha representa­do mejor su ascenso que los enfrentami­entos con Haaland. El del año pasado le sirvió para hacer palanca y estos dos recientes han apuntalado sus mejores meses en el Macuento, drid. En la preparació­n del cruce no ha habido grandes novedades en la planificac­ión del marcaje. “Asumo el duelo de manera personal”, había proclamado en la ida.

En los tres encuentros frente al noruego en el último año, el delantero no ha marcado y apenas ha acumulado cuatro remates a puerta. Este miércoles, eso sí, mandó una al palo. En la suma de los tres choques, no ha llegado ni a un gol esperado (0,94). Tuvo Rüdiger el 1-2 en la prórroga y su única concesión atrás fue el despeje que originó el empate.

“Sí, sí, va a jugar la vuelta”, respondió entre risas Ancelotti el pasado sábado. La pregunta venía a

o así se lo tomó el italiano, de la ausencia del central hace un año en el 4-0. Una decisión en la que el técnico jugó al despiste. Militão volvía de una sanción, así que sobraba uno. Le preguntaro­n cuatro días antes a Carletto si el alemán jugaría en el Etihad tras su gran marcaje a Haaland y, por su respuesta, todos entendiero­n que sí. Hasta que se descolgó ya en Mánchester con que pensaba que le habían preguntado por Rodrygo. “Lo debo aceptar, aunque fue complicado”, confesaba hace unos días. Esta vez, no hubo dudas ni despistes. Primero dirigió una defensa al límite y luego apareció por tercera vez en los 11 metros.

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DAVE SHOPLAND (AP/LAPRESSE) Rüdiger celebra el tanto decisivo en la tanda de penaltis ante el City.

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