“Sánchez está abatido, pero la rabia del PSOE es un elemento de fortaleza”
La vicepresidenta acaba de ser confirmada como cabeza de cartel del PSOE en las europeas
La palabra del momento es frágil. Resulta paradójico, porque los liderazgos que gobiernan el mundo tienen como seña de identidad la dureza; el de Pedro Sánchez se ha caracterizado por la resistencia. Teresa Ribera (Madrid, 54 años) recibe a El PAÍS en la sede del PSOE en Ferraz, que de buena mañana ya registra un oleaje emocional que no dejará de crecer a lo largo de un sábado marcado por el periodo de reflexión de Sánchez. Hay vértigo entre los socialistas. Ribera —vicepresidenta y ministra de Transición Ecológica— acaba de ser confirmada como cabeza de cartel del PSOE en las elecciones europeas, que al paso que vamos acabarán siendo un plebiscito sobre Sánchez, sobre su decisión de renunciar o seguir en La Moncloa. Ella apuesta por la continuidad. Rechaza que tras ese impulso haya ningún tipo de cálculo. Carga contra el lenguaje de excitación destructiva de la política española, contra ese odiar con el hígado, contra las pistolas humeantes de la crispación. Un líder político es un catálogo de voces: en Ribera es muy reconocible su voz experta en energía y clima; su voz política es menos conocida.
Pregunta. ¿Ha hablado con el presidente del Gobierno?
Respuesta. Desde el miércoles por la mañana, no.
P. ¿Sánchez va a seguir?
R. Creo que sí. Está abatido: estos años han sido muy duros y él es fuerte, pero cualquiera puede acabar quebrándose. Sobre todo cuando los ataques se dirigen a la familia, a los más cercanos.
P. ¿Eran conscientes de cómo le estaban afectando esos ataques a su mujer?
R. Cuando alguno de nosotros se ha encontrado con alguna situación desagradable para nuestros familiares, Sánchez siempre ha sido extraordinariamente cariñoso y comprensivo. En su círculo más íntimo, aunque siempre ha sido muy contenido, a veces sí se ha visto cómo le afectaban los ataques directos a su hermano, a su mujer.
P. ¿Puede Sánchez seguir sin dar más explicaciones?
R. Él es presidente legítimo: esa legitimidad se ha pretendido cuestionar con una larga campaña de acoso. Ha pedido tiempo para reflexionar y explica en una carta ese sentimiento de abatimiento por las últimas embestidas, que afectan a su entorno más íntimo. Hay un mensaje potente para él: queda mucho por hacer, debe levantarse y seguir adelante. A él le corresponde valorar qué hace y cómo lo explica, pero estoy convencida de que la fuerza de esa legitimidad y de sentirse respaldado, animado y apoyado por todo el mundo es crucial.
P. ¿Debe abrir un presidente del Gobierno un periodo de reflexión en el que el final del camino puede ser su dimisión?
R. Tiene que seguir.
P. ¿Y si no sigue? Se está señalando a María Jesús Montero como posible sucesora.
R. Especular no tiene sentido. Si sigue se acabó el ruido. Y si no sigue, el partido tiene que reflexionar sobre cómo resuelve esta situación.
P. ¿Está en shock el PSOE?
R. Sánchez y el partido están tremendamente abatidos. Hemos tenido en las sedes manifestaciones desagradables, expresiones violentas de cuestionamiento del Gobierno. Y ahora el presidente lo está pasando mal, después de haber asumido con gran responsabilidad decisiones complejas. Hay abatimiento en las filas socialistas, pero el partido también se siente fuerte: la rabia también es un elemento de fortaleza.
P. El clima político está encanallado. ¿El PSOE tiene alguna responsabilidad?
R. Es injusta esa equidistancia entre acosador y acosado. Y hay veces en las que el acosado se defiende e intenta explicar (por cierto, sin insultos y sin violencia) que lo que le están diciendo es falso y es intolerable. Creo que el PSOE ha puesto pie en pared. Esto no es discrepancia política: esto es un proceso de acoso permanente con Sánchez en la diana. P. ¿Cómo es su relación?
R. Cordial, de confianza.
P. ¿Usted lo vio venir?
R. Todos sabíamos que este asunto, lo personal, le afectaba en mayor medida. Pero a la vez es una persona con una extraordinaria capacidad de aguante.
P. Por eso sorprende más.
R. Así es.
P. ¿Pero no es extraña esa salida con una denuncia que no se sostiene contra su mujer?
R. La denuncia es la gota que colma el vaso. No creo que esto mismo hubiera generado la misma reacción hace dos años. El miércoles por la mañana estaba muy afectado, pero ha sido un proceso de acumulación. Hubo otro momento duro para él, cuando fue objeto de brutales ataques personales y tuvimos unos resultados electorales que castigaron a alcaldes y presidentes autonómicos que habían aportado mucho. También ahí tuvo un momento de reflexión, del que salió con la convocatoria electoral.
P. Ahí había parte de intuición política y parte de táctica. ¿Contempla usted que esta vez también haya cierto tacticismo?
R. Es miserable la reacción que hemos visto, en los medios y en el PP, intentando cuestionar la honestidad de su decisión. En ese proceso de ataques se dio a menudo una imagen deshumanizada del presidente, caracterizado como un personaje frío, imperturbable, a quien solo le interesa el poder. Ahora, de nuevo, salen con esa monserga los barones del PP y sus portavoces.
