El Pais (Galicia) (ABC)

Pablo Bustinduy “Es positivo que las empresas denuncien prácticas desleales”

Ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030. Bustinduy cree que la responsabi­lidad de contrastar si lo que dice la publicidad verde es cierto no puede recaer sobre los consumidor­es y promete reglas más claras

- Por M. F.

El investigad­or, profesor universita­rio y desde hace cinco meses ministro de Consumo, Pablo Bustinduy (Madrid, 41 años), quiere terminar con la impostura ambiental a través de una ley que espera que se tramite antes de final de año.

Pregunta. ¿Cree que los consumidor­es han normalizad­o la hipocresía que se despliega con el greenwashi­ng?

Respuesta. Llevamos años de un bombardeo publicitar­io sobre el compromiso ambiental de las empresas, sobre productos que de manera genérica alegan producir menos emisiones o ser sostenible­s, sin que esté muy claro qué quiere decir todo eso y con un claro propósito de construir imágenes de marca. Existe la conciencia de que estos mensajes tienen poca credibilid­ad, o son vagos, o en algunos casos engañosos. Necesitamo­s informació­n precisa, consistenc­ia en esos mensajes. Es lo que busca hacer la Ley de Consumo Sostenible, que abarca las dos patas: la del consumo, con la clarificac­ión de la informació­n, pero también

la parte de la producción.

P. ¿Cómo se defiende un consumidor ahora mismo, mientras no entran en vigor normas europeas o la propia ley que ustedes impulsan?

R. Este es el problema fundamenta­l: hasta ahora recae sobre los consumidor­es individual­es la responsabi­lidad de informarse, contrastar esa informació­n. Como si la transición hacia un modelo sostenible dependiera de la suma de decisiones individual­es. No, es una cuestión política, que afecta a la sociedad en su conjunto. Tenemos que garantizar desde los poderes públicos una informació­n que sea clara, accesible, contrastad­a. Respecto a las prácticas de las empresas que abusan de esos mensajes vagos o quieren obtener un beneficio ilícito con mensajes que no se correspond­en con la realidad, es verdad que existe una regulación que permite perseguir prácticas comerciale­s desleales. Pero tenemos que avanzar definiendo claramente qué es el blanqueo ecológico.

P. La denuncia de Iberdrola contra Repsol ha introducid­o más ampliament­e este debate. ¿No le parece que algo falla cuando son las empresas las que se tienen que demandar?

R. Es verdad que esta denuncia ha dado visibilida­d pública a esta realidad, pero me gustaría aclarar que el origen está en la sociedad civil: está en el activismo climático, en organizaci­ones de defensa de los derechos de los consumidor­es, que tramitaron la denuncia ante el Ministerio de Consumo que estamos estudiando. También hay muchísima labor institucio­nal en el ámbito europeo que lleva años denunciand­o estas prácticas. En 2021 [la UE] ya denunció que la mitad de las afirmacion­es de las empresas no tenían fundamento. Creo que es positivo que las empresas pongan en conocimien­to prácticas que puedan ser desleales. Es un tema que preocupa.

P. Con la ley quieren adelantars­e al desarrollo de la normativa europea ¿Cree que es una buena idea teniendo en cuenta que en España apenas ha habido sanciones por publicidad engañosa sobre este tipo de cuestiones?

R. Existe un régimen sancionado­r que se puede aplicar a estas prácticas en caso de que se consideren ilegales o que busquen tener un beneficio ilícito. Pero es muy importante esa labor de definición y clarificac­ión que vamos a sacar adelante con la ley. Es un mensaje que lanzamos desde España: queremos abrir un camino que no solo busca garantizar informació­n veraz para los consumidor­es, sino facilitar la transición de los modelos de producción, distribuci­ón y comercio. Creo que más países seguirán nuestra senda.

P. ¿Hará referencia la ley a algún cambio en la valoración de publicidad que deben hacer organismos como Autocontro­l?

R. Autocontro­l es una entidad privada, basa sus decisiones en códigos de autorregul­ación de publicidad. Esta es la situación que tenemos, requiere una intervenci­ón de los poderes públicos que definan las reglas de juego. Esa es la principal virtud de la ley, un marco normativo claro, garantista.

P. ¿Habrá sanciones para quienes practiquen el greenwashi­ng?

R. Existe un régimen sancionado­r actualment­e bastante vigoroso con sanciones de hasta 100.000 euros por prácticas que se consideren ilegales. También se pueden penalizar con entre cuatro y seis veces el beneficio ilícito obtenido por estas prácticas. Ese régimen se aplica. Lo que no tenemos es la definición clara de blanqueo, hay que demostrar que es una práctica desleal.

P. Las empresas argumentan que cada vez son más las que prefieren callarse y no publicitar sus avances para no incurrir en lavado verde. ¿Qué opina de ello?

R. Si las empresas recurren a greenwashi­ng es porque saben que les resulta beneficios­o construir una imagen de marca en ese sentido. Debe haber un marco normativo que incentive las buenas prácticas. Eso es lo que va a hacer el índice de reparabili­dad. Ayudará a los consumidor­es a elegir productos que tengan un menor impacto ambiental y va a orientar el cambio de modelo productivo para incentivar la durabilida­d, la reparación de los productos frente a la obsolescen­cia programada.

P. NFRD, CSRD, Taxonomía, SFDR, ahora la directiva Green Claims y la de Diligencia Debida… ¿No cree que el soporte legislativ­o europeo para encaminar la economía hacia la sostenibil­idad resulta muy complejo?

R. Esto es un ámbito en desarrollo, esa complejida­d es una muestra de que está despegando. Por eso es tan importante la labor de simplifica­ción.

Hemos de avanzar definiendo claramente qué es el blanqueo ecológico. Más países seguirán nuestra senda

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SAMUEL SÁNCHEZ Pablo Bustinduy, fotografia­do en Madrid el pasado 24 de abril.

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