La caída de un “monstruo sagrado”
El protagonista de ‘Cyrano de Bergerac’ y ‘Matrimonio de conveniencia’ ve desmoronarse el culto a su imagen de francés ‘bon vivant’
La Fiscalía de París anunció ayer que Gerard Depardieu será juzgado por agresión sexual. Será el primer proceso contra una estrella que a veces se ha comparado con el productor Harvey Weinstein en EE UU, pero que por su influencia cultural —lo demuestra la salida de Macron en diciembre, cuando dijo que es “un inmenso actor” y “un orgullo para Francia”— significa mucho más en su país, y en el mundo. Ya está imputado desde 2020 por un caso similar. Otros se remontan más atrás; la denuncia de la actriz Hélène Darras por agresión sexual en 2007, archivada por prescripción.
“El último monstruo sagrado del cine”, le describían en diciembre un grupo de artistas en una tribuna en la que defendían la presunción de inocencia del actor. “Amado, demasiado amado, más allá de lo razonable” a lo largo de su carrera, el protagonista de Cyrano de Bergerac y otras películas taquilleras y clásicos del cine contemporáneo “ve cómo la posteridad se desmorona bajo sus pies”. Así lo resumen los periodistas Raphaëlle Bacqué y Samuel Blumenfeld en el recién publicado Une affaire très française (un caso muy francés). Porque, como expresaba Macron con su criticada declaración, Depardieu es casi un monumento nacional en su país. Proyecta en el exterior la imagen de un cierto tipo de francés, bon vivant, hedonista y desmesurado.
Era un “caso muy francés”; escriben los autores, porque encarna “la historia del pequeño canalla de provincias que sube a París, el genio de las réplicas de culto, el éxito que le sube a la cabeza”. Pero es también “un caso muy francés” por otros motivos. Es el país, a fin de cuentas, en el que feministas históricas, como Catherine Deneuve, defendían en 2018, al estallar el Me Too en EE UU, la “libertad de importunar, indispensable para la libertad sexual”. El país en el que el Me Too autóctono llegó, antes que en el cine, en el mundo literario o intelectual y con casos de abusos a menores o incesto, como libros como El consentimiento o La familia grande. Y el país en el que la figura del escritor y el artista, del genio y la gloria nacional, ha gozado durante siglos de un estatus único, lo que permitía al actor “arrogarse todos los derechos,
el de llegar borracho a los rodajes y tocar traseros”, según Bacqué y Blumenfeld. En los últimos meses, directores como Jacques Doillon y Benoît Jacquot también han sido objeto de denuncias de actrices.
De Depardieu se sabía desde hacía tiempo como se comportaba en los rodajes. En 1991, cuando estrenó Cyrano y Matrimonio de conveniencia en EE UU y aspiraba al Oscar, salieron a flote unas declaraciones suyas en las que admitía haber participado en varias violaciones siendo niño. Él mismo escribía hace unos meses en un artículo: “Yo he hecho con frecuencia lo que nadie osa hacer: poner los límites a prueba, hacer tambalear las costumbres y en el plató entre dos tomas, entre dos tensiones... reír”.
Depardieu cultivaba este personaje, pero el mundo actual no es el de los ochenta o los noventa. En abril de 2023, una investigación del diario Mediapart recogió 13 testimonios de mujeres que denunciaban “gestos o declaraciones sexuales inapropiadas”. Y en otoño se emitió un documental en el
que se lo veía en Corea del Norte comentando mientras observaba a unas mujeres en un centro hípico: “A las mujeres les encanta ir a caballo, su clítoris se frota en la silla, estas zorras”.
El documental precipitó la caída. “Durante años”, escriben Bacqué y Blumenfeld, “se le había perdonado su exilio fiscal, sus compromisos con una buena docena de dictadores y sus declaraciones rozando el conspiracionismo. Unos meses han bastado para aniquilar 50 años de carrera”.
La ministra de Cultura, Rima Abdul Malak, quiso retirarle a Depardieu, a finales de 2023, la Legión de Honor, máximo reconocimiento de la República. Macron la corrigió: las acusaciones y las obscenidades no eran motivo suficiente para quitarle la medalla. La ministra fue reemplazada unas semanas después.
En una rueda de prensa, preguntado por su defensa del actor, Macron se corrigió: “Si algo lamento, es no haber dicho con suficiente claridad lo importante que es la palabra de las víctimas.”
coincidieron en el campo el 42% de los minutos y en esta, solo el 17%, según Opta. El croata, del que Ancelotti ha valorado en las últimas semanas su buen estado físico, ha pasado a ser suplente del germano. El Madrid ha renovado la medular con Camavinga (31 millones), Tchouameni (80) y Bellingham (103), y el ascenso de Valverde. Pero lo que no ha descubierto aún, dentro o fuera, es un relevo natural para Kroos, que juega con la coraza de estos jóvenes.