P. ¿No es lícito pensar que puede haber intuición política detrás?
R. El presidente se ha aislado: no he tenido la ocasión de hablar con él. Pero mi convicción es que no tiene nada que ver con eso. De hecho, desde el punto de vista de la intuición política, hacerlo a las puertas de las elecciones catalanas y de las europeas…
P. Ese es un riesgo: que esas elecciones se conviertan en una especie de plebiscito sobre Sánchez. ¿Cómo afecta eso a su campaña? La pasada legislatura en la UE fue claramente la de la agenda verde, pero en la que viene el énfasis se pondrá en la defensa.
R. La defensa y la seguridad van a ser cruciales: nos jugamos nuestros valores, nuestro sistema democrático, nuestras libertades, y hay dos focos de atención muy potentes en Israel y Ucrania. Pero en Ucrania hemos visto también cómo Putin ha usado los combustibles y hasta los alimentos como arma de guerra. Ese conflicto pone de relieve que buena parte de la seguridad de Europa está vinculada a una transformación de su sistema energético.
P. ¿El enemigo para la transición ecológica en Europa es interno, con los movimientos de retraso en esa agenda desde la derecha y vinculados al campo?
R. Dice Todd Stern [histórico negociador climático de EE UU] que el primer enemigo de la acción climática son los combustibles fósiles. Pero el segundo es una combinación de negacionismo, indolencia, retardismo y excusas para no actuar. Los datos de aumento de temperatura son terribles. Los primeros afectados son quienes más dependen del clima y de las condiciones del suelo: los agricultores. Hay que tener una combinación adecuada entre agenda verde y agenda social y no se puede trasladar a los grupos más vulnerables la responsabilidad de un cambio que tiene que llegar con el acompañamiento de las instituciones. Una de las compañías vitivinícolas más importantes de España va a tener que suspender los contratos de casi el 80% de su plantilla por la sequía. Esa es la gran amenaza del campo español. No la acción climática, sino la inacción.
P. ¿Teme un cambio de alianzas de Ursula von der Leyen hacia la extrema derecha, como quiere una facción del PP europeo?
R. Esa pregunta muestra lo cruciales que son las elecciones. No quiero una Europa en la que se impongan los brazos en alto como vimos en Roma hace semanas.
P. ¿Cree que hay ultras presentables, como Meloni, que pueden formar parte del PPE?
R. La extrema derecha no quiere más integración. No quiere políticas contra el cambio climático. Europa es frágil, tiene una guerra en el vecindario y otra cerca, serios problemas de competitividad. Pero nada de eso va a mejorar con un cambio de alianzas que dé entrada a los ultras en los consensos.
P. ¿Su salida puede descapitalizar el Gobierno tras la de Calviño? Acumulaba competencias relacionadas con medio ambiente, energía y gestión del agua. ¿Hay riesgo de que se dispersen?
R. Se queda en Madrid un equipo extraordinario. Y ese es un asunto que le toca resolver al presidente. Él fue quien quiso concentrar las competencias.
La legislatura pasada sirvió para marcar las grandes líneas estratégicas: sin eso es imposible entender esos 21 millones de afiliados, esa capacidad de absorción de inversiones. Me parecería un error acabar con eso. No lo concibo.
P. Su gran éxito fue la excepción ibérica. ¿Qué se deja en el tintero?
R. Quedan cosas por completar: la transformación del sistema energético, con más electrificación. La recuperación de la agenda urbana. Hay que seguir impulsando la biodiversidad y las infraestructuras verdes. Completar la conservación de espacios marinos. Consolidar la reducción de desigualdades. Y generar oportunidades en el mundo rural.
P. Con apoyo socialista, Bruselas aprobó una etiqueta verde para las nucleares. ¿Fue un error?
R. Sí. Una cosa es que no emitan y otra cosa que sean verdes.
P. Se va en medio de una bronca con Repsol.
R. No tengo particular bronca con ninguna empresa. Repsol necesita diversificar. Está en ese proceso. A veces a algunos de sus directivos les cuesta entender que es un camino que hay que recorrer sí o sí, y con honestidad.
P. ¿Repsol hace
“No quiero ver una Europa en la que se impongan los brazos en alto”
“Al presidente le corresponde valorar qué es lo que hace y cómo lo explica”
R. Creo que no se puede llamar verde a cualquier cosa. Ni la nuclear es verde, ni el petróleo es verde, ni los combustibles sintéticos van a sacarnos del apuro.
P. ¿El Estado tiene que entrar en empresas como en Naturgy? ¿Ha habido contacto directo entre el Gobierno español y el emiratí?
R. Sí, hubo contactos. Y sí, el Estado tiene que vigilar el funcionamiento del mercado y los sectores estratégicos por distintas vías.
P. ¿Debe entrar en el capital? R. Depende. No tiene sentido en todas las operaciones. En cada caso hay que ver cuál es la mejor manera de proteger nuestros intereses en sectores estratégicos. El energético tiene un grado de regulación importante por razones de seguridad energética, pero evidentemente hay que evaluar operaciones que supongan riesgo.
P. ¿Tras las elecciones, se ve más en el Parlamento Europeo o en la Comisión?
R. Más en la Comisión.
P. ¿En qué área?
R. Energía, clima, medio ambiente, la transformación de la industria en Europa son carteras importantes.