El Pais (Galicia) (ABC)

La liberación de Alfonsina Strada

Hace 100 años, una mujer participó por única vez en el Giro de Italia junto a los hombres, la gran conquista de una pionera que rompió moldes y barreras

- CARLOS ARRIBAS Madrid

“Vai Alfonsina!”, le grita Costante Girardengo, y la voz de ánimo del primer campioniss­imo de la historia del ciclismo acalla todas las dudas en su cabeza y todos los insultos, todos los ¡vacaburra!, ¡marimacho!, que la ensordecen, voceados desde las cunetas aquella mañana de niebla, 4 de noviembre de 1917 en Milán. Comienza así el Giro de Lombardía, una de las grandes clásicas del calendario, y una mujer, Alfonsina Strada, de 26 años, compite de igual a igual con los mejores ciclistas del momento.

Es la primera vez que una mujer compite con hombres. Sus rivales, ganadores de Tours como Thijs y Pélissier; de Giros, como Girardengo y Belloni, otros grandes, como Everardo Pavesi, que le lanza un sprint en un repecho, y todos, que conocen su lucha, la acogen como hermanos. Son 200 kilómetros. Más de siete horas. Parten 54. Terminan 29. Alfonsina llega la última, pero llega. “Eres una de los nuestros”, le dice Girardengo.

Pedaleando bajo la luna llena, a escondidas, a los 13 años, en la bicicleta de su padre, pobre jornalero del campo, Alfonsina había descubiert­o el valor liberador de la desobedien­cia en la Italia pobrísima de principios del siglo XX. “Voy a misa”, decía los domingos por la mañana, antes de coger la bici aun a costa de recibir palizas cuando se descubría la mentira.

Su vida la escribe la novelista Simona Baldelli, Alfonsina y la strada (Alfonsina y la carretera). Su vida atraviesa la primera mitad del siglo XX, la Primera Guerra Mundial, el fascismo de Mussolini, la Segunda Gran Guerra. Se llamaba aún Alfonsina Morini. Con la bici descubre que las fronteras de su vida no son la miseria y la desesperan­za. Le llaman la Loca, El Diablo con faldas. Trabaja de modista, pero quiere ser ciclista. “O te vas de casa o dejas de correr”, le dice su madre una mañana de 1905. “Para escaparte tendrás que hacer lo que hicimos todas, cásate”.

Ella no se casa. Encuentra a Luigi Strada y se van a Milán. Tiene 14 años. Él, 17. Le regala una bici de carreras. Ella cambia su apellido. Ya es Alfonsina Strada. Viven juntos y solo 10 años después se casan. Él es su mecánico. Su eneconómic­a. trenador. Ella viaja y compite. Bate el récord de la hora. Es ya la Reina de las Bielas. Compite en Francia y en Rusia. La condecora la zarina Alejandra en el Palacio de Invierno de San Petersburg­o. En París actúa en circos.

Alfonsina convence a los responsabl­es de la Gazzetta dello Sport, los organizado­res de la carrera, para que le dejen correr el Giro de Lombardía: “El reglamento dice que es una carrera reservada a ciclistas. No dice de qué género”. Corre en 1917. Lo termina, y ya no es la última. Después, nuevamente la miseria. Su marido enloquece y debe ingresarlo en un psiquiátri­co. Regresa a Fossamarci­a.

Alfonsina se planta en 1923 de nuevo en La Gazzetta y propone correr el Giro de 1924. “Puede que no sea muy estético y bonito una mujer montando en bicicleta”, les dice Alfonsina, ya con 33 años. “Pero tengo un marido en el manicomio al que tengo que ayudar y una niña pequeña en el colegio que me cuesta 10 liras al día. ¿Qué voy a hacer yo, ponerme de puta?”.

Los grandes campeones han renunciado al Giro porque consideran muy escasa la recompensa

Sin cracks, el Giro corre el riesgo de ser un desastre. La participac­ión de una mujer puede salvarlo. “A falta de figuras, yo seré la atracción”. A las 4 de la mañana, del 10 de mayo de 1924, hace ayer 100 años, Alfonsina Strada es una mujer en un pelotón de 107 hombres que espera en Porta Ticinese de Milán la salida de la primera del 12º Giro de Italia. En la lista de dorsales que publica La Gazzetta figura como Alfonsin, y como Alfonso en Il Corriere. No quieren crear escándalo antes de tiempo. Les esperan 3.613 kilómetros en 12 etapas.

Alfonsina termina las etapas, siempre por delante de algunos hombres. En la octava, 296 kilómetros entre L’Aquila y Perugia, a través de los Abruzos y los Apeninos bajo un diluvio, cae dos veces, pincha y rompe una rueda. Llega fuera de control. Queda eliminada, pero todo el pelotón ruega al organizado­r que continúe. Este cede y decide pagarle el alojamient­o, la asistencia y la manutenció­n aunque corra fuera de concurso. Terminan la carrera 30 hombres, y Alfonsina. Nunca más la permitiero­n apuntarse al Giro.

Recorrió toda Italia y media Europa actuando en circos, en teatros. Bate el récord de la hora en Longchamps, 35,280 kilómetros. Enviuda de Luigi en 1950 y vuelve a casarse, y enviuda de nuevo. Tiene 60 años. Sigue desplazánd­ose en bicicleta, pero se compra una moto roja, una Guzzi de 500cc.

El domingo 13 de septiembre de 1959, viaja con su Guzzi a Varese para disfrutar de la Tres Valles Varesinos. Regresa a Milán de noche. Intenta llevar la moto al garaje. No arranca. Alfonsina lo intenta una y otra vez. El motor se niega a encenderse. Y su corazón decide pararse. Alfonsina muere sobre su moto. Tenía 68 años. Había llegado a la Luna pedaleando, y más allá.

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GETTY Strada, en Milán en 1924.

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